13 DéC. 2015 el retorno de la saga estelar «Star Wars» un universo muy, muy paralelo El estreno de «Star Wars. Episodio VII». El despertar de la fuerza» se ha convertido en el evento cinematográfico del año, lo que ha propiciado una nueva expansión en el universo paralelo que se gestó a raíz de la primera entrega del año 1977. Koldo Landaluze {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Sobre fondo negro aparecen impresas las palabras que dan sentido a un sortilegio que en breve volverá a repetirse: «Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana....». El resto ya forma parte de un ritual imperecedero. A tan solo tres segundos de distancia de esas palabras mágicas, la sala de cine se sobresalta con la andanada de metales y percusión de una música que acompaña la irrupción de dos palabras: “Star Wars”. El compositor John Williams hace chasquear su batuta en pleno frenesí sonoro, más palabras acaparan el protagonismo de la pantalla y conforman un texto que progresivamente se diluye en el infinito de una oscuridad que comienza a teñirse de estrellas y planetas diminutos. En aquel instante preciso, y con tan solo un ligero movimiento de cámara, nuestra infancia cambió por completo cuando visionamos la irrupción de una pequeña nave perseguida por un interminable crucero imperial. “La guerra de las galaxias” pertenece a esa rara clase de fenómenos sociales que se gestaron en una sala de cine y ha subvertido los códigos generacionales, lo que provoca que padres, hijos y nietos compartan la magia original de esta singular experiencia cinematográfica que nació en 1977 y de la que se han escrito infinidad de tratados. Hace mucho tiempo, en un rincón de la galaxia de Hollywood, el agente de un cineasta llamado George Lucas cruzó el umbral de los estudios 20th Century Fox portando bajo el brazo un guión. Antes de esta secuencia, el agente Jeff Berg ya había peregrinado por otros estudios y había recibido el mismo «no» por respuesta: A los jóvenes ya no les interesaba la ciencia ficción. Sandy Lieberman fue uno de los primeros que ojeó aquel libreto original en su despacho de la Fox. Representante de actores como Richard Harris, directores como Sergio Leone o Ridley Scott y productor en películas como “Blade Runner” o “Carros de Fuego”, Lieberman se encontraba en aquellos días en la Fox intentando descubrir un nuevo talento entre la generación de nuevos cineastas que había irrumpido en un Hollywood necesitado de sabia nueva. El propio Lieberman narró a GARA el primer encuentro con George Lucas: «Cuando entré en la 20th Century Fox, descubrí un grupo de nuevos cineastas que llevaban unas barbas muy extrañas, me recordaban a los monjes de algún monasterio lejano. Eran jóvenes autosuficientes, que sabían de todo: sistemas de sonidos, dirección de actores, sabían escribir guiones, trucos de decoración, montaje... y proponían una historia diferente. George Lucas, que lideraba ese grupo, me enseñó el guión de ‘La Guerra de las Galaxias’. Hasta ‘Star Wars’, las películas de ciencia ficción estaban en su mayoría reservadas a películas de serie B. Era una apuesta arriesgada pero fascinante y, tras varias negociaciones, convencí a Alan Ladd, por entonces uno de los ejecutivos más respetados y presidente de la 20th Century, para producir la primera película. Fue un éxito. El equipo de Lucas era muy perfeccionista, tanto que para el estreno de la película contrataron a un grupo de personas que viajó por todos los cines del mundo en los que se proyectaría la película con la misión de comprobar que todas las salas tenían las instalaciones adecuadas: equipos de sonido, proyectores de alta calidad, butacas cómodas...». Un space opera con muchas referencias. El hijo del célebre actor Alan Ladd que trabajaba como productor ejecutivo de la Fox, confesó a Berg su admiración por la primera película de Lucas (“THX 1138”) y no dudó en apoyar este nuevo proyecto en apariencia insensato. Puso al servicio de Lucas 50.000 dólares para que terminara el guión y 100.000 más para asegurarse de que Lucas dirigiría la película. En los despachos