Ramón SOLA
Mahai-ingurua

La ciudadanía navarra, solución para un problema que incluye a su gobierno

Coinciden en que la solución ya está pasando y pasará por la ciudadanía navarra. Y la propia mesa redonda daba la prueba: hace no tanto Floren Aoiz era portavoz de HB; Mikel Armendariz, afiliado de UPN primero y CDN después; Francisco Javier Enériz, hoy Defensor del Pueblo, pertenecía al Gobierno Sanz; y Mirentxu Purroy había dirigido ``Egin''. Hoy su posición sobre el futuro no está tan alejada.

Nafarroa, ¿problema o solución? El eterno dilema lo puso una vez más sobre la mesa este Foro Social, con cuatro navarros muy diferentes ante el micrófono. Y con un matiz clarificador; no se trataba de hablar del herrialde en abstracto, sino en concreto, sobre la ciudadanía navarra. Y es aquí donde se resuelve la ecuación. Para los cuatro intervinientes, la decisión libre de las personas que lo habitan es la clave del futuro. Solución.

Especialmente potente sonó el arranque de Enériz, Defensor del Pueblo de Nafarroa. Dijo que Nafarroa puede ser vista «como un objeto con un territorio y una historia sobre la que poner banderas de propiedad, o como un sujeto, en el que lo que importan son las personas y no el territorio o la historia en sí». Cree que ha imperado lo primero, pero observa con satisfacción que cobra fuerza lo segundo, y apuesta por ello. «El pueblo tiene que decidir su destino, y en este caso la ciudadanía navarra. Más que participación [el título de la mesa redonda], yo creo que lo relevante es la decisión. La ciudadanía navarra reclama eso, pronunciarse, e incluso no pronunciarse. Todo lo que no sea esto supondrá provocar problemas o enquistarlos», advirtió.

Floren Aoiz lanzó sobre la mesa «tres palabras clave: debate, decisión y democracia. Aunque se esté totalmente en contra de esto último, podremos coincidir en que siempre es mejor que se puedan decidir más cosas. Cuanto más pueda decidir la sociedad, mejor. Creo que esta es una referencia que puede unirnos», apuntó en la primera intervención. Fue antes incluso de que hablara Enériz, que luego con su discurso vino a dar la razón a su argumento.

Dijo el exparlamentario indepedentista que «no es que la sociedad navarra deba tener algún protagonismo, debe tenerlo todo. No hay nadie con más legitimidad y sabiduría para solucionar sus heridas y conflictos».

En elogios a la ciudadanía difíciles de rebatir se extendió Mirentxu Purroy: «Es ella quien ha allanado la convivencia sin que sus representantes desarmen su lenguaje», remarcó. Y añadió: «Sin ser noticia ni generar un titular, la ciudadanía está haciendo posible la concordia. Hay solución, solo hay que poner el foco en la cuestión del entendimiento». Fue, de paso, una crítica elegante de la experimentada periodista a una profesión que «debe poner su técnica profesional al servicio de la verdad. Porque el periodismo no es el Gobierno, ni la Policía, ni el Ejército...», lamentó.

Purroy contrapuso la iniciativa social con la actitud de la presidenta navarra, Yolanda Barcina, que considera «a la derecha de Covite, FAES y Rajoy» por su empecinamiento en representar que el escenario no ha cambiado o en combatir la identidad navarra. Sin ir tan lejos en los calificativos, también Mikel Armendariz demandó que el Gobierno navarro tome una actitud positiva, sobre todo en «la gestión de la memoria de la violencia política, comenzando por 1936». Resaltó que esta memoria ha sido promovida «por esta sociedad civil inquieta, adelantada y con ganar de vivir en paz, no por el Gobierno».

La preocupación de Enériz

La decisión de la ciudadanía navarra es una clave; buscar puntos de encuentro, otra. La apuntó Purroy, pero sobre todo, con indisimulada alarma, Enériz. Consideró que la situación actual abre el riesgo de fomentar dos comunidades en Nafarroa separadas ideológica, lingüística y hasta territorialmente, «e incluso enfrentadas. Es un problema serio, que hemos visto en Irlanda del Norte, Bélgica, Israel o Palestina... ¿Cómo se puede superar? Con una división en dos comunidades, que yo rechazo, o profundizando en la democracia, con `una persona, un voto'». Pero para ello propone aumentar la cohesión, a partir de una pregunta: «¿Qué cederíamos al otro para convivir en Navarra?».