05 JUIN 2016 Una pieza universal El inmortal «Bolero» de Ravel El «Bolero», compuesto por Maurice Ravel (1875-1937) en 1928, es una de esas creaciones que no entienden de modas y ha perdurado en el tiempo. La pieza, ideada por el maestro de Ziburu, está entre las obras musicales más escuchadas de todos los tiempos y posiblemente es la partitura clásica más interpretada del mundo. Miren Sáenz {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} El “Bolero” de Ravel es una de las composiciones más universales, tanto que se ha llegado a decir que cada 10 minutos suena en algún lugar del planeta. Una afirmación difícil de comprobar, pero ajustada al alcance obtenido por esta obra. De hecho, hasta hace 23 años encabezaba la clasificación mundial de la SACEM, que es la Sociedad francesa de autores, compositores y editores de música, aunque la historia de la herencia de Ravel es larga y retorcida. Como Maurice no tuvo descendencia, a su muerte en 1937 su hermano Edouard, al que adoraba, se convirtió en su único heredero. 17 años después, Edouard y su esposa sufrieron un accidente por lo que contrataron los servicios del matrimonio Tavernier, que ejercieron de enfermera y chófer, y terminaron convirtiéndose en los beneficiarios pese a la oposición de otros miembros de la familia Ravel que lo denunciaron en los tribunales. También sacaron tajada Jean-Jacques Lemoine, un antiguo director de SACEM, y Jean-Manuel de Scarano, el editor de Maurice. Liberada de los derechos de autor el pasado 1 de mayo en el Estado francés, pese a que parece haber una nueva demanda en busca de mantener el copyright que ya solo afectaba a Estados Unidos hasta 2024, es de suponer que, tras pasar al dominio público, el liderazgo de la melodía irá en aumento. Incluso el Ministerio de Cultura francés ha organizado un concurso denominado “Joue ton Bolero”, algo así como «Toca tu Bolero», a través del cuál se invita a profesores y alumnos de conservatorios y escuelas de música en particular e internautas en general a grabar un vídeo con el tema en cuestión y colgarlo en Youtube hasta el 22 de junio. Un jurado seleccionará los diez mejores, de donde saldrán tres ganadores. El origen de esta partitura está en un encargo efectuado a Ravel por su amiga, la empresaria y bailarina Ida Rubinstein, quien lógicamente fue la primera en interpretarla el 22 de noviembre de 1928 en la Ópera Garnier de París. No importa que ese crescendo en Do mayor fuera una obra escrita para orquesta sinfónica, porque a lo largo de los años se ha ido adaptando a los gustos del abanico de interpretes que han claudicado ante el encanto de esta pieza singular, que curiosamente no estaba entre las favoritas de su autor. El músico de Ziburu admitía, no obstante, que esta composición de casi 17 minutos de duración era su obra maestra, «aunque por desgracia está vacía de música», dijo en su momento. El hecho es que llegó a reconocerle un «carácter músico-sexual», pero la definió como «un entretejido orquestal sin música. No hay contraste y no hay prácticamente invención, excepto en el modo de ejecución. Los temas son impersonales y la escritura orquestal es simple y directa, sin ningún asomo de virtuosismo. Ésta puede ser la razón de que no haya un solo compositor al que no le guste ‘Le Boléro’ y desde su punto de vista tienen razón. He hecho exactamente lo que quería, y depende de los oyentes tomarlo o dejarlo». Es evidente que lo tomaron. Su fama fue in crescendo, como su ritmo, para convertirse en una de las piezas más codiciadas y representadas en coreografías diversas de ballet, escenas de cine, series de televisión, artes gráficas, publicidad e incluso videojuegos y acontecimientos deportivos. Y es que la partitura ha demostrado tener tirón durante sus 88 años de vida. Desde el jazz hasta el flamenco, pasando por la gaita gallega, hay versiones para todos los gustos. A Frank Zappa le gustaba interpretarla en sus conciertos. El rockero de Baltimore lo incluyó en su álbum “The Best Band You Never Heard in Your Life”, que se puede rescatar en internet y ver a Zappa en plena actuación dirigiendo a su banda con un cigarro en una mano y la batuta en la otra durante un concierto en Barcelona en la gira de 1988. Lo cierto es que la música no entiende de fronteras y el “Bolero” es la prueba. Lo han demostrado gente dispar como Charlie