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Saint-Pierre-Quiberon

La localidad bretona de Saint-Pierre-Quiberon crea una ‘reserva de olas’

Preservar las olas más famosas de un paisaje para las generaciones futuras: en Bretaña, el pueblo de Saint-Pierre-Quiberon ha aprobado la creación de la primera ‘reserva de olas’ del Estado francés, con el objetivo de proteger este patrimonio de la intervención humana.

La Costa Salvaje de Quiberon, un paraíso para los amantes de la naturaleza.
La Costa Salvaje de Quiberon, un paraíso para los amantes de la naturaleza. (Damien MEYER | AFP)

A primera vista, en la llamada Costa Salvaje de Quiberon, las olas del Océano Atlántico que chocan contra los acantilados no parece que estén siendo amenazadas. Sin embargo, la localidad bretona de Saint-Pierre-Quiberon votó en febrero pasado la creación de una ‘reserva de olas’ de unas 30 hectáreas, con el objetivo de «preservar y promover su riqueza y calidad».

En su declaración de utilidad pública, el Ayuntamiento las califica de «olas excepcionales» y que constituyen «patrimonio y recurso natural, deportivo, socioeconómico y cultural».

Aunque parecen inmutables, las olas están, sin embargo, condenadas a morir, según explica la asociación France Hydrodiversité, que lucha por protegerlas, al igual que la ONG californiana Save the Waves.

Por ‘ola’ se refieren a las olas más emblemáticas, a las que incluso aparecen reflejadas en novelas, cuadros y descripciones de guías; esas que atraen a miles de turistas y surfistas hasta la costa, y cuya fuerza hace que hasta tengan nombre.

Angelu y Mundaka

«Las olas son vulnerables y la intervención humana puede amenazarlas, amenazar su calidad o incluso hacerlas desaparecer», advierte Grégoire Touron-Gardic, investigador de la Universidad británica de Portsmouth, especializado en la gestión de áreas marinas protegidas.

Por ejemplo, la mítica ola de La Barre en Angelu, en la costa de Lapurdi, punto de encuentro de los surfistas más experimentados en los años 60, ha desaparecido a consecuencia de la construcción de un dique a la entrada del puerto que ha modificado la dinámica de las corrientes y la sedimentología.

En Bizkaia, la ola de Mundaka, considerada una de las mejores de Europa para el surf, se desvaneció tras un dragado que cambió la naturaleza del suelo.

«Las olas están vivas»

En el origen de la iniciativa de Saint-Pierre-Quiberon está el surfista bretón Erwan Simon, cofundador de France Hydrodiversité. «Sí que se protege la biodiversidad, pero las olas no están vivas y no tienen estatus legal en Francia. Sin embargo, cada ola es diferente y la hidrodiversidad, la diversidad de formas y movimientos del agua, deben empezar a protegerse», argumenta el Simon, quien recuerda que tales reservas ya existen en Perú, Estados Unidos y Australia.

Sin valor legal, la joven ‘reserva’ bretona sí que tiene una importancia simbólica. «Nos comprometemos a no autorizar nunca más labores de extracción de arena o cualquier otro trabajo industrial que pueda causar un impacto en la forma de las olas», especifica la alcaldesa Stéphanie Doyen.

«Queremos consagrar este carácter patrimonial de las olas porque atraen a mucha gente, y lo hacemos recordando su vulnerabilidad y la importancia de protegerlas», agrega la alcaldesa.

«Las olas brindan muchos servicios al medio ambiente marino», explica el Touron-Gardic. «Participan en el transporte de sedimentos, permiten intercambios gaseosos agua-atmósfera y constituyen un entorno privilegiado para determinadas especies marinas», alega el investigador, que quiere convertirlo en una «herramienta de protección ambiental».

«Siempre habrá oleaje en la costa. Contribuye a muchas interconexiones entre la atmósfera, el océano y el entorno costero local», añade Julien Touboul, subdirector del Instituto de Ciencias del Océano de Marsella.

«El objetivo es reconocer a la ola como un fenómeno excepcional que ocurre específicamente en un lugar», añade Frédéric Habasque, geólogo y cofundador de la asociación. «Si una ola desaparece, no la volveremos a encontrar. Aunque los científicos intenten modelar las olas con arrecifes artificiales, no podrán recrear artificialmente la ola de Quiberon», asegura.