Año nuevo, precios nuevos

La subida de precios al comienzo de cada año como en la época navideña se ha convertido en tradicional y, de forma incomprensible, no sufre los efectos de la gravedad por aquello de que «todo lo que sube, baja». Así las cosas empezamos el año con nuevas subidas, de acuerdo a como se cerrara el valor medio del IPC del año anterior. Bueno, aunque esto es relativo porque muchas empresas se pasan, pero eso sí en la mayor parte de los casos toca pagar más por lo mismo.

Hay diversos ejemplos de grandes consumos, como sucede con la telefonía y es que las grandes operadoras ya lo anunciaron con la fecha concreta (Movistar; 13 de enero; Vodafone, 1 de enero; Orange, 27 de enero) y otras les seguirán, incluidas las llamadas de low cost (como Simyo). Otras empresas, como las eléctricas y de gas, esperaban la retirada de subvenciones al consumidor, porque, a pesar de tratarse de impuestos oficiales, llenan caja al menos un trimestre.

En el sector de alimentación ya se incrementaron los precios para Navidad, en muchos alimentos más de un 6%, y no hay previsiones de bajada; siempre con los alegatos de mala cosecha, desastres climáticos, incrementos en precios energéticos, laborales y porque sí. Como es habitual pagaremos los del principio y los del final, esto es productores del campo, arrantzales y consumidores.

También conviviremos con nuevas y masivas importaciones procedentes de Mercosur, tras el Acuerdo Europa-América del Sur, y esto sí que va a traer tela sobre todo en materia de seguridad alimentaria, medio ambiente y futuro de la agricultura y ganadería en Europa.

En fin, malas noticias pero es lo que hay y ningún gobierno lo remedia. Y es que con la economía hemos topado, y encima se tiene la fea impresión de que solo las empresas generan riqueza.