Natxo Matxin
Redactor especializado en deporte. Osasuna

Nati Iraizoz, una pasión por la piscina que le llevó a ser campeona mundial

Nati Iraizoz fue campeona mundial máster de natación en 2015, premiando así su concienzuda preparación al regresar a la piscina cuatro años antes, cumplidos los 55. Desde entonces, la deportista navarra ha seguido conquistando retos y ya tiene en mente acudir a la próxima cita mundialista en Japón.

Nati Iraizoz, junto a las instalaciones del Club Natación, donde entrena casi a diario.
Nati Iraizoz, junto a las instalaciones del Club Natación, donde entrena casi a diario. (Iñigo URIZ | FOKU)

El deporte máster está falto de reconocimiento mediático, institucional y de los diferentes organismos derportivos. Un claro ejemplo de ello es Nati Iraizoz, una nadadora navarra que ha logrado títulos a nivel estatal, europeo y mundial, unos logros que resultan desconocidos para el público en general.

«Saben que existimos, porque pagamos la licencia, pero aquí en Navarra ponen todas las pegas del mundo, la Federación no nos hace ni caso, pasan olímpicamente», critica.

Iraizoz fue una nadadora destacada en la década de los 70 –llegó a ser internacional junior y firmó varios récords navarros–, pero la imposibilidad de compatibilizar sus estudios con la práctica deportiva le obligó a abandonarla.

Sin embargo, el gusanillo de la piscina siguió latente y, en cuanto su vida laboral y familiar se lo permitió, volvió a ponerse el bañador. Fue en 2011 en el iruindarra Club Natación y sin mayores pretensiones, pero como «me encanta entrenar» y tras incorporarse a un grupo de nadadores de Zarautz, el reto de volver a competir fue algo inevitable.

Y exitoso, además. «Aunque no sabía muy bien a qué me enfrentaba, el primer año nadé en cinco pruebas de los campeonatos de España y gané en todas ellas. Supongo que fue el momento propicio», se justifica.

Poco después, se enroló en el club guipuzcoano Kayros, creado por uno de sus entrenadores, quien le animó a competir a nivel internacional. Ahí surgió la opción de viajar a Kazan el verano de 2015, donde se hizo con el entorchado mundial en los 50 metros mariposa, un evento no exento de cierto caos organizativo, que se materializó «en esperas terribles para acceder a la piscina», recuerda.

Rememora cómo fue aquella prueba. «Mi principal competidora era una nadadora inglesa, que luego me reconoció que era especialista en dicha distancia. Lo cierto es que se produjo una salida un tanto rara, pero yo tiré hacia adelante y ella creo que tuvo ciertas dudas, por lo que al final no pudo alcanzarme. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta que no es fácil repetir un título mundial, solo hay décimas de segundo de diferencia y el acierto en un momento puntual es muy importante», valora Iraizoz.

Dos nuevos retos

Dos son los retos que a corto plazo tiene en su punto de mira. El primero, y más factible, ganar el octalón, que consiste en vencer en ocho pruebas a lo largo del año. El segundo, y más complicado, participar en los mundiales que se celebrarán este próximo verano en Japón. La buena relación que mantiene con las integrantes del grupo de sincronizada Mariburruntzi –ellas también tienen la intención de participar en dicho campeonato– puede facilitarle las cosas para formar parte de una expedición conjunta al archipiélago nipón.

Su intención, en todo caso, es nadar allí en aguas abiertas, una modalidad totalmente diferente a la piscina, «que requiere de una técnica distinta y de un gran sentido de la orientación para maximizar el rendimiento».

También necesita de otro tipo de preparación, aunque Iraizoz tiene claro que ahora se lo va a tomar con más calma. «El año pasado fui un poco kamikaze y entrené mucho. Llega un momento en el que te planteas si tanta intensidad es buena para la salud a nuestra edad», argumenta.

Lo que sí tiene claro es que, a diferencia de otros nadadores máster, lo que más le apetece es entrenar. «Bajo a la piscina cuatro días a la semana y dos hago algo de gimnasio, durante una media hora, que no me gusta mucho, la verdad», admite.

No pretende ser un ejemplo para nadie –«bastante hago con mantenerme yo»–, pero sí anima a seguir practicando deporte independientemente de la edad. «Osasunbidea nos tendría que hacer un descuento por mantenernos en forma», concluye.