Joxe Iriarte, Bikila
Gorripidea-ko kidea
GAURKOA

La debilidad del enemigo es nuestra oportunidad

El autor de este artículo, en el que repasa la actualidad política para centrarse en el análisis de los proyectos progresistas y de izquierdas actualmente pujantes en Euskal Herria y en el Estado español, Bikila nos habla de la coincidencia en el tiempo de «una crisis sistémica» junto a la crisis «de los pilares básicos del régimen y del Estado». Cree Bikila que se abre un periodo de oportunidades, en el que señala la importancia de dos iniciativas: Gure Esku Dago y la Carta de Derechos Sociales.

Obligado por fuerza mayor a no poder salir a la calle durante unos días (lo cual me impide participar en las manifestaciones antimonárquicas y prorrepublicanas), trato de aliviar mi frustración ordenando los pensamientos que rondan por mi cabeza.

Manifestar, en primer lugar, la coincidencia en el tiempo de una crisis sistémica (de carácter internacional en la cual confluyen la crisis económica de 2008 y la ecológica que es anterior y más profunda) y la de los pilares básicos del régimen y del Estado, nacido de la Transición (como son la monarquía y las formas oligárquicas). La popularización de eslóganes: «No nos representan», «Lo llaman democracia y no lo es», «No hay pan para tanto chorizo» o «No es una crisis, es una estafa», así lo testifica.

Pero, como escribió Marx, «en general, las reformas sociales no suelen llevarse a cabo por la debilidad de los fuertes; sino por la fuerza de los débiles». Y es que, aunque la respuesta popular va en aumento, continúa estando por debajo de lo que haría falta para convertir la crisis del Gobierno y del régimen en una oportunidad para desbordar los diques de contención del sistema.

De ahí la urgencia de reflexionar sobre los objetivos a plantear y los caminos a transitar para ir forjando una movilización sostenida en el tiempo. Objetivos como el rechazo a la deuda ilegítima, la defensa de lo público, la derogación de todos los recortes y contrarreformas, la redistribución de la riqueza y los trabajos, la creación de una banca pública al servicio de una economía eco-social, todo ello desde una democracia de la ciudadanía, desde la soberanía de los pueblos y el derecho a decidir, deben de ser puestas en primer plano. Nuevos repertorios de lucha como la desobediencia civil y la toma de las plazas y las calles, además de mejorar y profundizar en las más clásicas como la huelgas generales, etc...

Un paso importante sería superar la debilidad simbólica alternativa. Los movimientos sociales son productos del encuentro entre distintos factores y sujetos. Sin embargo, para que un movimiento social dure, necesita la solidaridad del entorno y una capacidad interna de imaginarse a sí mismo como una comunidad en movimiento. La reivindicación de la República (las repúblicas en realidad) puede jugar ese papel, a escala estatal, aglutinante y rupturista respecto al régimen de la Transición.

Este problema de símbolos está resuelto, en parte, en Cataluña y Euskal Herria, ya que bajo los símbolos nacionales (señeras e ikurriñas) se desarrolla una poderosa fuerza de ruptura con el régimen. Quiero sin embargo señalar que las vías hacia la independencia y el ejercicio real del derecho a la autodeterminación nacional de Catalunya, de Galiza o de Euskal Herria, en donde cada cual discurre de forma particular, difícilmente se materializarán sin que tengan un apoyo popular en el resto del Estado español o, al menos, una real oposición a los intentos del Estado por impedirlos y reprimirlos. Hay que lograr una coincidencia entre quienes reivindican la Tercera República Española y quienes reivindicamos la Primera República Vasca. Dos objetivos que no pueden, en la actualidad, darse la espalda, sino confluir en torno al derecho a decidir: en el Estado español, respecto al régimen que desean; en Euskal Herria, sobre nuestro propio proyecto, y si cabe, una relación fraternal entre los mismos, o cada cual, busca su propio lugar en una Europea diferente a la actual.

En segundo lugar, remarcar que la irrupción de Podemos supone un gran paso en el ámbito re-constitutivo de la izquierda estatal. Asimismo, la plasmación de diferentes procesos constituyentes de distintas partes del Estado. Decimos diferentes, porque ni en lo institucional (propuestas republicanas varias) ni en la reorganización y reconstrucción de la izquierda puede haber un solo proceso constituyente aglutinante para todo el Estado español.

Esta conclusión no es contradictoria (lo he mencionado antes) con la búsqueda por parte de todas las izquierdas, sean de ámbito nacional vasco, catalán, gallego o estatal, para que sintonicen sus proyectos propios con sinergias comunes contra el régimen de la monarquía y los planes de la Troika.

Por último (pero para mí lo mas importante), si bien desde Euskal Herria partimos de dos experiencias previas (de diferente naturaleza) fracasadas: la político-militar de ETA desarrollada con el fin de conseguir una negociación directa con el Gobierno central sobre la autodeterminación vasca, y la institucional del Plan Ibarretxe, que pretendía un cambio de relaciones y que pese a la inicial promesa de someterla a consulta ciudadana nunca se supo más de ella, así como de diferentes derrotas sociales; en la actualidad, aprendiendo de los errores pasados nos encontramos en pleno proceso de acumulación de fuerzas y de remodelación (político y social) estratégica para dar un gran salto adelante.

El éxito de la iniciativa Gure Esku Dago, sobre el derecho a decidir, y la constitución de la Asamblea de movimientos sociales y sindicales de Euskal Herria (con el objetivo de elaborar una «Carta de Derechos sociales» referente de movilizaciones futuras), son una prueba de ello.

En el plano partidario, si bien el nacimiento de Podemos tendrá su reflejo en Euskal Herria, ello no alterará el hecho de que EH Bildu siga siendo el referente político principal de la izquierda transformadora. Los resultados de las Europeas confirman esta apreciación. Es de esperar que se dé una buena sintonía entre ambas formaciones.

Sabemos que pocas veces la izquierda real (de pretensión transformadora), incluso en sus expresiones más receptivas, se ajusta al modelo ideal. Y EH Bidu, a pesar de los cambios efectuados, no es una excepción (como tampoco lo será Podemos a nada que vaya cuajando). Sin embargo, puede y debe mejorar todavía más su oferta, propiciando una mayor apertura hacia otros sectores políticos y sociales que en la actualidad no están (no estamos) en su interior, pero sin embargo coinciden en lo fundamental. El experimento Podemos demuestra la rabiosa actualidad de abrirse a nuevas formas de organización y representación política (primarias, listas abiertas, participación ciudadana mediante mecanismos diversos, incluidos los de las nuevas redes sociales, etc) que necesitan ser experimentadas y corregidas. EH Bildu no puede se ajeno a esa exigencia. En ello confiamos.

Por último, urge aunar fuerzas para el cambio (en Nafarrroa y CAV). Si nos atenemos a los resultados electorales, la izquierda (en la cual no entra el PSOE-PSE) es ya mayoría en los cuatro territorios de Hego Euskal Herria. Sería bueno que ello se tradujese en resultados en el terreno institucional y social. Movilizaciones ciudadanas e instituciones gobernadas por una izquierda con objetivos transformadores, no limitada a la mera gestión de lo posible (sin menosprecio de otro tipo de alianzas, por ejemplo, en torno al derecho a decidir).