EDITORIALA
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La soberanía en tierras compostelanas

La capital gallega fue ayer escenario de dos tipos de actos que reflejaron dos visiones totalmente contrapuestas de la soberanía. Y no solo desde un punto de vista dialéctico, sino también del puramente vital. Por un lado, escoltado por los uniformados de siempre, el nuevo rey español cruzó la plaza del Obradoiro cual vetusto «soberano», saludando a los centenares de «súbditos» o simples curiosos que se congregaron junto a la catedral. Un monarca que, en pleno siglo XXI, no duda en confundir, interesadamente, su figura de jefe de Estado con lo más rancio del nacional-catolicismo español, porque a estas alturas no se puede entender de otra forma que se mantengan «tradiciones» tan fuera de lugar como la que instauró el dictador Francisco Franco después del golpe fascista del 18 de julio de 1936. Porque «la ofrenda al patrón de España» no es más que otra herencia franquista que los Borbones se niegan a enterrar.

Mientras tanto, miles y miles de gallegas y gallegos recorrían las calles compostelanas, entre los festivos sonidos de las gaitas, proclamando que forman parte de una nación que quiere ejercer una soberanía entendida como una vía hacia la construcción de una sociedad más justa, en la que se vean plasmados todos los derechos que se proclaman en muchos foros estatales e internacionales pero que se niegan a la ciudadanía a pie de calle. Precisamente, el Bloque Nacionalista Galego llamó a ponerse en pie -«En pé por Galiza»- para lograr una profunda transformación social y económica.

Para ello, como son conscientes quienes representan tanto al BNG como a otras fuerzas nacionalistas, hace falta llegar a una unidad de acción que aglutine a partidos políticos, sindicatos y todo tipo de agentes sociales. Y por ello, en vísperas de este «25 de Xullo» suscribieron el manifiesto «Viva a Pátria Galega!», en el que, entre otras cuestiones, se comprometen a «caminar, mediante la ruptura democrática, hacia un proceso constituyente que culmine en la proclamación de la República da Galiza». Ayer dieron miles y miles de pasos en esa dirección; es de esperar que el próximo año lo hagan conjuntamente.