Aritz INTXUSTA-Ramón SOLA
Análisis | CAN y Osasuna, dos caras de un mismo hundimiento

CAN y Osasuna, las dos caras de un mismo hundimiento

Un mismo guionista parece haber escrito la historia del declive de Caja Navarra y Osasuna, desaparecida la primera y en el alambre la segunda. Hasta las fechas se solapan: 2002 marcó el punto de inflexión, con la llegada de Enrique Goñi y Patxi Izco de la mano de UPN. Errores de gestión, ambición excesiva, descontrol oficial, ocultismo y, finalmente, corrupción en dos instituciones vaciadas literalmente desde dentro.

La única distancia es la que media entre el ámbito bancario y el futbolístico. El resto de factores concurrentes en el desplome de la CAN y la actual zozobra de Osasuna resultan llamativamente idénticos. Dos instituciones torpedeadas por el régimen y hundidas desde dentro. El reflejo de una época y una forma de (des)hacer en Nafarroa.

Un origen modélico

La Caja de Ahorros de Navarra era, probablemente, la caja más solvente de todo el Estado con un coeficiente de 18,54%. Perdió algo de ratio cuando se fusionó con la Caja Municipal de Pamplona en 2000, pero aun así, andaba sobrada (14,16%). Este porcentaje es el resultante de una operación matemática que une lo que una caja o banco tiene (o vale) con lo que presta e invierte, y en la que se incluyen otras variables, como el riesgo de las operaciones que hace. En líneas generales, estas cifras de solvencia eran tan altas porque la caja no se metía en jaleos. El 80% de las oficinas las tenía en Nafarroa (conocía a sus clientes y sabía a quién prestar y a quién no) y contaba con un pacto de no agresión dentro de la Confederación de Cajas Vascas que le permitía tener un entorno tranquilo y estable. Lideraba la entidad Lorenzo Riezu, que no era un banquero, sino un contable que venía de la Hacienda pública. La caja era, en líneas generales, una entidad realista que se centraba en hacer negocios en Nafarroa y centrándose en los que podía sacar rentabilidad.

Osasuna quedó equiparado en 1992 con Barcelona, Real Madrid y Athletic, ahí es nada: sus cuentas estaban tan saneadas que se les permitió no convertirse en Sociedad Anónima Deportiva. Era el premio a la gestión impecable de Fermín Ezcurra, curiosamente un empleado de la Caja Municipal de Iruñea que en 1971 fue colocado al frente de Osasuna para vigilar el crédito dado a un club que vagaba por la Tercera División. En apenas una década, «Ezcurrica» puso al equipo en Primera sin gastar una peseta más de las que entraban en sus arcas, encadenó la mayor racha en esta categoría (catorce años), lo llevó a Europa dos veces (1985 y 1990) y hasta aumentó el patrimonio del club con la construcción de Tajonar.

El punto de inflexión

Tras la fusión, la CAN tenía un poder terrible en Nafarroa y era una institución golosa. Su conservadurismo chocaba con una nueva élite que ansiaba más poder y que lideraba Miguel Sanz y en la que se incluían por ejemplo Javier Taberna o Antonio Catalán. Ellos buscaron a un nuevo director para la caja, un hombre joven y ambicioso: Enrique Goñi Beltrán de Garizurieta. Este ejecutivo había hecho muy buenos contactos en Barcelona. En particular, se vinculó a Ricardo Martí Fluxá, un fontanero del Estado cercano al Rey y que en el año 2000 estuvo negociando con ETA en Zurich. Hubo resistencias, en particular de los Urangas, pero finalmente Sanz logró colocar a Goñi primero al frente de la Corporación Industrial y, al poco, de toda CAN.

