GARA ATENAS
Vuelco político en Grecia

Ni Troika ni rescate, Grecia exige renegociar la deuda desde cero

El desencuentro fue palpable. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, llegó a Atenas con el mensaje aprendido: el rescate de la Troika seguirá solo si Grecia cumple con los compromisos adquiridos por gobiernos anteriores. La respuesta del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, no le gustó: Grecia no reconoce la autoridad de la Troika como interlocutor, no acepta los términos del rescate y quiere sentarse a hablar para renegociarlo todo.

Media hora de protocolo y diplomacia con el primer ministro, Alexis Tsipras, y al lío con el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis. El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, aterrizó ayer en Atenas para recordar que «los problemas de la economía griega no desaparecieron con las elecciones», pero también para escuchar por boca del ministro estrella del Ejecutivo griego que «este Gobierno fue elegido sobre la lógica de cuestionar el plan de rescate».

Por la mañana, la tranquilidad dominaba entre los observadores. La agencia de calificación Fitch auguraba un nuevo acuerdo entre Grecia y la Troika, y la bolsa de Atenas se recuperaba de los sobresaltos de los últimos días (acabó la jornada volviendo a caer). La paz duró hasta que Varoufakis y Dijsselbloem aparecieron ante los medios de comunicación para mentir asegurando que el ambiente entre ambos había sido «muy cordial». Periodistas presentes como Helena Smith, de «The Guardian», relataron cómo se hizo palpable el cabreo del holandés cuando su homólogo griego afirmó de forma contundente ante la prensa que no reconoce a la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) como interlocutora. La instantánea final con Dijsselbloem saliendo a toda prisa resumió el desencuentro.

En cualquier caso, lo único que hizo Varoufakis ayer fue mantenerse en la línea de lo prometido durante la campaña electoral, cosa lógica teniendo en cuenta que ni siquiera ha pasado una semana de las elecciones. Así, insistió en que no tienen «ningún plan para cooperar con la misión de la Troika», a la que no ve «razón de existir». En contrapartida, aseguró querer toda la cooperación con «los socios europeos», con los que espera renegociar directamente el pago de la deuda. Para ello se reunirá la semana que viene con sus homólogos británico, francés e italiano.

Con quien no tiene previsto reunirse todavía es con el amo y señor de las finanzas alemanas, Wolfang Schäuble, que ayer ni siquiera esperó a que Dijsselbloem ejerciese de portavoz de sus designios. El ministro alemán aseguró que para poder seguir cobrando el rescate, Grecia tendrá que cumplir con lo acordado por los gobiernos anteriores, y con una pose de dudosa generosidad, añadió que Berlín seguirá siendo solidaria «solo en estas condiciones y en ninguna otra». «Sobre esto hay poco que debatir con nosotros y, además, somos difíciles de chantajear», concluyó.

Con palabras similares, Dijsselbloem insistió en que el Eurogrupo «está comprometido con apoyar a Grecia a condición de que Grecia cumpla sus promesas». En este sentido, recordó que el programa de rescate finaliza en febrero y que a día de hoy no hay «ninguna conclusión» sobre su continuación.

Sentarse a hablar

Las amenazas alemanas y europeas sobre el fin del programa de rescate en febrero, sin embargo, no causaron el efecto deseado en un Gobierno que ganó las elecciones denunciando precisamente los términos de dicho programa. Es por ello que ayer Varoufakis, que en campaña calificó el rescate de «error tóxico», recordó que su programa electoral «no admite el actual programa ni tampoco que la deuda pueda ser pagada». «Debemos encontrar una solución por el interés común europeo», añadió.

La digna respuesta del flamante ministro, sin embargo, no esconde el problema práctico que a corto plazo supondrá renunciar al rescate, por ejemplo para conseguir los 7.000 millones de euros que le faltan al Tesoro griego de aquí al mes de agosto. En una entrevista publicada ayer por «The New York Times», Varoufakis se mostró tajante: «No queremos los 7.000 millones». «Lo que queremos es sentarnos y repensar todo el programa», señaló, recordando que la tarea es «reestructurar la deuda y la economía para conseguir el dinero que necesitamos». «Sería como chutar una lata hacia adelante», añadió sobre los 7.000 millones de euros, que solo servirían, según él, para aplazar y de paso agravar los problemas de Grecia.

En este escenario es en el que cobran vital importancia los viajes que Varoufakis y el propio Tsipras realizarán la semana que viene a Italia y el Estado fancés, donde se reunirán con sus homólogos, en la búsqueda de una alianza capaz de plantar cara a Berlín, después del breve y fracasado intento del presidente francés, François Hollande, quien precisamente ayer se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel. Syriza como oportunidad de rejuvenecimiento de una vieja socialdemocracia.

También será el momento de tantear algunas de las ideas que, según medios griegos, los líderes de Syriza tienen en la cabeza, como son una moratoria del pago de la deuda de cinco años, la liberación de los objetivos de superávit primarios y la convocatoria de una conferencia internacional sobre la deuda. Al menos esta última idea estuvo presente en la reunión de ayer en Atenas, aunque Dijsselbloem fue tajante: «Esta conferencia ya existe y se llama Eurogrupo». En él se volverán a ver las caras él y Varoufakis en más de una ocasión en los próximos meses. Lo de ayer solo fue el primer «round».

China «comunista»

El Gobierno chino ha puesto el grito en el cielo por la intención de Syriza de frenar la privatización del puerto del Pireo, el mayor del Mediterráneo Oriental. La naviera estatal china Cosco controla ya dos tercios de las instalaciones portuarias.

«Solidaridad» Pigs

España,Portugal e Irlanda -que, con Grecia, forman los PIGS- son, con permiso de Alemania, los países más renuentes a negociar las condiciones de la deuda con Grecia. Y no solo es cuestión de insolidaridad de sus gobiernos, que también. Temen que un triunfo de Tsipras les eche directos a los leones electorales.