Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Tanta modernidad abruma

Un rey moderno, renovado, acorde con los nuevos tiempos dijo el nuevo Borbón vestido de militar, con banda y medallas al viento, antes de agachar la cerviz ante Rouco Varela. Otro moderno

Fue ver la imagen de José Bono, el chuperreteador más dicharachero del dedo anular de Rouco, haciendo de comentarista de la coronación del biznieto de Alfonso XIII y, al instante, una arcada inmisericorde recorrió el trayecto desde el estómago a la glotis. Desde pequeño padezco de alergia a la genuflexión. El alopécico vergonzante y dicharachero «ejjj-ministro» aboga por «modernizar» el rígido y aburrido protocolo de palacio.

Que iba a ser un rey moderno, renovado, acorde con los nuevos tiempos que nos toca vivir, dijo en su discurso el nuevo Borbón vestido de militar, engalanado con banda y medallas al viento, momentos antes de agachar la cerviz ante el mencionado arzobispo. Otro moderno.

¿Monarca moderno? «contradictio in terminis» que dirían los antiguos, pues la modernidad la inaugura la decapitación del rey por la guillotina al servicio de la Razón. Monarca de una «España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley». Y sin escapársele una risa, de un tirón. Un fenómeno el tal Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia. Égalité, Fraternité, Légalité, casi, casi como en la Revolución francesa. Y en el culmen de la modernidad discursiva definió el constructo «España» como «una nación forjada a lo largo de siglos de Historia por el trabajo compartido de millones de personas de todos los lugares de nuestro territorio y sin cuya participación no puede entenderse el curso de la Humanidad». El curso de la Humanidad, es decir, el destino del conjunto de todos los homínidos que en el mundo han sido, lo ha determinado «España», «una España en la cual» como un imperativo categórico moral, querámoslo o no, «cabemos todos» aunque sea apretujaos. Una nuevo arca de Noé y fuera de ella todo es horror y caos.

Eduardo Madina, amigo personal del moderno Felipe VI, aspira a sustituir a Rubalcaba «para dar a España un «shock» de modernidad». De tan moderno que ha creado una aplicación para los móviles con su nombre, una «app» de apoyo a él mismo porque es «un político llamado a grandes liderazgos, un joven distinto a todos», «entre los 192 jóvenes más destacados en el mundo» al que «le gusta la música pop».

Moderno pedagogo, Argimiro Montero Antúnez, profesor encargado de elaborar la prueba de Inglés de los Premios Extraordinarios de Bachillerato en Extremadura: «Un amigo tuyo va a votar a Podemos. Convéncele de que no lo haga y dale buenos argumentos para ello». Al armarse un pequeño revuelo, Argimiro declara que la polémica responde a «una falacia, mala intención, maledicencia o simplemente fruto del simple y puro desconocimiento» pues la selección del tema y la confección del examen en cuestión «responden estricta y exclusivamente tanto a contenidos como a criterios, argumentos y fundamentos de índole filológica, académica y didáctica».

Queridos, con tanta modernidad vamos a acabar por hacernos posmodernos, de esos del «pensamiento débil» o, lo que es lo mismo, débiles de pensamiento. Qué tristeza.