Iñaki LEKUONA
Kazetaria
AZKEN PUNTUA

El pájaro de Wert

Francia, ese país que otrora fuera territorio de presunta liberación sexual, tierra prometida a la que llegaban autobuses repletos de espectadores ávidos de pezones y entrepiernas velludas, experimenta últimamente accesos de puritanismo como el de esos jueces que acaban de condenar a uno de sus ciudadanos por haber abierto un sexshop a menos de 200 metros de un instituto. A juicio de los magistrados, los patitos vibradores del escaparate son «accesorios pornográficos» y, por tanto, ilegales en determinadas circunstancias, como la proximidad a adolescentes. La denuncia partió de una de esas organizaciones católicas que exigen que en las cantinas escolares los plátanos se sirvan pelados y convenientemente fileteados, no vayan a perturbar con su obscena forma los incólumes instintos de los escolares. Sentencia en mano, el sexshop se ha visto obligado a bajarse los pantalones y con ellos la persiana, pero a este paso dentro de poco las fruterías tendrán que retirar de sus vitrinas, además de bananas, pepinos, calabacines, zanahorias y demás frutos del diablo, no vaya a ser que los guardianes de la moralidad consideren su venta una apología a la corrupción de menores o a prácticas tan perversas como la sodomía.

Visto lo que no puede verse, bien haría el ministro Wert en no cruzar el Pirineo, porque además de haber dejado en pelotas a los estudiantes, ha hecho alarde de exhibicionismo al proponer una imagen estremecedora de sí mismo con ése «yo sólo tiro la toalla en la ducha». Jesús, si le pillan, lo enjaulan, por pornográfico; aunque bien podrían hacerlo por mal gusto. ¿Y a este pájaro nadie le acusa de «ofensas a España»? Por no haber ya no hay ni educación.