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CINE

«A Quiet Passion»


Terence Davies está muy ligado a Donostia y su Zinemaldia, gracias a que se le dedicó una retrospectiva completa sobre su obra en la edición 56 del año 2008. Después ha concurrido con sus películas en el 2011 y en la pasada edición, así que en este tan señalado 2016 lo hará por tercera vez con su nueva realización “A Quiet Passion”, que ya fue presentada en la Berlinale. Lo curioso es que, a pesar de lo dicho, viene a competir, porque por primera vez películas procedentes de otros festivales podrán concursar por el premio Zabaltegi-Tabakalera, dotado con una cantidad de 20.000 euros, que de cara a la distribución supondrá todo un espaldarazo. Aunque no hay que preocuparse en tal sentido, en vista de que su trabajo previo “Sunset Song” (2015), basado en la novela de Lewis Grassic Gibbon, ya se ha estrenado en nuestros cines. Es toda una estupenda noticia, porque este veterano cineasta con los 70 años cumplidos antes solía dejar un espacio de tiempo mayor entre película y película, y es ahora cuando por fin parece que empieza a tener una continuidad.

El cineasta de Liverpool comenzó dedicando sus primeras películas, tanto cortometrajes como largos, a su ciudad natal y en un sentido retrospectivo. Los magistrales títulos “Voces distantes” (1988) y “El largo día acaba” (1992) fueron reconstrucciones de enorme precisión que definieron su estilo destinado a desentrañar el lado humano y vivo de la historia colectiva. Los premios internacionales en Cannes, la Seminci o Locarno le valieron el reconocimiento suficiente para poder trabajar con grandes actrices, y así en “La biblia de neón” (1995) tuvo a Gena Rowlands, en “La casa de la alegría” (2000) a Gillian Armstrong y en “The Deep Blue Sea” (2011) a Rachel Weisz. Pero durante la pasada década solo consiguió realizar el documental sobre Liverpool “Of Time and the City” (2008).

Con “A Quiet Passion”, Davies cumple uno de sus grandes sueños, debido a que no existe un biopic o aproximación cinematográfica a la vida y obra de la gran poetisa estadounidense Emily Dickinson, de la que es un verdadero apasionado. Lo que más ha trascendido es el monólogo teatral de William Luce estrenado en los escenarios en 1976, y que, con el título de “La bella de Amherst”, protagonizó originalmente Julie Harris. Luego, en Londres, el relevo estelar fue tomado por Claire Bloom. En Buenos Aires lo hizo China Zorrilla, además de Analia Gadé y Norma Aleandro. No era una mala elección la de una actriz única, porque Emily fue una persona retraída que en su madurez se fue encerrando en sí misma, hasta aislarse completamente del exterior. Sin embargo, aunque Davies conserva en su película una puesta en escena un tanto teatral, presenta a las personas que en la juventud de la poetisa fueron importantes, sobre todo en el entorno familiar, pues no hay que olvidar que fue su hermana pequeña Vinnie la que descubrió sus poemas no publicados tras la muerte de la autora, quien en vida se resistió a compartirlos.

Estos papeles principales están interpretados por Cynthia Nixon y Jennifer Ehle, relevadas para la etapa juvenil por Emma Bell y Rose Williams. También tiene mucha importancia el papel del hermano Austin y de su esposa, respectivamente encarnados por Duncan Duff y Jodhi May, ya que la relación entre la poetisa y su cuñada llegó a ser muy estrecha. También debió de serlo con el reverendo Wadsworth, al que da vida Eric Loren. Se dice que hubo otro amor oculto de juventud, pero que fue prohibido por el padre, siendo quien incorpora al juez Dickinson nada menos que Keith Carradine. Por último, señalar que los exteriores fueron rodados en las verdaderas localizaciones de Amherst (Massachusetts), mientras que los interiores fueron reproducidos en un estudio belga.