Palmieri, quien lo convirtió en un mambo, o Angelique Kidjo, la cantante de Benín con una de las versiones más tiernas. Pero, afortunadamente el “Bolero” tampoco ha pasado desapercibido entre los artistas vascos. Las hermanas Katia y Marielle Labèque, labortanas como Ravel, le dedicaron un disco en 2006 a un autor que precisamente en 1929 realizó dos reducciones para piano, una para dos manos y la otra a cuatro manos, algo que ha cultivado el célebre dúo de Baiona con excelentes resultados. Su versión para dos pianos y percusiones con el trío Kalakan embarcados en txalaparta y tambores le da un plus. Entre el celuloide y el escenario. En la gran pantalla, antes de que Bo Derek le sugiriera a Dudley Moore en un escena de “10, la mujer perfecta” (1979) de Blake Edwards eso de «¿Lo has hecho alguna vez con el ‘Bolero’ de Ravel?» –la película no valía mucho, pero hay que reconocerle que entonces dio publicidad a la pieza–, los directores Sidney Lanfieldl (1936) y Akira Kurosawa (1950) ya le habían asignado un sitio en el séptimo arte en donde también ha hecho reír gracias a Mario Moreno “Cantinflas” –en el "Bolero de Raquel" (1957)– y sin duda ha emocionado en la escena final de "Los Unos y los Otros" (1980), tras el magistral baile que se marca Jorge Donn junto a la Torre Eiffel. Este año, sin salir del país, todavía se puede asistir a la obra “El cielo ahora” de Olatz de Andrés, un montaje de danza contemporánea, con mucho baile, algunas palabras y sitio para el humor, en el que se asoma el tema en cuestión. «Utilizamos la pieza del ‘Bolero’ entera, de principio a fin», cuenta a 7k su directora y una de los cuatro bailarines que se suben al escenario. De Andrés explica las razones de su elección: «Elegimos el ‘Bolero’ porque en ‘El cielo ahora’ jugamos a yuxtaponer lo antiguo con lo nuevo, con lo futurista. A nivel de sonido hacemos lo mismo también: yuxtaponemos música clásica con sonidos más electrónicos. Además, como la pieza trabaja con la idea de la repetición cíclica de la historia, la estructura repetitiva y cíclica del ‘Bolero’ refuerza la acción coreográfica que realizamos. El Bolero se ubica en la introducción del ‘El cielo ahora’, donde, tomando como inspiración un friso griego, cuatro bailarines adquieren diferentes formas escultóricas pertenecientes a ese friso. Y a través de repetir un recorrido lineal de ida y vuelta, se ve cómo las formas escultóricas que adquieren sus cuerpos se van transformando del pasado al futuro», señala. Preguntada por la liberalización de los derechos de autor, De Andrés contesta que «entiendo que nos beneficia, porque se supone que podemos hacer uso de la obra sin tener que pedir permiso. Las estructuras pequeñas tenemos tres opciones: utilizar músicas libres de derechos de autor, trabajar con músicos o compositores que creen sonido específico para las piezas o pedir permiso para usar determinados temas con derechos de autor», aclara la artista bilbaina. Complemento deportivo. Y de las tablas a los estadios, porque los deportes más artísticos han recurrido a esta melodía que, por sus características, se adapta perfectamente al patinaje o la gimnasia rítmica. Antes y ahora. En 1984, a los sones del “Bolero”, la pareja británica integrada por Jayne Torvill y Christopher Dean se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sarajevo al obtener la máxima puntuación según el baremo de la época, mientras que en la última cita olímpica, en Sochi'2014, la patinadora italiana Carolina Kostner lo eligió para ejecutar sus piruetas y se llevó el bronce. De las pistas de hielo a los tapices, donde las gimnastas lo han incluido frecuentemente en su repertorio, destacando la siberiana Yevguenia Kanaeva. No en vano, la doble campeona olímpica, 17 veces campeona mundial y 13 de Europa, es la gimnasta más laureada de la historia. Ni siquiera el fútbol se ha resistido a su influencia. Sus notas sonaron en las ceremonias de apertura de las Copas del Mundo de Francia'98 y Alemania'2006. Hay que reconocerle a la creación más famosa de Ravel una vida plena y parece que inmortal. Capricho de estudiosos o improvisadores, la Filarmónica de Copenhague celebró la liberación de los suculentos derechos de autor plantándose en la Estación Central de la capital danesa y sorprendiendo a los viajeros con una interpretación en directo. Y es que el “Bolero” se presta.