01 DéC. 2024 PSICOLOGÍA Cambio de armario (Getty) IGOR FERNÁNDEZ Ya va llegando el invierno y, aunque en nuestra tierra a veces no difiera de algunas semanas de verano, se aproxima un cambio de armario. Y es que no siempre podemos ir vestidos de la misma manera si atendemos a nuestras necesidades térmicas. La ropa nos adorna, nos oculta, nos enmarca, y también nos protege, ya que nuestra piel desprovista de pelo es francamente frágil. También psicológicamente tenemos diferentes atuendos que usamos para afrontar distintas situaciones, no solo como máscaras que nos ocultan de forma falaz, usadas cínicamente con una intención de manipular, sino simplemente como presentaciones de nosotros mismos, de nosotras mismas, que entendemos que van a poder responder o manejar mejor una determinada situación. Y, psicológicamente, quizá también podríamos intentar elegir conscientemente el atuendo que nos ponemos para cada ocasión. La elección del ‘modelito’ puede ser impulsiva, puede tratar de transmitir una sensación deseada, puede que tiremos de la ropa cómoda y antigua o de la nueva pero que aún roza, etc. Quizá nos presentamos a los demás o a nosotros, a nosotras, de una forma conocida pero que no sirve para todas las ocasiones, y está bien darse cuenta. A veces, las personas nos sentimos atrapadas en nuestro ‘atuendo’, en un patrón que nos coloca siempre en una determinada posición ante una determinada situación; y olvidamos que en otros lugares actuamos con un repertorio de recursos diferente. No siempre podemos vestirnos igual, por ejemplo, ir por el mundo sintiendo que todo nos pertenece y los demás son quienes tienen que apartarse, o encerrándonos en nuestro victimismo in aeternum. Hay un momento para cada atuendo y poder cambiarlo nos permite adaptarnos mejor, sin que eso tenga nada que ver con la hipocresía. Quizá he necesitado ser más frío en una conversación con alguien a quien en el fondo no le importo tanto -para estar más satisfecho conmigo después-, o quizá he necesitado aflojar un poco y mostrar más de mi sensibilidad a quién está intentando ayudarme; pero más allá del resultado, del acto, hay una actitud, es decir, una predisposición a iniciar por mi parte una inercia que lleve lo que voy a vivir en la dirección que necesito o deseo. Es algo así como colocarse en un lugar por dentro que suponga una invitación a que las cosas salgan de una determinada manera. Y si uno se pierde en el proceso, recordar por qué y para qué eligió ese atuendo antes de que empezara el estrés o la incertidumbre que le hace sentirse perdido, perdida. Tenemos muchas caras, muchas facetas posibles que pueden interactuar internamente, que pueden prestarse recursos y colaborar. Quizá necesito algo de mi rol profesional en mi vida personal, o algo de mi capacidad de disfrutar en mi vida profesional… Sea como fuere, hay momentos para cada cosa, incluso para deshacerse de la ropa que a uno ya no le vale.