de la Fox comenzó a cobrar interés este proyecto y el estudio ofreció al cineasta medio millón de dólares por su trabajo. Lucas rechazó esta suculenta oferta a cambio de quedarse con un porcentaje de taquilla y los derechos mundiales del merchandising que tenía proyectado poner en el mercado. Mientras los altos jerarcas de la compañía sonreían y se regocijaban por el excelente trato que habían hecho, el tiempo se encargó de dar la razón al cineasta, ya que la promoción comercial ha generado mayores ingresos que aquella primera entrega de “La guerra de las galaxias”. En los años 70 el cine, y especialmente la ciencia ficción, no pasaba por su mejor momento pero este proyecto sacudió por completo las taquillas del mundo al recaudar 300 millones en su estreno. La primera historia que debía contar esta monumental space-opera narraba las aventuras de una princesa llamada Leia en el siglo XXXIII. La protagonista debía pelear contra la dictadura del Imperio con la ayuda de un viejo general Jedi llamado Luke Starkiller. En su huida, Leia se refugia en el planeta Aquile, donde conoce a una banda compuesta por diez niños que serán adiestrados por el viejo maestro Starkiller para combatir a las fuerzas del mal. Como se puede comprobar, muy pocas cosas quedaron de esta idea primitiva en la primera entrega de la saga, la cuarta si se tiene en cuenta la cronología de Lucas. En aquel primer libreto había un lagarto de siete patas dotado de largas branquias llamado Han Solo y alguien pensó, con buen criterio, que este personaje no podía resultar excesivamente atractivo para la princesa Leia. La primera opción para este personaje, ya en su formato humano, fue el actor afroamericano Glynn Turman, le siguió Christopher Walken y el elegido finalmente fue Harrison Ford, un actor apenas conocido y que con anterioridad había trabajado a las órdenes de Lucas en “American Graffiti”. El primer Luke Skywalker iba a ser encarnado por Will Seltzer y la princesa Leia por Terry Nunn. Finalmente, Lucas optó por Carrie Fisher –hija de la actriz Debbie Reynolds y el cantante Bobby Fisher– y un desconocido llamado Mark Hamill. La primera opción de Lucas para el papel de Obi-Wan Kenobi siempre fue el prestigioso actor japonés Toshiro Mifune –recordado por sus participaciones en las películas de Akira Kurosawa–, pero sería el gran actor británico Alec Guinnes el encargado de portar la espada láser del legendario caballero Jedi. A pesar de que no figuren en los créditos, el argumento original estaba basado en la novela “Hágase la oscuridad”, de Fritz Leiber, y todas las escenas y combates galácticos en “La legión del espacio”, de Jack Williamson y en un viejo cómic de comienzos del siglo XX titulado “Gernsback Space Flyer”. Con estas referencias, Lucas también se sirvió del cine clásico de capa y espada, el western y el cine de samuráis que tanto le apasionan para elaborar su propuesta monumental. De esta fusión ingeniosa surgió una obra encaminada al público infantil que cautivaba por su ingenuo planteamiento original y una puesta en escena apabullante y repleta de grandes hallazgos visuales. Las palabras del actor Mark Hamill pueden darnos una idea aproximada de la mentalidad de un cineasta que supo captar a la perfección las inquietudes de los espectadores más jóvenes y, por extensión, de quienes todavía sueñan con lo que sintieron ante la pantalla: «Con el tiempo –dijo Hamill–, me di cuenta de que George era un actor frustrado que en realidad hubiera querido hacer mi papel de Luke Skywalker y que la película se podía haber llamado sencillamente ‘La guerra de George’. Para él la película era como un juguete grande del cual pudo disponer durante muchos años. Durante el rodaje en Gran Bretaña, Carrie Fisher se trajo una pistola de helio, una réplica de la película de Buck Rogers, y se la dejó a George. Le vimos desde entonces jugando con ella por los pasillos y nunca se separó de ella durante el rodaje». “La guerra de las galaxias” –cuyo título completo y original se recuperó posteriormente:“Star Wars IV: Una nueva esperanza”– se estrenó en las