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El primer ministro albanés niega en Presevo que ansíe la «Gran Albania»

Un día después de que pusiera de los nervios a su homólogo serbio con su referencia a la realidad irreversible de Kosovo, el primer ministro albanés, Edi Rama, aprovechó su visita al valle de Presevo, mayormente albanés pero en Serbia, para renegar de la idéa de la Gran Albania.

La prolífica historia de los Balcanes sigue supurando viejas y nuevas heridas, como ha quedado de manifiesto en el transcuso de la visita a Serbia del primer ministro albanés, Edi Rama.

Los prolegómenos no invitaban precisamente al optimismo. El 14 de octubre un drone con la bandera de la Gran Albania sobrevoló el estadio del Partizan de Belgrado y provocó una batalla campal entre las selecciones de Serbia y Albania que forzó la suspensión del partido.

Olsi Rama, hermano del primer ministro albanés, llegó a ser detenido acusado de haber pilotado el drone. La visita oficial, prevista el 22 de octubre, fue postergada para tres semanas después.

Tras llegar finalmente el lunes a Belgrado, las buenas palabras compartidas por Rama y su anfitrión y primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, quedaron en nada cuando el primero mentó el tema de Kosovo, enclave mayormente albanés que declaró su independencia en 2008.

El primer ministro albanés instó a Serbia a reconocer la «realidad irreversible» de un Kosovo reconocido como Estado por más de un centenar de países.

Vucic reaccionó denunciando una «provocación. No veo qué tiene que ver él (por Rama) con Kosovo y le he tenido que responder que no permitiré a nadie humillar a Serbia en Belgrado», señaló, para insistir en el carácter serbio de Kosovo.

Un día después, Rama se dirigió al valle de Presevo, zona de mayoría albanesa situada dentro de Serbia justo en la frontera con Kosovo. La zona fue escenario de un levantamiento guerrillero en la pasada década en contra de Belgrado.

Rama fue recibido con carteles de saludo al «primer ministro» por un millar de personas ataviadas con trajes típicos albaneses y con gritos de «¡Edi, Edi!». Consciente acaso de que la primera visita en 68 años de un dirigente albanés a Serbia corría el riesgo de acabar en una crisis bilateral, Rama lanzó un mensaje conciliador al asegurar que «le he dicho claramente a Vucic que no estamos en la batalla por una Gran Albania sino por una Gran Europa que debe acoger a todos los albaneses con el resto de pueblos y países». «Las minorías deben ser puentes que unen y que no nos separen», insistió el primer ministro albanés antes de abandonar Presevo y cruzar la frontera hacia Kosovo en un viaje histórico, y por tanto peligroso en los Balcanes.