14 FéV. 2016 COMPAÑÍA DANZA VOLUMINOSA Ballet sin prejuicios ni complejos Este cuerpo de baile rompe con la estética más habitual de la danza clásica, la de la delgadez extrema. La Compañía Danza Voluminosa de Cuba lleva veinte años poniendo en escena elaboradas coreografías en las que sus integrantes demuestran el arte que atesoran en sus cuerpos de más cien kilos. Todo ello bajo la supervisión de Juan Miguel Mas, el alma de un proyecto que combate prejuicios y busca la integración de las personas con sobrepeso. Javier González {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Se llama Juan Miguel Mas y es un bailarín cubano entrado en kilos que se había formado con mucho trabajo al lado de cuerpos más estilizados. Durante años, compartió escenario con esos bailarines atléticos, hasta que llegó un momento en el que decidió crear una estética propia para la danza clásica y empezó a trabajar con bailarinas obesas. Así se gestó en 1996 la Compañía Danza Voluminosa, integrada en la actualidad por siete bailarinas, aunque llegó a tener veinte, y que ensaya dos veces por semana en el pequeño apartamento de Mas en el popular barrio Marianao de La Habana. El Teatro de la Casa de las Américas acogió su primer espectáculo ese mismo año. Lo puso en escena un grupo de cuatro bailarinas, una cantante y una bailarina argentina que ya tenía cierta técnica. Esta última se unió al director y entre ambos hicieron un dúo, que se sumó a las actuaciones del resto de la compañía. Tras iniciar su andadura de esa manera, posteriormente llegaría la que consideran su primera coreografía, aquella en la que se plasmó su particular forma de hacer ballet. Ese montaje se estrenó en 1998 y tenía como título “Corazón sonoro”. Esas primeras funciones no fueron sencilllas, como recuerda Mas, ya que «había un silencio sepulcral en la sala. Algunos se levantaban y directamente se iban, y algunos incluso se reían. Pero cuando la gente vio el desarrollo de nuestro trabajo, lo fuerte que era y que había detrás todo un entrenamiento, un sentido estético, al final aplaudían mucho. Logramos ganar un público y ya nadie se burla, nos prestan mucha atención». A continuación, llegarían montajes como “Como un beso entre hojas secas” y “Fedra”, en los que contaron con la colaboración de profesionales del mundo de la danza como Dolores Gardeña, del teatro de Barcelona, y Ramiro Guerra, de cuya mano se les abrieron las puertas a nivel internacional, ya que llamaron la atención de los medios de comunicación. Después pusieron en escena una obra muy especial, “La muerte dulce”, en la que Danza Voluminosa ofrecía la historia de una joven obesa rechazada por la sociedad que quiere suicidarse comiendo dulce. Precisamente la integración de las personas entradas en kilos en la sociedad, la cultura y el desarrollo de Cuba es uno de los objetivos de la compañía. Sus miembros tienen muy claro que la obesidad es una enfermedad congénita y de consecuencias devastadoras para la salud. Según datos del Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional de 2012, en Cuba, el 44,3% de la población tiene sobrepeso o sufre de obesidad. De hecho, dos integrantes de la compañía han fallecido por esta causa. Estimulante para la autoestima. Como señala Mas, las personas que se suman a Danza Voluminosa «no es que vengan a bajar de peso, sino a sentirse bailarín, a expresar ese bichito artístico que uno lleva dentro gracias a la danza». Además, el ballet es un estimulante para la autoestima, ya que «la naturaleza propia de la danza permite la elevación espiritual de los seres humanos y este trabajo ha permitido que muchos de los problemas con que estas personas han llegado a la compañía sepan cómo sobrellevarlos mejor, sepan cómo canalizarlos». El director de la compañía ha investigado las dinámicas de los cuerpos voluminosos para conseguir que se muevan «estéticamente mejor, para lograr que rindan a partir de esas características», en unos montajes destinados a cuerpos «blandos y anchos». Esa tarea resultaba muy importante, ya que en este grupo «no existe límite de peso y cada bailarín puede estar entre los 100 y los 120 kilos». Gracias a ese trabajo y al empeño de sus integrantes, la compañía ha llegado a actuar en el prestigioso Teatro Nacional de La Habana, donde puso en escena nada menos que “El Lago de los Cisnes”. Para llegar a ese momento, antes se han producido muchas horas de trabajo en el apartamento del barrio de Marianao. Hasta ese lugar van llegando personas que tienen un interés por la danza, pero que nunca han dado el paso de intentar entrar en una compañía a causa de su sobrepeso. Tras conocer la filosofía de la Compañía Danza Voluminosa, se deciden a probar y acuden a Juan Miguel Mas, quien las evalúa. Según desgrana el mismo director, «lo primero que se realiza es una prueba de sensibilidad, porque no es que todas tengan sentido de lo estético. Porque para asumir la danza y el teatro, tiene que gustarles verdaderamente. Deben tener ciertas características sensitivas, orgánicas, de carácter, de forma de verse y, sobre todo, de deseo de expresarse a través del arte con su cuerpo». Esa es la razón por la que «las que han llegado y se han mantenido lo han logrado. Y lo han conseguido porque realmente lo han deseado. El camino es duro, es de trabajo para enriquecerse espiritualmente y crecerse como individuos», añade Mas. Ese empeño queda claro cuando se meten en sus tutús, con sus medias elásticas y largos guantes blancos, mientras se preparan para darlo todo en el escenario. Hacen sus estiramientos y movimientos simples y elegantes, nada de saltos ni acrobacias, simplemente flexiones y movimientos de brazos. A veces el cuerpo se resiente cuando se le pide mantener el equilibrio con la pierna estirada hacia atrás, «porque tenemos otro peso, otro estado físico», señala Rubí Amaro, una de las bailarinas. Pero el sufrimiento queda atrás cuando todo sale a la perfección. Entonces exclama orgullosa: «Ya estoy en mi ballet clásico».