18 DéC. 2016 el Plan renove Ponerse en forma y no morir en el intento, ¿o sí? El «Año Nuevo, vida nueva», ese propósito de renovar nuestras costumbres aprovechando el cambio de fecha, tiene un trasfondo relacionado con la salud –dejar de fumar, dejar de beber, dejar de comer tanto…–; en definitiva, ponerse en forma. La actividad física es imprescindible para cumplir ese objetivo. Polideportivos y gimnasios ofertan diversas posibilidades, aunque hoy por hoy también existe la opción «online». Aquí va una pequeña muestra de lo que se encontrarán a la vuelta del periodo navideño. Miren Sáenz {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} La Organización Mundial de la Salud recomienda a los adultos un mínimo de dos horas y media semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o en su lugar 75 minutos a la semana de ejercicio aeróbico de alta intensidad. Polideportivos municipales y gimnasios privados ofrecen una oferta amplia para dar respuesta a aquellos que buscan ponerse en forma, mejorar su calidad de vida física y psíquica, disminuir el estrés o simplemente divertirse. También Internet ha contribuido a la expansión del fitness, porque hoy en día cualquiera que disponga de un móvil puede llevar al coach en el bolsillo. Los sistemas de entrenamiento online tienen sus limitaciones, pero también sus ventajas: resultan más económicos y el horario siempre se establece a gusto del consumidor. Los centros especializados se adaptan a las nuevas tendencias, aunque lo cierto es que gran parte de las disciplinas son variantes o combinaciones de modalidades clásicas hasta completar un diccionario de siglas convertidas en propuestas. A nivel general, sin embargo, ni los saltos sobre una pequeña cama elástica del jump fit, ni el entrenamiento de alta intensidad que propone el HIT se acercan a las tres actividades más requeridas en nuestros gimnasios, que son principalmente el marchoso ciclo-indoor, el relajante pilates y la natación. Sobre ruedas y en el agua. En ciclo-indoor se trabajan la piernas y el corazón sobre una bicicleta estática que emula a las bicis de carretera y de montaña. El también conocido como spinning es el principal responsable de que los hombres «descubrieran» los cursillos. Hasta su aparición, el 80% de las personas que formalizaban las inscripciones eran mujeres. Inventada por el ciclista sudafricano Jonathan Goldbe a finales de los 80 en un garaje estadounidense, esta práctica se mantiene en cabeza de las preferencias de los entrenamientos de alta intensidad. Gracias al ciclo-indoor, la bicicleta ha ido ganando adeptos también a cubierto. Entre otras posibilidades en seco está el ciclo fit, donde se combinan 45 minutos de ciclo-indoor con otros 45 de ejercicios para trabajar la fuerza, la velocidad, la resistencia y hasta el equilibrio; en mojado el aquabike permite pedalear dentro del agua sobre una bicicleta estática para tonificar la musculatura sin que las articulaciones sufran, una cualidad común a la mayoría de las propuestas acuáticas. Y es que las piscinas dan mucho juego, empezando por la natación infantil, por la seguridad que otorga aprender las reglas básicas para mantenerse a flote. Para los adultos la oferta es más sofisticada, con propuestas como el aquafitness, el aerobic acuático, más activo y con aparatos especializados; o el aquawalking, que se practica sobre una cinta de correr y es ideal además como ejercicio de rehabilitación. Bailando... El baile como actividad deportiva está llenando muchos pabellones y lo mejor es que en este terreno reina la variedad. Desde la seriedad de los bailes de salón a la sensualidad de los orientales o la alegría de caribeños y latinos, pasando por las danzas urbanas, la zumba es la especialidad que en estos momentos iguala a todo el territorio: se pueden encontrar cursos en casi todos los gimnasios de Lapurdi, por ejemplo, a la vez que paralelamente este invento colombiano de los 90 ha logrado colgar al cartel de no hay billetes en aquellos polideportivos de Hego Euskal Herria que ofrecen gratis «la hora del abonado». La zumba y sus variantes garantizan diversión y una importante quema de calorías –entre 50 y 300 por sesión–, en clases lúdicas con un porcentaje alto de asistencia, sobre todo femenina. Cuando parecía que el viejo aeróbic había vaciado las aulas, tras décadas de tonificar el cuerpo y mejorar el sistema cardiovascular y el ritmo a base de coreografías musicales, han surgido nuevas combinaciones del estilo del aero step, en el que media hora subiendo y bajando del «cajón rectangular» es suficiente para que sus resultados se noten en glúteos y piernas, o el aerozumbing, que se nutre de los dos, mezclando el pasado con el invento colombiano. Deportes de