7K - zazpika astekaria
LITERATURA

Vivir entre libros


Como en tantas obras de ficción, la protagonista de esta novela, Carmen, una bibliotecaria que ha acabado arrinconando sus creencias feministas de juventud para terminar siendo la “segunda de abordo” de un galán diplomático, responde a una condición anónima y probablemente únicamente existente en la imaginación de su creador. Sin embargo, tan importante como este matrimonio instalado en una apacible -pero más bien insulsa- cotidianidad, resultan otras presencias que responden a los mucho más reconocibles nombres de Eugenio Montale, Friedrich Nietzsche, Homero, Gabriel García Márquez o incluso el propio firmante de este libro. Todos ellos, y otros cuantos más, son los que a través de su escritura han deletreado muchas de las incertidumbres que alimentan la forma de entender el mundo por parte del personaje principal.

Entre los siempre resbaladizos -y amasados para la conveniencia propia- recuerdos y las posibles decepciones derivadas de las expectativas encomendadas, esta historia toma rumbo, en una misión de recuperación de la memoria afectiva pero también del cumplimiento de una promesa demasiado tiempo postergada, hacia el pueblo costero italiano de Monterosso, lugar donde el inolvidable primer fogonazo romántico quedó inconcluso. Un viaje espoleado por la búsqueda de convertir en realidad esos majestuosos paraísos artificiales fabricados por la literatura pero enunciado sin embargo por la más prosaica realidad, esa que un día nos anunció con voz temerosa que salir a la calle significaba un riesgo para nuestra salud.

Con esos mimbres, el autor holandés recrea, a través de una madeja de equívocos y casualidades, todo un delicioso y por momentos magistral enfrentamiento entre quien considera que solo merece la pena interpretar aquellas historias que son dignas de ser contadas y todo un escenario empeñado en configurarse en torno a las noticias del periódico, o en el mejor de los casos a los juguetones caprichos del destino.

Un afable y melancólicamente luminoso retrato, casi tanto como el evocador recuerdo que han legado los atardeceres de aquel pequeño paraje visitado en la infancia, decorado por personalidades de identidades múltiples que a la postre serán capaces de enseñar a Carmen, constante aspirante a ser ilustre protagonista de las mejores páginas de la literatura, que la vida no es otra cosa que ese prolongado intervalo transcurrido mientras intentamos conquistar nuestros sueños.