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Busturia coloca el adoquín en homenaje al vecino Ángel Lekuona, fusilado por los nazis en 1945

Busturia ya tiene su ‘Stolpersteine’, una placa-baldosa conmemorativa de las víctimas del nazismo, en homenaje a Ángel Lekuona. Este vecino de Busturia fue fusilado el 10 de abril de 1945 en el campo de concentración de Hraistko. 

 

Familiares de Anjel Lekuona, en el cementerio de Praga junto a la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro.
Familiares de Anjel Lekuona, en el cementerio de Praga junto a la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro. (IREKIA)

La localidad vizcaina de Busturia ha colocado este sábado un adoquín en memoria de una víctima del nazismo, el vecino de esta localidad Ángel Lekuona.

En Europa hay unos 75.000 adoquines de este tipo, denominados ‘Stolpersteine’, que tienen el nombre y la fecha de nacimiento y fallecimiento de una víctima del nazismo.

El adoquín de Busturia tiene la inscripción: «Aquí vivió Ángel Lekuona Beitia, nacido en 1913, detenido en Francia el 10 de julio de 1943; deportado en 1944 a Buchenwald, Flosserbürg. Asesinado el 9 de abril de 1945 en Hradischko».

Ángel Lekuona huyó al Estado francés tras la Guerra del 36 y cuando los nazis invadieron el Estado le deportaron al campo de concentración de Hraistko (República Checa), donde fue fusilado el 10 de abril de 1945.

Sus cenizas se conservan en un cementerio de Praga, al que la familia llevó el pasado abril tierra de su lugar de nacimiento, el caserío Apraize, del barrio de Altamira de Busturia.

Rescatar la memoria

La directora de Gogora, Aintzane Ezenerro, ha considerado que rescatar la memoria democrática es «recordar el sufrimiento injustamente padecido por tantas y tantas personas», pero supone, sobre todo, «recordar el esfuerzo por construir y defender, aún en las peores circunstancias, una convivencia democrática y una sociedad basada en la defensa de los derechos humanos, la paz y la libertad».

«Esa memoria, la memoria en positivo, la que refleja el lado más humano de la persona, es la que debemos rescatar para fortalecer el compromiso por los derechos humanos» para recordar, más ahora en un contexto de guerra en Europa, «lo vulnerable que es la paz, con qué facilidad se rompe la convivencia democrática».

Ha subrayado una de las principales funciones de la recuperación de la memoria: «Ayudar a todas y a todos, pero sobre todo a las generaciones más jóvenes que no han conocido la guerra y la violencia, a comprender el alcance de la pérdida cuando se pierde la democracia».

Según un estudio del instituto Gogora, 253 vascos fueron deportados a campos de concentración nazis, de los que 113 murieron (el 47%), 125 salieron con vida y se desconoce lo sucedido con otros 15. Dos terceras partes de los que murieron lo hicieron en el campo de Mauthausen.