Osasuna perdió la categoría en 1994. Coincidió además con la Ley Bosman y la supresión del derecho de retención, que mermaban la capacidad competitiva de los clubes de cantera. Ahí empezó a conocer la deuda, pero controlada. Incluso retornó a Primera en 2000, pero siendo muy consciente de que la permanencia sería ya más difícil. Desavenencias políticas con UPN precipitaron el adiós del presidente Javier Miranda, al que sustituyó en 2002 Patxi Izco, mucho más cercano al régimen. Sería el principio del fin.

El peaje de la «marca Navarra»

Como se ha señalado, Fluxá participó en las negociaciones de Zurich y mostró, fundamentalmete, dos obsesiones. La primera fue Udalbiltza, que en aquel momento era la gran institución política que unía a Euskal Herrria. La segunda, la posibilidad de que se creara un banco o caja común en Hegoalde. En aquel momento la Confederación de Cajas Vascas funcionaba bien, pero al Estado le convenía romperla. Así que Goñi reventó el pacto de no agresión con el resto de cajas confederadas. Empezó una campaña de expansión bestial (acabaría jactándose de abrir una oficina cada semana). Y la mayoría de las oficinas las abrió en la CAV, en lugares emblemáticos de las capitales, comprados a precio de oro.

Con un futbolero declarado (y exfutbolista) como Sanz en la Presidencia del Gobierno, Osasuna fue explotado como «marca Navarra», hasta el punto de cambiar el nombre de El Sadar por Reyno de Navarra. Los logros de mediados de la década (final de Copa en 2005, acceso a previa de Champions en 2006 y semifinal de Europa League en 2007) exacerbaron esta pretensión. Frente a la colaboración con el Athletic establecida en tiempos de Miranda, Izco llegó a la ruptura de relaciones por llevarse a los jóvenes Isma López y Eraso, hoy simples jugadores de Segunda en Sporting y Leganés.

El declive en la gestión

La absurda y ególatra campaña de expansión de CAN necesitó de muchos fondos. Dinero había, pero claro, la solvencia se resintió. El tiburón Goñi tampoco tuvo reparos en alimentar las inversiones de los «trepas» que le llevaron al poder. Así se perdió dinero en Marco Polo, en Oesia o en Ikusi (todas ellas vinculadas a Fluxá). Los gastos de dirección se multiplicaron. Goñi se subió el sueldo en reiteradas ocasiones hasta llegar a los dos millones de euros anuales (casi equivale a multiplicar por 10 lo que cobraba al inicio). Se dio orden de marginar a los cargos intermedios de tiempos de Riezu y Manuel López Merino (GARA publicó directivas secretas dando orden de «arrinconarles»). Se hizo una campaña de prejubilaciones para evitar toda contestación sin importar el coste (al final fueron unos 180 millones de euros en prejubilaciones).

Los déficit presupuestarios comenzaron a ser práctica anual en Osasuna, sin que ni siquiera los constantes traspasos de las joyas de la cantera equilibraran las cuentas. Tajonar se convirtió más en un problema que en una solución, acumulando un coste anual de cerca de siete millones difícilmente sostenible. Los directivos comenzaron a cobrar (en 2007 la asamblea echó atrás el intento de Izco de aprobar para ellos una partida de 290.000 euros, argumentando que era necesario tener una estructura directiva profesional).

Las «vacas gordas»

La CAN se hinchó como un suflé. Lanzó una campaña de publicidad muy agresiva que le acompañaba en su expansión, el «Tú eliges, tú decides». Goñi se inventaba tonterías supuestamente innovadoras porque ansiaba que le hicieran una reseña en «El País». Quizá la mayor sandez de esa época fue el «Crédito Osasuna», que era una especie de préstamo cuyo interés variaba según el resultado que obtenía el club rojillo. Se rumorea que nadie contrató la estrambótica idea del presidente. La caja también diseñó un proyecto para trasladar sus oficinas a Ezkaba, que incluía un funicular lanzadera capaz de subir a mil personas a la hora a la cumbre del monte para ir a la oficina. Para colmo, las oficinas no estarían en un edificio, se ubicarían bajo tierra.

