Irati y otros hijos de presos necesitan de voluntad y recursos para cumplir su sueño

Hijas e hijos de presos vascos sueñan con estar cerca de sus progenitores. Voluntad política y recursos parecen claves a la hora de atender su derecho en un escenario en el que las competencias de prisiones van a ser transferidas a la CAV. Se observa con interés la experiencia catalana.

Xabier Madariaga, Roberto Moreno y Pilar Kaltzada, en la biblioteca de Bidebarrieta. (Monika DEL VALLE/FOKU)
Xabier Madariaga, Roberto Moreno y Pilar Kaltzada, en la biblioteca de Bidebarrieta. (Monika DEL VALLE/FOKU)

Una mesa redonda promovida por la dinámica Irati gurasoekin Euskal Herrira! ha servido esta tarde en Bilbo para constatar la realidad a la que se enfrenta el Ejecutivo de Lakua en la gestión de las competencias penitenciarias, partiendo del hecho de que una legislación muy punitiva sigue viva y condiciona todo lo que se pretenda poner en marcha.

«Está en manos de la sociedad», ha señalado Roberto Moreno, responsable de Justicia en la Oficina del Ararteko, quien ha expuesto a grandes rasgos las grandes carencias que hay en materia de infraestructuras. Hace falta un módulo de madres en Zaballa, donde se reivindica que pueda convivir la pequeña Irati con su madre y padre presos, pero también en Bizkaia y Gipuzkoa.

La reivindicación de Irati gurasoekin Euskal Herrira! ha calado en la sociedad, como lo demuestran pronunciamientos como el de una mayoría política en el Ayuntamiento de Bilbo. Este caso también se ha conocido en el Parlamento de Gasteiz, a donde acudieron representantes de la dinámica y de Sare. Moreno ha saludado esta iniciativa y otras en defensa de los derechos de las personas presas y sus familias.

«Está todo por hacer», ha destacado, recordando que no hay plazas para que todos los presos vascos, sean de motivación política o sociales, puedan ser trasladados a un centro en suelo vasco. Ha cifrado en 700 las personas que estarían en esa tesitura, al margen de los presos políticos.

Nuevos centros penitenciarios pero sobre todo recursos, ha explicado Moreno, con unidades externas para madres, orientadas a la comunidad, escolarización y donde las comunicaciones y visitas tengan contacto directo primando el derecho del menor. Además, desde el Ararteko se ve necesario disponer en las tres capitales de pisos donde las familias puedan convivir. Para ello, es imprescindible una evolución en los grados partiendo de la necesidad de que dejen de vulnerarse los derechos de los menores.

El abogado, con amplia experiencia en el mundo de las cárceles, ha insistido durante su intervención en pedir más recursos, especialmente en el ámbito de la inserción, ya que para desarrollar un modelo propio son necesarias infraestructuras y personal cualificado. Moreno se ha preguntado si va a haber suficientes cuando en plena campaña de vacunación para combatir la covid-19 la población presa en la CAV no es una prioridad para Lakua a pesar de que la mayoría sufren graves patologías.

Tras la experiencia comunitaria del confinamiento, ha comentado que la sociedad ha tenido una oportunidad de conocer lo que es estar privado de libertad para salir a la calle. Asimismo, ha abogado por que la perspectiva de género, en concreto la feminista, guíe al Gobierno de Gasteiz a la hora de trazar su hoja de ruta una vez que asuma esas competencias.

Para el representante del Ararteko, Catalunya debe ser un ejemplo, dada la inversión realizada por la Generalitat para desarrollar su modelo, no solo en el sistema de corresponsabilidad parental, el trabajo con familias y las unidades dependientes con pisos donde las familias desarrollan su vida, sino con la creación de centros de inserción.

Mirando a Catalunya

A menos de dos semanas de que Irati pueda convertirse en una nueva niña de la mochilla, desde el salón de actos de la biblioteca Bidebarrieta se ha escuchado con interés la experiencia catalana después de que Pilar Kaltzada, subdirectora de Save The Children, haya detallado los derechos que asisten a la infancia, y que el periodista Xabier Madariaga haya aportado la experiencia que vivieron él y su equipo en la elaboración de un programa de ‘Ur Handitan’ sobre los niños de la mochila.

Javier Aranda, subdirector de Seguridad y Tratamiento de la prisión de mujeres de Barcelona, ha expuesto la realidad de las unidades de madres con las que cuentan. Con más de 30 años vinculado al medio carcelario, este maestro ha explicado la relación que mantienen con las madres para velar por una convivencia que trata de proteger los derechos de los menores.

Gracias a la colaboración con asociaciones externas, programan actividades y ayudan a que los pequeños sean escolarizados en la guardería municipal. Para que las madres conozcan ese espacio, se facilitan vídeos y fotografías del espacio.

Aranda ha detallado los sentimientos que tienen las presas, a las que la indecisión sobre si quedarse o no con sus hijas les atenaza, al tiempo que se sienten culpables de que les acompañen en prisión. También sufren la ansiedad de sentirse vigiladas sobre si son o no «una buena madre». El pedagogo ha considerado fundamental el acompañamiento.

Para Nuria Pujol, trabajadora social de la prisión de Brians 2, hay que mimar esa relación dentro y fuera entre padres e hijos. Trabajan con un grupo de responsabilidad parental, que ha permitido encuentros «increíbles» fuera de prisión entre las familias. Todo se complicó con la pandemia, por lo que han desarrollada actividades online, que permiten mantener vivo el vínculo filioparental.

Los programas en marcha, apoyados por la Generalitat, buscan explicar a los pequeños qué se van a encontrar cuando vayan a visitar a sus padres o argumentos para que estos expliquen a sus hijos por qué están encarcelados. También se han abierto unidades familiares en pisos y trabajan en un protocolo de vídeollamadas. «No podemos hacer las visitas como hace un siglo», ha apuntado Pujol.