Koldo LANDALUZE
BANDAS SONORAS QUE HAN HECHO HISTORIA

ENNIO MORRICONE, EL ADIÓS DE LA BATUTA SILENTE

Ennio Morricone, uno de los grandes compositores de bandas sonoras de todos los tiempos, falleció en la madrugada del pasado lunes en la clínica romana en la que permanecía ingresado por las complicaciones surgidas tras caerse días atrás y romperse el fémur.

Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto». Con estas palabras póstumas, leídas por el abogado y amigo del compositor Giorgio Assumma, Morricone explicó que solo hay una razón para despedirse de este modo: «No quiero molestar».

El profundo sentimiento religioso de Ennio Morricone siempre quedó plasmado en un estilo que, si bien subvirtió por completo el paisaje de las bandas sonoras mediante un estilo libre y juguetón, se revelaba sacro en la solemnidad de la mayoría de sus obras. Gracias a un muestrario de coros, gritos, chasquidos de látigo, aullidos de coyote y cascabeles, que alternó con poderosos bloques de cuerda y viento, Morricone –en complicidad con su gran amigo, el cineasta Sergio Leone– alteró por completo un género tan profundamente estadounidense como el western. Cineasta y compositor lograron que sus respectivos modelos no solo se afianzaran en Europa sino que fuesen adoptados –con muy desigual fortuna y a excepción de los filmados por Clint Eastwood– en el propio Hollywood. La llamada “Trilogía dólar”, compuesta por “Por un puñado de dólares” (1964), “La muerte tenía un precio” (1965) y “El bueno, el feo y el malo” (1966), fue la tarjeta de presentación que Morricone mostró a una industria que lo acogió con los brazos abiertos. En relación a su profesión, señaló que «el compositor, como todos los que desarrollan una actividad creativa, tiene que trabajar. Si estudias algún compositor importante de la historia de la música, como por ejemplo Bach, verás que él completaba un trabajo al día, y al cabo de algunas semanas tenía la cantata prometida para tocar en la iglesia. El problema surge cuando uno no trabaja: el problema es estar parado porque las ideas no surgen. Uno podría estar preocupado por la página en blanco y por lo que se debe hacer, pero lo más importante es trabajar y tener ganas de trabajar. El estímulo que surge entre un trabajo y otro siempre trae consigo nuevas ideas y nuevos experimentos».

 

Una búsqueda constante

Nacido el 10 de noviembre de 1928 en Roma, inició su carrera de música tocando la trompeta. Pero no tardó en caer seducido por los sonidos del cine y abandonó su formación clásica. Una etapa que el músico recordó de esta manera: «Una de las razones por las que dejé la música clásica es porque no podría vivir escribiendo música para conciertos. Ha sido una razón de supervivencia, de necesidad de ganar para vivir, no ha sido una verdadera elección. No me arrepiento de esta elección en estado de necesidad porque la música de cine me ha dado mucho. Y no hablo de ganancias, sino de formación, de investigación y, sobre todo, porque me ha exigido estar siempre en un estado de constante búsqueda. Todo ello me ha permitido plasmar mis tendencias en la música de cine». Autor de más de 400 bandas sonoras, topamos entre sus composiciones las que creó para “El clan de los sicilianos” (1969), “Novecento” (1976), “Días del cielo” (1978), “La misión” (1986), “Los intocables de Elliot Ness” (1987), “Cinema Paradiso” (1988), “La batalla de Argel” (1966), la banda sonora de “Sacco y Vanzetti” (1971) –que incluye el antológico tema interpretado por Joan Baez “Here’s to You”– y el excelente tema cantado por Dulces Pontes “A brisa do coraçao” que cerraba el filme “Sostiene Pereira” (1995).

No obstante y a pesar de todos estos títulos tan conocidos, tal vez sea en la banda sonora que compuso para “Érase una vez en América” (1985) donde se concretó la gran madurez creativa del maestro italiano. Es esta película, la última que dirigió su amigo Sergio Leone, el director le pidió una partitura que fuera completamente distinta al resto. El ejemplo más claro de este reto fue el tema “Poverty”. A través de esta pequeña composición, Morricone expresó el agotamiento, dolor y emoción inspirados por un Sergio Leone que, muy enfermo, logró finalizar su proyecto más querido y agotador.