Ramón SOLA

Una foto inquietante y una verdad pendiente

En la imagen que acompaña a este texto una cuadrilla de amigos celebra Maritxu Kajoi, vestidos de «elegantes» como manda la costumbre. Pero no están en Arrasate, sino al otro lado de la frontera. Corre el 7 de octubre de 1983. Es una de las últimas imágenes existentes de Joxean Lasa y Joxi Zabala, que aparecen de pie en la imagen. Abajo, en cuclillas, está Ramon Oñederra, Kattu. Tres jóvenes refugiados, las tres primeras víctimas mortales de los GAL.

La foto confirma que eran amigos. La madre de Ramon Oñederra narraba a GARA hace unos años que su hijo llamó a casa tras el secuestro del 15 de octubre «y nos dijo que habían desaparecido esos dos chicos, pero que estuviéramos tranquilos por él, que estaba bien». Así que al repasar esta imagen y al recordar esa llamada una y otra vez aparece una inquietante pregunta. Una pregunta que sigue sin respuesta 30 años después.

Es sabido que a Lasa y Zabala no los mataron inmediatamente, sino que estuvieron secuestrados y según todos los indicios fueron torturados para sacarles información. Un comunicante anónimo reivindicó sus muertes en enero de 1984 a una emisora de Alicante. Entonces no se concedió gran credibilidad a la llamada, pero lo cierto es que fue en esa provincia donde un año después se rescatarían sus restos enterrados en cal viva (y donde serían identificados, ya en 1995).

A Kattu lo mataron el 19 de diciembre de 1983. Si la reivindicación de enero era cierta, aquel día seguramente todavía Lasa y Zabala estaban vivos. ¿Pudieron los aparatos del Estado llegar hasta el refugiado azkoitiarra gracias a la información arrancada a los dos tolosarras?

No es una pregunta imposible de responder. Hay al menos cinco personas que seguramente saben la respuesta, sea sí o no. Se trata de los condenados por el secuestro y las muertes de Lasa y Zabala. Se llaman Julen Elgorriaga, Enrique Rodríguez Galindo, Angel Vaquero, Enrique Dorado Villalobos y Felipe Bayo Leal. Todos están vivos, libres... y callados.