Javier Rodrigo (Efe)

Kintoan Barna, un corredor verde de ochenta kilómetros que supera la muga

El monte Kinto es el núcleo vertebrador del programa europeo de cooperación Kintoan Barna, un corredor verde de ochenta kilómetros que supera la muga para establecer un territorio de oportunidades para el turismo cultural, el senderismo y el deporte de naturaleza.

Kintoan Barna establece una ruta de ochenta kilómetros que podrá hacerse a pie en siete etapas. (AYUNTAMIENTO DE ESTERIBAR)
Kintoan Barna establece una ruta de ochenta kilómetros que podrá hacerse a pie en siete etapas. (AYUNTAMIENTO DE ESTERIBAR)

El programa europeo de cooperación Kintoan Barna busca establecer un territorio de oportunidades para el turismo cultural, el senderismo y el deporte de naturaleza fijando un corredor verde de ochenta kilómetros que supera la muga. Es una iniciativa cofinanciada al 65% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

El proyecto pretende establecer una zona con atractivo turístico que cuenta con una gran oferta de productos locales, alojamientos de calidad y actividades vinculadas a la identidad y la historia común.

En el proyecto participan instituciones como los ayuntamientos de Esteribar e Iruñea y los concejos de Eugi, Zubiri y Larrasoaña; además de administraciones de Baigorri, Banka, Aldude, Urepel y Donibane Garazi, entre otros.

El eje vertebrador de esta iniciativa es el monte Kinto, incluido en la Zona de Especial Protección Monte Aldude, una gran masa forestal de gran valor ecológico en la que predominan las hayas y los pastizales.

Es una zona frecuentada por especies como el azor, el gavilán, el halcón, el milano, el águila real y el águila culebrera. Proliferan además mamíferos como el lirón gris, el gato montés, el ciervo, el jabalí y el gamo.

Maite Errea, concejala del Concejo de Eugi y coordinadora del proyecto, explica que los territorios en torno al monte Kinto «históricamente han estado muy relacionados» por prácticas como el contrabando, las formas de vida y el euskara. Pero «con el paso del tiempo prácticamente habían desaparecido esas relaciones» a causa de la muga, lamenta.

Ambición de cooperación

El germen de Kintoan Barna es una iniciativa anterior de Eugi con Aldude. Ese proyecto inicial puso en valor las antiguas instalaciones industriales para trabajar el cobre en Aldude y el hierro en Esteribar.

«Pasó ese proyecto y hubo más ambición de cooperación», señala Errea. Por ello, «hemos pasado a un proyecto más ambicioso en el que el concepto ya no es de dos localidades que cooperan, sino de un territorio», que se ha denominado Kintoan Barna.

Al amparo de este proyecto ya se ha creado una red de albergues municipales en Aldude, Eugi, Larrasoaña y Zubiri, que se suman a todas las instalaciones hosteleras existentes en la zona. También se trabaja para habilitar un área de autocaravanas.

Además, se crearán alojamientos habilitando algunos de los grandes búnkeres de la Segunda Guerra Mundial existentes en Kinto como refugios de montaña.

Están en marcha asimismo iniciativas para crear cuatro centros de interpretación, para potenciar todos los cotos mineros que existen en la zona y que sean visitables por los turistas y para impulsar actividades relacionadas con áreas como el deporte (bicicleta o running de montaña, entre otras), la música o el euskara.

Este corredor se plantea también como una ruta de ochenta kilómetros que podrá hacerse a pie en siete etapas, «que ya tenemos más o menos definidas», destaca Errea.

Entre lo urbano y lo rural

Iruñea aporta a este proyecto una dimensión más urbana, que tampoco pierde de vista lo rural, según la jefa del Servicio de Turismo de la capital navarra, María Bezunartea.

«Queremos que también le dé un valor un poco más innovador al introducir, en un proyecto que es meramente rural, una asociación entre lo rural y lo urbano. Enriquecemos así la oferta de otras localidades muy pequeñas que tienen pocos servicios. La oferta de la capital lo que hace es garantizar unos servicios mínimos a todos los turistas», resalta.

Bezunartea pone de relieve que en la actualidad, y más con la situación de pandemia, el turismo se ha alejado de las grandes aglomeraciones de personas y «ha tendido a ir a la parte rural» de una zona.

«Está claro que ahora está en boga ese tipo de turismo más tranquilo, más ligado a la naturaleza, a los paseos, incluso al conocimiento de lo que es la cultura de un territorio», afirma.

De esta forma, los 13 socios de este proyecto siguen trabajando e intentan coordinarse pese a las dificultades que impone la pandemia y a sus diferentes puntos de vista.