B. ZALDUA / A.PRADILLA | BARCELONA

Una Diada multitudinaria obliga a los partidos a defender las urnas

Las expectativas eran altas y la respuesta estuvo a la altura. Centenares de miles de catalanes llenaron ayer las calles de Barcelona en la V organizada conjuntamente por la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. El doble objetivo de la convocatoria quedó claro con el lema «9N votaremos, 9N ganaremos», es decir, garantizar la consulta del 9 de noviembre y conseguir la victoria de la independencia en dicha votación. Y de paso, un recado para partidos e instituciones: mantener en las decisiones políticas la unidad vivida ayer en las calles.

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«Lo tenemos al alcance de la mano». La presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, reflejó con esta frase el sentir de las centenares de miles de personas que ayer se congregaron en Barcelona para reclamar la consulta del 9 de noviembre y la independencia de Catalunya. Hasta 1.800.000 personas, según cifras de la Guardia Urbana de Barcelona, dibujaron una V de proporciones inabarcables sobre el mapa de la capital catalana, convirtiendo la Gran Vía y la Diagonal en una senyera de varios kilómetros de largo a las 17.14 horas.
Una hora en la que las dos cabeceras de la V confluyeron, cada una con una pancarta, en el vértice del recorrido, situado en la plaza de Glòries. Allí, junto a varios jóvenes que el próximo 9 de noviembre cumplirán 16 años y, por lo tanto, podrán votar por primera vez –siempre que se celebre la consulta–, se formó la frase que bien resume el espíritu de la jornada: «9N votaremos, 9N ganaremos». Un espíritu recogido también por la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Carme Forcadell, que en su discurso de clausura del acto señaló que ayer llenaron las calles «para poder llenar las urnas el 9 de noviembre».
El mensaje por lo tanto, fue diáfano. Si alguien no quiso escucharlo, pudo verlo en forma de las urnas que algunos de los manifestantes trajeron de casa. Urnas que también ocuparon buena parte del escenario principal, desde donde el actor Quim Masferrer dinamizó el acto de la movilización, dando paso a momentos divertidos como la gigantesca ola humana que recorrió la V; solemnes, como la construcción de una sesentena de castells a lo largo de todo el recorrido; y ciertamente emocionantes, como cuando dio paso al vídeo de la intervención del recientemente fallecido Peret en el Concierto de la Libertad de 2013 en el Camp Nou. «El único rey que hemos tenido los catalanes», en palabras del escritor Marius Serra, encargado de dinamizar el acto en una de las puntas del recorrido.
Si la de Peret fue, en su día, una suma importante al proceso catalán, ayer se sumaron a la V independentista dos figuras del deporte como los futbolistas del Barça Xavi Hernández y Gerard Piqué, toda una novedad. Y hablando de novedades, en esta edición se apuntó al carro hasta una conocida marca de cerveza, que ha pasado de tapar sus carteles publicitarios en el Camp Nou con motivo del mismo Concert per la Llibertat a publicar un anuncio a doble página con la senyera en varios medios catalanes.

«Por encima de un tribunal»
Volviendo al escenario, el momento culminante llegó con los discursos de los presidentes de la Associació de Municipis per la Independència, Josep Maria Vila d'Abadal; de Òmnium Cultural, Muriel Casals, y de la ANC. El primero reiteró el compromiso del municipalismo con la consulta del 9 de noviembre –algo que se traducirá en forma de moción presentada en todos los ayuntamientos–, mientras que Casals reivindicó que los catalanes están «preparados para votar». «No tenemos miedo, la voz del pueblo de Catalunya está por encima de lo que diga un tribunal de Madrid», añadió Casals, quien concluyó recordando que «todavía tenemos que convencer a todos los indecisos». No obstante, el discurso más esperado y aplaudido del día fue, sin duda alguna, el de Forcadell, representante de la entidad que mejor capta y refleja los anhelos de la sociedad civil que ayer se movilizó en Barcelona. Forcadell realizó una intervención que empezó recordando que han convertido «el tricentenario de la derrota en el primer año de la victoria» –en referencia a la pérdida catalana frente a las tropas borbónicas en 1714–, pero que se centró con la mirada puesta tanto en el futuro como, sobre todo, a corto plazo. Concretamente, en el 9 de noviembre. «Hemos demostrado que nuestro pueblo es capaz de asumir cualquier reto, por lo que el 9 de noviembre decidiremos si queremos seguir formando parte del Estado español o convertirnos en un Estado libre y soberano», remarcó, aprovechando para recordar que «ningún país que se haya independizado se ha arrepentido de su decisión».
Forcadell aseguró que votarán porque son «ciudadanos y no súbditos», pero reconoció que «no será fácil». Para ello, aseguró a los presentes que «ha llegado la hora de demostrar qué estamos dispuestos a hacer por este nuevo país» y apuntó sus flechas a la clase política, en el que se convirtió el momento más aplaudido de su discurso: «Es la hora de las decisiones excepcionales, de que los políticos dejen de lado intereses de partido, actúen de acuerdo a la trascendencia histórica del momento que vivimos y sean dignos del pueblo que los ha votado». La última interpelación fue directa: «Parlament, Govern, president, pongan las urnas».
Precisamente el president, Artur Mas, recibió tras la V a una delegación de los organizadores de la movilización, tras lo cual aprovechó para comparecer de forma extraordinaria ante la prensa y sumarse al llamado de unidad de Forcadell.

