31 MAI 2015 MIRADA AL MUNDO Rumbo al desguace Dominique Schroeder {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Cada semana, veinte barcos ponen rumbo a Asia para realizar la que será su última travesía, ya que cuando lleguen a su punto de destino serán desguazados en lugares donde la contaminación y la seguridad que entraña despiezar un navío no parecen preocupar demasiado. Hasta finales del pasado mes de marzo, un total de 257 navíos comerciales y militares han sido apartados de las correspondientes flotas para su desmantelamiento, una operación en la que, a lo largo de todo un año, se ven inmersas unas mil embarcaciones, según datos aportados por la asociación Robin des Bois (Robin Hood) en su boletín “Al desguace”. En principio, el desmontaje de esos 257 barcos permitiría reciclar 2,34 millones de toneladas de metales, aunque también supone tener que gestionar más de 100.000 toneladas de desechos tóxicos, según señala el presidente de esta ONG, Jacky Bonnemains. Hay que tener en cuenta que esos navíos, con una edad media de 28 años y que a menudo tienen mucho mantenimiento durante su explotación, además de hierro, contienen amianto, plomo, lodos de hidrocarburos, PCB (policlorobifeniles) y otros desechos tóxicos. Por ejemplo, en un petrolero de 300 metros, «hay 25 toneladas de pintura tóxica en el casco externo para impedir la adhesión de algas y conchas, unas 2.000 toneladas de lodo de hidrocarburos y entre seis y ocho toneladas de amianto puro», señala Bonnemains. Aunque en la Unión Europea también se desguazan buques, en el primer trimestre de 2015 tan solo se han desmontado siete barcos, lo que evidencia que la mayoría pone fin a su vida útil en Asia. Según datos de la citada ONG, el 90% de los navíos jubilados son desmantelados en ese continente, donde los principales destinos son Bangladesh, India, China y Pakistán. Pero ¿por qué en Asia precisamente? Bonnemains responde que la razón última es que allí «se necesita chatarra». La tonelada se vende a 400 euros, el doble que en Europa, y además, el coste de la mano de obra es mucho más barato y las normas de seguridad y gestión de desechos son menos estrictas. De hecho, los obreros que se ocupan de esta tareas corren el riesgo de asfixiarse en espacios mal ventilados como las cisternas. También pueden resultar heridos por la explosión de desechos no identificados o a causa de una mala praxis en la descontaminación. Incluso es posible que se contagien de enfermedades transmitidas por roedores, insectos y otras amenazas presentes especialmente en los viejos barco-fábrica pesqueros y cruceros. Una muestra de que esos riesgos son muy reales la tenemos en India, donde cinco obreros perdieron la vida y una decena resultaron heridos por una explosión en junio del año pasado mientras desguazaban las cisternas del buque Perintis. A estos peligros más inmediatos, se suman los riesgos a largo plazo por la exposición a sustancias como el amianto o el sarro de radio (radiactivo). Según un estudio universitario realizado en India, en treinta años se han contabilizado 470 muertos en los centros de desguace del país. Desde hace años, las ONG reclaman un reglamento específico para el desguace de navíos, ya que incluso algunos buques viejos ni siquiera llegan a Asia y se oxidan durante meses o años en los puertos donde fueron amarrados por prudencia u obligación. Como señala Christine Bossard, portavoz de Robin des Bois, «en algún momento debería aplicarse la Convención de Hong Kong (para el reciclaje seguro y ecológicamente racional) de navíos, pero esta tiene que ser ratificada por quince países que representan el 40% de la flota mundial». Hasta ahora, únicamente el Estado francés, Noruega y Congo Brazaville lo han hecho, se lamenta Bossard. Así que, por el momento, la legislación que se lleva a término es el reglamento europeo sobre reciclaje de barcos, que «solo se aplica a los navíos con bandera europea», según señala Bonnemains. Aunque el panorama se presenta bastante sombrío, la ONG destaca algunas noticias positivas, como el aumento de los controles en el marco de la cooperación regional reforzada y también la suerte que ha corrido un barco como el Zorturk. Este navío de mercancías, que ha tenido infinidad de deficiencias y ha coleccionado pabellones a lo largo de su vida útil (Belice, Camboya, Corea del Norte, Georgia y Togo), hizo aguas frente al puerto de Saint Nazaire, en el Estado francés, y por ese motivo, su desguace se va a realizar en ese lugar, evitando que pueda ser utilizado para traficar con inmigrantes en el Mediterráneo, ya que «son exactamente este tipo de barcos los empleados para el tráfico de seres humanos».