salas estadounidenses el 25 de mayo de 1977 y la premier europea tuvo lugar en Zinemaldia con las presencias de Carrie Fisher y Harrison Ford. Muy pocas veces un estreno había generado tanto interés, las colas de espectadores doblaban las esquinas, los cines la proyectaban en horario continuado e incluso en algunos no se interrumpía la proyección durante las veinticuatro horas. Son muchas las personas que sostienen que su vida cambió tras visionar este filme y cineastas como James Cameron, Ridley Scott o Peter Jackson han declarado la gran influencia que ha ejercido en ellos esta obra. Un universo paralelo. A medida que la galaxia de Lucas se expandía con “Star Wars: Episodio V. El imperio contraataca” y “Star Wars: Episodio VI. El retorno del jedi”, paralelamente se fue gestando un universo alimentado por una legión de seguidores de esta saga que han encontrado en lugares como el Comic-Con de San Diego uno de sus principales puntos de reunión. Durante cuatro días, la localidad californiana se convierte en el epicentro del cómic, cine y los videojuegos gracias una convención internacional de anime y arte popular que se escenifica del 21 al 24 de julio en el Centro de Convenciones de San Diego. A pesar de lo difícil que resulta acceder al interior del recinto –las entradas se agotan en cuestión de horas–, la explosiva agitación que provoca en los asistentes el universo de las viñetas y fotogramas adquiere una dimensión telúrica en las calles de San Diego y frente a su fastuoso Centro de Convenciones. En estos improvisados escenarios urbanos es posible toparnos con batmans encorsetados en sus ajustados uniformes, catwomans que maúllan en todo tipo de lenguas o supermanes y supergirls que se niegan a jubilarse. Junto a estos personajes también se cruza el totémico bestiario de “La guerra de las galaxias” y su némesis, los trekkies –seguidores de la saga “Star Trek”– que afilan sus orejas de Mr. Spock, sacan brillo a su nave sideral “Enterprise” y memorizan el vocabulario Klingon. Un buen resumen de todo lo que acontece en este epicentro Geek es un documental filmado por Morgan Spurlock (“Super Size Me”) que, en honor de “Star Wars”, lleva por título “Comic-Con IV: A Fan’s Hope”, un divertido y dinámico trabajo que, según el propio Spurlock, pretendía aportar «una visión sincera acerca de toda esa gente extraña que se disfraza de superhéroes o caballeros Jedi o hace cola delante de los stands durante horas para cazar la firma de su gran ídolo. Al igual que muchos de mi generación, crecí viendo las mismas películas, leyendo los mismos cómics o jugando a los mismos vídeo-juegos que esos tipos extraños que se citan en el Comic-Con. Quería aportar una visión menos perversa de esta multitud de fans que han sido bautizados como geek». Los villanos tras la máscara. A medida que se acercaba el estreno de la nueva entrega de la saga, internet ha sido un hervidero de comentarios y teorías relacionados con lo que deparará y que se basan en lo que supuestamente revelan los cómics, libros o, incluso, el obsesivo análisis de los avances promocionales. Además, como consecuencia del fenómeno global que provoca el estreno, se han estrenado varios documentales relacionados con este universo de “Star Wars”. En este sentido, nadie duda que una de las figuras más iconicas es Lord Darth Vader, el villano de la función por excelencia. Su primera aparición en los pasillos de la nave rebelde en el episodio IV todavía figura entre las escenas que más han impactado a los espectadores, y su importancia dentro del engranaje de la trama le otorga un rol fundamental que hereda elementos de la tragedia griega clásica. Tal es su importancia que las tres precuelas o primeras películas de la saga –”La amenaza fantasma”, “El ataque de los clones” y “La venganza de los Sith”– están dedicadas al progresivo acercamiento del joven Jedi Annakin Skywalker, encarnado en su edad infantil por Jake Lloyd y en edad adulta por Hayden Christensen, al lado oscuro de la fuerza y su transformación definitiva en el temible Darth Vader. Bajo la negra armadura de este personaje