En 2004 Osasuna rompió su escala salarial con la contratación de Savo Milosevic, pero como de sus botas llegó la fase deportiva más exitosa, esta tendencia se mantuvo. Por el desconocido caboverdiano Dady se pagaron 3,5 millones, una cifra modesta en el planeta fútbol pero que nunca había gastado Osasuna. Más asombrosa aún fue la contratación en 2008 del exseleccionador español José Antonio Camacho, muy alineado ideológicamente con el tándem Izco-Sanz (culpó de las críticas de la afición a la «política», como el líder de UPN, que en esa época dejó de ir al palco porque era increpado por los Indar Gorri). Su despido resultó carísimo, igual que luego el de José Luis Mendilibar, al que se echó al tercer partido de liga. Mantenerse en Primera contra viento y marea se convirtió en algo un tanto obsesivo («en esas circunstancias haces lo que sea», acaba de declarar Vizcay).

La falta de control

El Gobierno navarro tenía la obligación de inspeccionar el funcionamiento de la CAN. Sin embargo, la última inspección que ordenó data de 1976 y fue el propio Riezu quien la hizo. Los políticos prefirieron entrar a formar parte del festín cobrando cada vez dietas más altas. Aunque, siendo justos, no todos fueron iguales y habría que distinguir a Sanz del resto. Porque Goñi y Sanz lo hicieron todo en comandita, ya que al ser una caja aforada el presidente del Gobierno también la presidía.

Su condición, teóricamente privilegiada, de club de socios, sin accionistas, terminó dañando a Osasuna. Las juntas de compromisarios, sin información, resultaban insuficientes para controlar. Solamente Hacienda, es decir el Gobierno de UPN, era consciente del modo en que iba disparándose la deuda. No hizo nada para impedirlo. Conocedores de los entresijos del club sostienen que no pagar impuestos fue la fórmula elegida por Izco y Sanz para «compensar» la mejor fiscalidad para los clubes en las vecinas Gipuzkoa y Bizkaia. UPN pudo ajustarlo cambiando la ley cuando tuvo mayoría absoluta con CDN (2003- 2007), pero prefirió el camino más corto -e ilegal- de permitir los impagos.

El ocultismo

Cuando la CAN acabó vendiéndose por el 10% de lo que habían dicho que valía dos años antes, la petición de explicaciones fue masiva. El relato oficial hacía aguas por todos los lados. Y a toda petición de información le seguía un cerrojazo. El Gobierno negó sistemáticamente documentación al Parlamento. UPN y PSN se negaron en tres ocasiones a abrir una comisión de investigación. Asociaciones civiles como Kontuz resurgieron para pedir explicaciones. La respuesta fue siempre la misma: «Acudid a los tribunales». Y al final, hubo denuncia ante la juez María Paz Benito.

En Osasuna nadie fuera de la Hacienda era consciente de la situación. La falsedad en las cuentas parece evidente, aunque tendrá todavía que probarse en un tribunal. Como botones de muestra, en 2011 el experto en finanzas del fútbol y hoy gurú televisivo José María Gay de Liébana afirmaba: «Osasuna sí que sabe vivir de acuerdo a las circunstancias que hay». Y el presidente de la LFP, Javier Tebas, añadía en 2013: «La situación económica de Osasuna no es tan complicada como en otros clubes». Si los mayores expertos lo desconocían, ¿qué podían saber socios y aficionados?

La corrupción

Primero cayó el consejero Jesús Pejenaute, después de que Kontuz mostrara unos correos que probaban que había cambiado 300 billetes de 500 euros a otros más menudos siendo directivo de CAN. Luego llegó el escándalo de las dietas que puso a Barcina a las puertas del Supremo. Actualmente, se investigan diversos delitos societarios en la AN en un complejo sumario y el juez ya ha dado la orden a la Udef (la unidad especializada en delitos financieros) de investigar a Sanz y Goñi por si hubo enriquecimiento anómalo.