combate. Quizás por sus beneficios cardiovasculares, de coordinación, fuerza y concentración, pero, sobre todo, por sus cualidades antiestrés, el kickboxing y sus derivados se mantienen en la programación de casi todos los centros deportivos. Llámese cardiobox, Gbox..., la rutina es bastante parecida –puños y patadas a ritmo de música, aglutinando los movimientos del karate, taekwondo o boxeo– y en algunos casos utilizando guantes del deporte del ring, tan denostado no hace tanto y hoy de nuevo en auge. Con ellos no se trata de sacudir al adversario sino de ejecutar una rutina aeróbica y de fuerza, tres cuartos de hora liberando adrenalina a base de dar patadas al aire para salir como nuevo. Más tradicionales son el hapkido –un método de autodefensa de origen coreano con respuestas directas y contundentes ante cualquier agresión– o la capoeira, arte marcial made in Brasil con raíces en Angola. La capoeira permite cultivar la confianza, al tiempo que se gana en flexibilidad, fuerza, agilidad y coordinación mientras tonifica músculos y se aprende a esquivar. A diferencia de otras disciplinas, no se dan golpes, solo se simulan. Es práctica habitual en las calles del país sudamericano, que ha exportado este ritual inventado por los esclavos africanos como una forma de resistencia ante la opresión. Sus orígenes se remontan al siglo XVI, igual que los de la esgrima, aunque el «arte del touché» no se convertiría en deporte hasta tres siglos después cuando el sable, el florete y la espada dejaron de ser armas de guerra o duelo. Incluida en el calendario olímpico en todos los Juegos de la era moderna, la esgrima pone a prueba la habilidad y la destreza, requiere coordinación, concentración y reflejos. Tiene una gran ventaja: es apta para todas las edades y para casi todos los físicos. Controlando la respiración. Más reposado, hasta al meditador yoga le han encontrado versiones dinámicas. Paradigma de la relajación y el equilibrio, esta práctica nacida en la India también tiene sus derivados. Entre los más recientes: el aeroyoga, que consiste en subirse a un columpio desde donde se practican intensos movimientos reparadores, o el fly yoga, que incorpora otras disciplinas como la gimnasia, la danza y las acrobacias. Otro clásico, el pilates, ha ampliado su margen de acción especializándose en áreas determinadas. Más de un médico se lo ha recomendado a sus pacientes, así que el tradicional ejercicio mental y físico, que cautiva a deportistas de élite y artistas, ha incluido versiones contra la hernia discal y otras dolencias, mientras evoluciona en solitario o formando parte de otras disciplinas como core, hipopresivos, con aparatos, máquinas o simplemente en el suelo. En este grupo se puede incluir el stretching, una colección de estiramientos de esos castigados músculos por la vida sedentaria o las malas posturas de largas jornadas laborales incorrectamente sentados. Extremistas del cuerpo. Cuando, por citar un par de ejemplos, parecía que el TRX –entrenamiento en suspensión inspirado en los métodos de los militares estadounidenses– o el crossfit –que alterna ejercicios de halterofilia con remo y carrera a pie– habían elevado el nivel de exigencia, este se ha disparado con el flatline. El nombre es por la línea horizontal que representa al pulso en ese monitor que transmite el ritmo del corazón en los hospitales cuando se queda sin señales de vida. No es el único guiño a su peligrosidad, puesto que el flatline se realiza en presencia de al menos un médico y las personas que se atreven a practicarlo están obligadas a firmar un documento de exención de responsabilidad, al tiempo que autorizan la donación de sus órganos en caso de muerte. El circuito mezcla ejercicios aeróbicos con los de potencia y es de una dureza extrema. Durante 45 minutos y vestidos con un chaleco que pesa 12 kilos suben por la cuerda, levantan pesas, lanzan Atlas Stones –unas enormes piedras similares a las bolas de los harrijasotzailes–, prosiguen con sesiones de burpees sobre cajas –flexión de brazos y sentadillas– y ponen a prueba su velocidad rematando con una carrera de 45 metros. Con una vez no vale, hay que repetir el recorrido hasta en cinco ocasiones. Pensado para gente en plena forma física, pocos lo consiguen. La mayoría o vomita o se desmaya. Los responsables de esta rutina, diseñada por la cadena de gimnasios GymBox y estrenada en Londres a mediados del pasado mes de noviembre, aseguran que se han limitado a cumplir los deseos de sus clientes. «Muchos de nuestros miembros nos venían diciendo que su sueño es lograr un cuerpo por el que puedan morir. Con flatline estarán más cerca de lo que mucha gente puede pensar», recogió la BBC tras la presentación. No hay más que añadir.