se encuentra el actor Dave Prowse, quien recordó de esta manera su experiencia a partir del episodio cuarto: «Me ofrecieron la posibilidad de elegir entre Chewbacca, el wookiee que acompaña a Harrison Ford, o el villano Darth Vader. En ninguno de los dos papeles tenía la posibilidad de que se viera mi rostro, así que elegí el de villano, puesto que mi experiencia anterior en el cine era ya en esa línea». Curiosamente, su voz metálica pertenece al actor James Earl Jones y cuando por primera vez pudimos ver su rostro en “El retorno del Jedi”, los productores optaron por el de otro actor, Sebastian Shaw. A pesar de ello, su poderosa presencia acapara por completo todas las escenas. Dave Prowse y su «ingrato» rol han inspirado el documental “I’m your phater” que, dirigido por Toni Bestard y Marcos Cabotá, nos acerca el testimonio del hombre tras la máscara. La de los intérpretes no reconocibles parece figurar entre las principales obsesiones de los seguidores de la franquicia, tal y como lo rubrica el documental “Elstree 1976”. Rodado por Jon Spira, gira en torno al testimonio de diez intérpretes, incluido Dave Prowse, que tuvieron el anónimo honor de participar en la mítica primera película de la famosa saga de Lucas a mediados de los años 70. Sus vidas cambiaron para siempre sobre todo cuando empezaron a ser reclamados por los fans en las convenciones que se celebran en todo el mundo. Finalmente, y en torno a este breve repaso al universo paralelo de “Star Wars”, merece la pena disfrutar con el genial cortometraje “Artoo in Love”, que puede ser visionado en cualquier plataforma de internet y donde nos topamos con un R2D2 locamente enamorado de una papelera. El imperio Lucas se vende. Hace dos años los seguidores de “Star Wars” se rasgaron las vestiduras y asomaron sus sables láser en cuanto se supo que George Lucas los había «traicionado» tras vender su emporio Lucasfilm al «malvado» imperio Walt Disney por el módico precio de 4.050 millones de dólares. Confirmada la noticia, en internet sobrevoló una cuestión fundamental a la hora de dar un sentido a todo lo que ha generado hasta el día de hoy el fenómeno. ¿Qué ocurrirá con aquellos aficionados y fans que disfrutaban de los derechos relativamente «libres» que Lucas ofreció hace diez años? En el año 2012, Lucasfilm mostró a los fans un reconocimiento con la llegada de los Official Star Wars Fan Film Awards, una oportunidad para que cualquiera pudiera realizar versiones de la obra y su universo con sus propias producciones, en muchos casos, grandes obras llenas de ingenio. Más tarde, en el 2007, Lucasfilm lanzó una serie de herramientas que facilitaban las versiones del contenido de Star Wars. Muchas opiniones coincidían en afirmar que ello no sería posible en cuanto entraran a escena los estrictos códigos mercantiles que impone Disney, compañía que presionó en 1998 en el Congreso de Estados Unidos para extender los plazos del copyright. Si hoy existieran los derechos de autor originales –copyright con catorce años de duración–, la primera entrega de Star Wars sería de dominio público desde el 2005 y sus secuelas desde el 2008 y 2011 respectivamente. Por fortuna, el universo paralelo se calmó parcialmente a raíz de una promesa cursada de inmediato por Disney: la saga prolongaría su existencia en la gran pantalla y Lucas estaría en contacto con las tres nuevas entregas. JJ Abrams –autor curtido en el medio catódico gracias a éxitos como “Perdidos” y unánimemente saludado como alumno aventajado de Steven Spielberg– fue elegido para rodar la séptima entrega de la franquicia tras los excelentes resultados que cosechó tras reflotar la nave Enterprise en las nuevas entregas de “Star Trek”. El resto del entusiasmo se tradujo con el anuncio de un reencuentro en la pantalla con Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill. Cumplida la promesa, los seguidores que han aguardado pacientemente este retorno volverán a invadir las salas de cine y cuando las luces se apaguen es muy probable que susurren para sí: «Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...».