Gloria LATASA
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AZKEN PUNTUA

El monte de los trece vientos

La rosa de los vientos, en una estación y para un período dado, es -según el diccionario meteorológico- un diagrama en estrella que indica las frecuencias relativas de las distintas direcciones del viento teniendo en cuenta, eventualmente, las frecuencias de grupos de velocidades del vientos en distintas direcciones.

Si tuviéramos la oportunidad de pisar la cima del Canigó (2.784 m), la Montaña Sagrada de los catalanes, encontraríamos una mesa de orientación que nos ayudaría a reconocer el paisaje y también a saber los diferentes tipos de vientos que la visitan (gracias a la rosa de los vientos que la mesa contiene en su interior).

La rosa de los vientos de la cumbre del Canigó tiene marcados ocho rumbos. Llevant que es el viento que llega del E; Marinada (un equivalente a la brisa), el que procede del SE; Migjorn, el que sopla del S; Vent d'Espanya, el que viene del SW; Ponent, el que parte del W; Tramuntana el que surge del NW; Vent de' Dalt, el que entra del N; y Gregal, el que viaja del NE.

El Canigó forma parte de un macizo aislado al que se conoce por el mismo nombre y que da lugar a la primera gran cordillera pirenaica (la más oriental), a tan sólo 50 km del Mediterráneo. Un conjunto de montañas con las que el viento tiene una relación muy especial.

De hecho, en determinadas situaciones como la llegada de vientos canalizados desde del norte se pueden llegar a registrar impresionantes rachas de viento. O en menor medida (aunque también con fuertes rachas) con situaciones del noreste..., incluso con flujos del sur.

Tal vez por esa estrecha relación entre este macizo y los vientos, una de sus cimas, la segunda más elevada tras el Canigó, con 2.731 m, es el Puig de Tres Vents (El monte de los tres vientos). Un curioso nombre para un monte que esconde una curiosidad aún mayor. Y es que hasta el 1 de julio de 1994 se le conoció como el Puig de Tretzevents (El monte de los trece vientos). Ese día, por una resolución de la Secció Filologica del Institud d'Estudis Catalans perdió la complejidad meteorológica de su topónimo junto con diez de sus vientos.