El debate sobre qué hacer
En cualquier caso, ayer no era el día de presidentes ni diputados sino de una sociedad que salió en masa a reivindicar su derecho a votar. Convencidos desde primera hora de la mañana de que la movilización sería un éxito, el debate en la calle ya había saltado a otra fase: qué hacer en la cuenta atrás que queda hasta la consulta. «Hay que ir a la desobediencia y sacar las urnas», argumentaba Magda Boncompte, de Barcelona («de toda la vida») y que aguardaba en Gran Vía la llegada de los «motoristas independentistas», una iniciativa surgida hace cinco años a través de Facebook y que ayer congregó a cerca de mil amantes de las dos ruedas envueltos en esteladas. «Acabaremos viendo entrar los tanques por la Diagonal, Artur Mas será detenido o nos quitarán la autonomía», consideraba, convencida, una mujer segura de que no había vuelta atrás.
Esta es, probablemente, la versión más trágica de la futurología que acompañaba las conversaciones en el centro de Barce- lona. Aunque, en realidad, más que pensar en cuál será la respuesta de Madrid, los participantes miraban hacia sí mismos y debatían sobre la mejor respuesta. Porque, además de ilusión, existe también un cierto hartazgo ante la cerrazón del Gobierno de Mariano Rajoy. «Que se haga el referéndum de una puñetera vez», defendía Jaume Pedrosa, de Sabadell y también miembro de los moteros. En su opinión, la prohibición de Madrid tenía que ser contestada «en la calle, concentrándonos delante de los colegios electorales. Hay que votar».
Como si supiesen lo que Forcadella iba a decir en su discurso, muchos también lanzaban recados a los partidos. Por si acaso. Como Marcos Costa, de Garrigues, que recordaba, poco antes de ponerse en marcha hacia su tramo, que «Artur Mas, como Oriol Junqueras, son instrumentos para la gente». «No tengo nada en contra de los ciudadanos españoles, pero queremos construir nuestro Estado», argumentaba. En la misma línea, Héctor Duque, ya con la V desfigurada, recordaba que nadie puede arrogarse la representación de la «vía catalana». «Los partidos son un medio».
Tras la exhibición de fuerza queda el mensaje, que no es otro que el de acudir a las urnas. «Hay que votar, aunque no sea legal ni vinculante, pero tenemos que poder acudir a un colegio», consideraba Alba Duque. A su lado, Cristina Trulls asentía. «Se trata de un principio básico de la democracia, ¿no?».


Escocia como referente a una semana de las urnas

«Nosotros podremos votar, pero aquí la gente se está movilizando por su derecho a acudir a las urnas. Es injusto y antidemocrático». Liam O´Hare, representante de Radical Independance Campaign (Campaña Radical por la Independencia), de Escocia, expresaba su incomprensión ante el veto del Gobierno español a la consulta catalana y su impacto al comprobar la multitud que ayer tomó las calles en Barcelona. Participó en actos de SI y de la CUP y pudo certificar que el proceso abierto en la isla estaba en boca de muchos de los manifestantes, que recurrían rápidamente a comparar las diferentes actitudes de Londres y París. No obstante, O´Hare tampoco se mostraba complaciente y recordaba que la primera iniciativa de David Cameron obedecía a que por aquel entonces tenía la certeza de imponerse en las urnas. «No es que el británico sea un Gobierno democrático, pero la respuesta de Madrid no es comprensible». Lo que sí tenía claro es que un «sí» escocés en el referéndum de la próxima semana «puede dar energía e inspirar» a otros pueblos.
«Lograr el ‘sí’ constituirá un terremoto político en Europa. Una victoria del independentismo no se quedará en los límites del Reino Unido», argumentaba, recordando que su campaña aboga por un cambio desde la base. «No se trata de construir un Estado, sino también otro modelo de Estado», insistía.
El interés de Catalunya hacia Escocia, que podía comprobarse a través de banderas, como la que desplegaba junto a una estelada Xavi Moral, no tan recíproca en opinión del corresponsal de la BBC en Madrid, Tom Burridge. «Más catalanes miran hacia Esocia que viceversa, porque allí tienen derecho a votar», explicó, considerando que otra de las diferencias es el nivel del debate público. «Allí se han podido discutir las diferentes posiciones. Aquí existe mucha polarización».B.Z./ A.P.\

El unionismo se va a Tarragona para hablar de «país enfermo»

Entre 3.500 y 7.000 personas se concentraron en Tarragona en el acto de Societat Civil Catalana, la plataforma unionista que, logró unir a miembros de PP, Ciutadans, UPyD, Plataforma per Catalunya y MSR junto a militantes del PSC como Carme Chacón. «Nunca se debería haber dejado que aquel proyecto integrador derivase en confrontación, recriminación, odio e irracionalidad», afirmó Josep Ramon Bosch, presidente de la entidad, que consideró que Catalunya es un país dañado, políticamente enfermo».B.Z./AP.