Jaime IGLESIAS

Los premios Goya de este año diseñan la hoja de ruta para el futuro del cine estatal

Al cierre de esta edición, De La Iglesia arrasaba en los premios técnicos, «Abstenerse agencias», de Urresti, ganaba el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción y «Minerita» (Raúl De la Fuente), el Goya al Mejor Documental.

Pasadas las diez de la noche de ayer domingo daba inicio la vigesimoctava edición de la entrega de los Premios Goya, la autodenominada fiesta del cine español. Sin embargo en el hotel Auditorium de Madrid se respiraba cierto aire de pesar y no sólo por el incierto futuro de la industria audiovisual, sino por el de la sociedad civil en su conjunto. Manifestantes anti desahucios y trabajadores de Coca-Cola, amenazados por un ERE masivo, se hicieron notar a la puerta del recinto buscando, infructuosamente, destinatario a sus quejas toda vez que el ministro José Ignacio Wert optó, en esta ocasión, por el escaqueo.

El humorista Manel Fuentes, en su estreno como maestro de ceremonias, no se privó de introducir alguna puya política en su discurso de bienvenida: «No tiréis la entrada porque esta va a ser una noche histórica, va a ser la primera gala de los Goya sin ministro de cultura». Pese a todo el presentador enfatizó que la ceremonia debía ser, ante todo, una declaración de amor al cine.

Un amor manifestado en toda su extensión y pluralidad, ya que como manifestó el presidente de la academia, Enrique González Macho, en su discurso: «Las películas nominadas demuestran que existe una tendencia hacia una polarización en nuestra producción: por un lado películas más industriales y por otro películas más artesanales, militantes, de muy bajo presupuesto». Y, efectivamente, la sensación que se tiene es que en esta 28 edición de los Goya lo que estaba en juego es fijar los ingredientes para una receta de supervivencia de la que se nutra la producción cinematográfica estatal en un futuro inmediato.

Los ocho primeros galardones concedidos, no sirvieron para despejar el enigma, toda vez que, con la excepción del premio al mejor actor revelación que ganó Javier Pereira y el de mejor actriz de reparto (para una Terele Pávez que lo recibió entre lágrimas), fueron premios técnicos que, sirvieron, no obstante para demostrar la pujanza del cine vasco con la lluvia de galardones para el equipo de «Las brujas de Zugarramurdi», el de mejor cortometraje documental obtenido por «Minerita» de Raúl de la Fuente y el de mejor corto de ficción para el bilbotarra Gaizka Urresti.

Pero entre todas estas incertidumbres, relumbra una evidencia: el hecho de que, de cara a triunfar en los Goya, no hay mejor plataforma que Zinemaldia. Desde 2008 (con la excepción de «Celda 211») todos los premios a la mejor película, pasaron por la sección oficial de Donostia. A dos horas para que se anuncie el Goya a la mejor película, parece que la pugna estará entre «La herida» y «Vivir es fácil con los ojos cerrados» con «Caníbal» de tapada.