Floren Aoiz
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JO PUNTUA

La paradoja europea

Por esta frontal, radical y tajante crítica a la Unión Europea del capital y la reacción, es necesario comprometerse en la creación de alternativas. Hay que hacer frente a la bestia, no huir del ring

Estamos, seguramente, en el momento de mayor descrédito del proyecto de la Unión Europea en Euskal Herria. Si hubo en algún momento un sueño europeo, hace tiempo que se reveló pesadilla.

La Unión Europea aparece rodeada de muros para evitar que entren quienes buscan el paraíso, una imagen creada por la propia propaganda europea. Mientras crece la extrema derecha, las elites políticas e intelectual-mediáticas simulan una preocupación que no les impide apoyar un golpe de mano en Ucrania inconcebible sin el protagonismo directo de esa misma extrema derecha. Aumentan las medidas de control sobre ciudadanía y movimientos sociales críticos, y los teledirigidos debates sobre inmigración reflejan la pujanza del sustrato eurocentrista de la salvaje colonización y sus genocidios, mal disimulado con el una y otra vez recreado mito de la Europa de las Luces y la Ilustración.

Esta Unión Europea que simula ser un agente autónomo en la geopolítica mundial se estrella una y otra vez con otro muro, el de su subordinación a los mercados y el predominio de los Estados Unidos, como hemos visto en Ucrania y Crimea. Impotencia disfrazada a veces de prudencia y en otras ocasiones mal encubierta con fanfarronadas como las de Hollande en torno a Siria. El mismo Hollande incapaz de encontrar el lugar del contrapeso a la creciente sombra alemana.

Frente a la retórica de la Unión Europea como agente privilegiado del siglo XXI, capaz de diseñar un camino propio, encontramos más bien sumisión ante los grandes planes del imperio. Así, por ejemplo, la negociación del Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión con Estados Unidos demuestra la supeditación del proyecto europeo liderado por Alemania a la estrategia imperial de contención frente a las potencias emergentes.

El cada vez más descarado predominio en la Unión Europea de la que Poch-De-Feliu llama la «quinta Alemania» marca un camino de retrocesos en derechos sociales, aumento de las desigualdades y acumulación por desposesión, en medio de un gran plan de «revolución desde arriba» para, en definitiva, hacer unas reglas del juego aun más favorables a las minorías más favorecidas.

El castigo a Grecia, a quien se alentó a hacer exactamente aquello por lo que fue luego satanizada, es la verdadera cara de una Unión Europea no ya de los mercadedes, sino de burócratas, securócratas, oligarcas y banqueros. Una Unión que planea para su tercer mundo interno, el sur, el peor de los escenarios.

Uno se pregunta dónde quedan ahora las fantasías que nos han vendido durante tanto tiempo. Por ejemplo, la fantasía jeltzale de la estrella vasca en la bandera europea, o la de UPN-PP-PSOE del paraíso europeo, motor del desarrollo y el bienestar.

Pero he titulado este artículo la paradoja europea porque precisamente por todo esto lo último que puede hacerse es renunciar a dar el combate y dejarles el campo libre. Precisamente por esta frontal, radical y tajante crítica a la Unión Europea del capital y la reacción, es necesario comprometerse en la creación de alternativas. Hay que hacer frente a la bestia, no huir del ring. Y eso en Euskal Herria significa votar y dar la batalla del voto.