Pili Erro Azanza y Maura Rodrigo Alcala I Del Area de la Mujer de CGT-Nafarroa

8 de marzo: nos sobran motivos

Son innegables los avances que la lucha de las mujeres ha ido forjando a través de la historia. Grandes hitos o pequeños logros, grandes figuras del feminismo o mujeres anónimas, todo un camino de transformaciones en los ámbitos público y privado. No obstante, para nada es un camino concluido. Hoy la pobreza tiene de forma predominante en todo el planeta, como no, rostro de mujer, las “nadie” que padecen dobles y triples discriminaciones. Así mismo, se habla de mujeres que alcanzan puestos de poder político, empresarial o financiero pero perduran otros muchos y cotidianos techos de cristal: a igual trabajo igual salario, las mismas opciones de salir del paro, no recibir tratos degradantes ni acoso por parte de sus jefes y/o compañeros, lograr un reparto justo de los trabajos de casa para recuperar el tiempo que les pertenece, no ser agredidas por sus compañeros, respeto a decidir sobre sus propios cuerpos, su sexualidad...No nos engañemos, aún queda mucho por hacer.

A día de hoy, los medios se escandalizan de los roles de género que dicen los estudios, tiene la juventud. Impacta que a pesar de los años de lucha y reivindicaciones del movimiento feminista, una parte importante de las nuevas generaciones nos sorprenden con planteamientos que perpetúan los roles de género, en los que el varón es el agente dominante y la mujer el sujeto dominado. Así, todo lo aprendido y exteriorizado en forma de conductas machistas, más o menos visibles, más o menos intensas, siguen cayendo sobre las espaldas de las mujeres jóvenes, perpetuando yugos ancestrales.

El poder, el patriarcado, es sutil y hábil cuando se trata de perpetuar su credo. Cuando accede la mujer al trabajo remunerado, se crea una nueva mujer que tiene que ser excelente profesional, perfecta madre y compañera, y además tener un aspecto impecable, cuerpo de vértigo, tacones de espanto, en definitiva, nuevos yugos y mordazas.

Y no es posible ver la tele, escuchar la radio, ojear una revista convencional o mirar un escaparate de tienda de ropa o de juguetes sin sentir esas omnipresentes patri-arcadas, que no son sino la reacción virulenta de nuestros cuerpos al patriarcado. Maldita dolencia crónica que se extiende, maligna, por todos nuestros sistemas y aparatos. El machismo está en las instituciones, está en el lenguaje, en la calle, en el “insti”, en el curro, en el sindicato y en el bar, el patriarcado es estructural.

De todos modos, hay momentos en los que me siento mejor, mi estómago está contento y relajado cuando veo la dignidad de tantas mujeres que luchan de muchas formas por sus derechos. Por ello, sigue teniendo sentido que el 8 de marzo sigamos saliendo a la calle para expresar de forma colectiva, mujeres y hombres, nuestra voluntad de alcanzar una igualdad real, tratando de socavar las bases del patriarcado y de la opresión. Nos vemos a las 12 h en la Plaza del Castillo. Salud!

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