El alcance de la corrupción en Osasuna tendrá que determinarse, pero falta una explicación mínima de cómo se acumuló tal deuda en tan poco tiempo. Tras la confesión del exgerente Ángel Vizcay, grabada y con nombres concretos de jugadores del Betis, parece evidente que hubo intento de amaños al menos la liga pasada y quién sabe si antes. Y el Juzgado busca ya 3,7 millones de euros sacados sin explicación desde 2011.

El estallido del caso

El punto de inflexión en la CAN fue la judicialización de varios escándalos ya conocidos. En particular, el de las dietas. La juez Benito hizo una instrucción valiente y el cerrojazo se rompió, aunque para ello tuvo que enviar hasta en cuatro ocasiones a la Guardia Civil a la CAN para que le diesen las dietas de la Permanente. El Supremo cerró esa vía y el resto del caso sigue ahora en Madrid, pero a una velocidad más lenta y con mayor complejidad ya que investiga toda Banca Cívica.

Si alguna carambola hubiera mantenido a Osasuna en Primera el 18 de mayo del pasado año, es muy probable que todo siguiera oculto. Aquella tarde, con cara de funeral, el presidente, Miguel Archanco, dio la primera señal: «A lo mejor esto nos va a ayudar a bajarnos a nuestra realidad». La frase sorprendió y hasta se criticó, pero hoy sabemos que Archanco se quedó corto. No ha sido una bajada, ha sido un batacazo de pesadilla.

Y la conclusión

Al final, Nafarroa se ha quedado sin su principal instrumento financiero. Tan solo resta una fundación que controla el 1% de Caixabank. Lo que supone esto es que ahora el Gobierno tiene que financiarse con bancos como el Santander. No obstante, también el régimen navarro y las élites que han causado el desastre han perdido lo que ha sido su gran chiringuito en los últimos años.

¿Y Osasuna? El futuro no puede pintar peor. A la propia losa de la deuda se suman tres amenazas más: El descenso por sanción si hubo amaño de partidos, el expediente abierto por la UE a los cuatro equipos que no son sociedad anónima por supuesta situación ventajosa, y la queja ante Europa por presunta ayuda ilegal en el rescate aprobado por el Parlamento navarro. Sin olvidar la parcela deportiva, en la que no hay casi opciones de un ascenso balsámico y resulta más probable pelear por no bajar a Segunda B. Cualquiera de las cuatro espadas de Damocles podría caer y abocar al club a la desaparición o la refundación.

La auditoría confirma que se cobraban dietas, siempre negadas

Las primeras filtraciones de la auditoría hecha por el Consejo Superior de Deportes a Osasuna (habrá más informes) llegaron ayer a ``Diario de Navarra'' y afirman que las directivas de Izco y Archanco cobraban gastos de viaje y dietas, algo que casi siempre había sido negado. Se han analizado las cuentas desde 2011, por lo que solo tocan al último año de la era Izco. Y detectan que en ese curso el entonces presidente ingresó hasta 22.500 euros por «provisión de gastos de viaje». Llegó a embolsarse por ello 2.423 euros en julio de 2012 pese a haber dejado el cargo el día 5 de ese mes.

En cuanto a Archanco, se constata que cobró en un solo año 72.218 euros por dietas y gastos que no han sido justificados. La existencia de dietas fue revelada por un vocal crítico de la Junta, Manolo Ganuza, tras dimitir, pero Archanco siempre las negó. No está claro si la cantidad se la apropió él en exclusiva o la repartió con su junta.

Sobre lo que no hay novedades es el misterioso apunte del Banco de España que habla de un crédito enorme de la CAN a Osasuna (55 millones de euros). Todas las partes lo niegan y entienden que se trata de un error, pero el apunte necesita una explicación y abunda en el caos creado en torno a Osasuna. GARA