Nathalie AURIOL-AFP PARÍS

La «cara oscura y muda» de la sociedad francesa, a la luz en un crudo documental

Sola al borde del agua, da de comer pan a los patos: «He sido excluída de todo, absolutamente de todo. Ya no formo parte del mundo que se mueve», resume esta mujer, convertida en la imagen de la pobreza creciente en el Estado francés. En el documental «Se battre» (Luchar), se da voz a los sin voz, convertidos en una masa invisible en uno de los estados más ricos del mundo. En el Estado francés, decenas de miles de personas viven en condiciones de vida a veces poco diferentes de las de los países en desarrollo.

El filme se puede ver en París y en numerosas salas francesas. A partir de hoy se proyectará también en el cine l'Atalante de Baiona, que lo ha programado durante todo marzo. «Se battre» tiene una página web donde se da información sobre los debates y las proyecciones en distintos puntos del Hexágono (www.sebattre.com).

No sabemos nada de ella, ni cómo se llama, ni su historia, excepto que es una mujer de mediana edad que vive en Givors, una antigua villa obrera situada cerca de Lyon (este), golpeada por la crisis. Es «uno de los millones de franceses que se tiene que buscar la vida cada mes con solo 50 euros». Es también «la cara negra y muda de nuestra sociedad», la que los realizadores Jean-Pierre Duret y Andrea Santana han querido sacar a la luz pública.

Unas gafas, comida...

«Ya no puedo leer. Solía ir a la biblioteca, pero mi vista ha cambiado tan drásticamente y yo ya no me puedo comprar otro par de gafas», continúa la mujer en la película. «Los pequeños placeres ya no me los puedo permitir. Bueno, cuando estoy aquí sí», rectifica. Después se marcha, tras recoger con muchísimo cuidado una bolsa de plástico que había dejado colgada de un árbol joven.

Ningún comentario, ninguna voz en off: solo el impacto de los testimonios y de las caras rodadas muy cerca. «Nosotros no ponemos nuestras palabras sobre las de los demás. Esta película está pensada principalmente para poner en valor las suyas», explica Jean-Pierre Duret. Durante tres meses, la pareja de cineastas siguió a los habitantes de Givors en su lucha diaria por la supervivencia, encontrándose con ellos en una asociación de caridad o mientras deambulan en la calle, como el caso de esa mujer.

También filmaron a los voluntarios que les ayudan, a una empresa de inserción, han hecho el recorrido para recoger las sobras de los supermercados y han estado en la «tienda» ubicada en los locales de la asociación Secours Populaire. «Ha venido demasiado pronto, ya vino el 28 de noviembre» explica con suavidad una voluntaria a un hombre de cabellos grises y aire cansado... pero «no tengo nada que comer». «Estoy enfadado por estar aquí», dice avergonzado otro sexagenario que acude a pedir ayuda por primer vez, pero «con 109 euros...». Es un antiguo directivo de una editorial, que ganaba entre 3.000 y 4.500 euros al mes y sigue buscando empleo, pero cuando «ya no tienes nómina, te preguntas: ¿en qué me he convertido?».

Jean-Pierre Duret y Andrea Santana han querido que el documental se estrene antes de la elecciones municipales previstas para el 23 y el 30 de marzo: «Nuestro objetivo era que sirva para abrir un debate», pero «más entre los ciudadanos» que entre los políticos.

Según el Observatorio de las Desigualdades, cuyos datos datan del 2011, en el Hexágono dos millones de personas viven con menos de 656 euros al mes y hay 3,5 millones de beneficiarios de la ayuda en alimentos. En 2011, había entre 4,9 y 8,7 millones de pobres.