19 OCT. 2025 PSICOLOGÍA Coraje (Getty) Igor Fernández {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Según la RAE, una persona valiente es aquella “capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del posible peligro o temor que suscita”. El coraje tiene muchas formas, desde la confrontación política en contextos autoritarios hasta la decisión personal de cambiar de profesión, o el acto de decirle a un amigo lo que no nos gusta. En general, saber si un acto es o no valiente en términos psicológicos depende mucho de la acción concreta en unas circunstancias particulares, por lo que es difícil generalizar, pero surgen algunas preguntas. ¿Es el coraje un acto raro de nobleza que corresponde a individuos excepcionales o algo que todos podemos hacer? ¿Es valiente quien actúa por impulso? ¿O el valor surge de una deliberación voluntaria? El coraje implica tres elementos: conlleva una acción voluntaria en busca de lograr una meta noble o que merece la pena, que requiere asumir un riesgo real o percibido. En este sentido las personas pueden sentirse valientes al hacer algo así, pueden percibir su propio temor o las consecuencias que esto implica, y/o puede que la gente de su alrededor les vea como valientes a pesar de que, por dentro, estas personas no lo sientan particularmente. Y es que, el acto de valentía tiene mucho que ver con las metas, los valores y las circunstancias de un grupo social particular. De hecho, algunas investigaciones al respecto -“The Journal of Positive Psychology” (Vol. 19, No. 2, 2024)- muestran que el coraje que las personas adjudican a una acción tiene más que ver con los valores que defiende o implica la meta que se persigue, que con el riesgo que hay que asumir para lograrlo o intentarlo. Por dentro, en la intimidad de lo que sentimos, es otra historia. Y es que, en este sentido, y según un modelo en ciernes a este respecto -“Frontiers of Psychology” (Vol. 15, 2024)-, el dilema se centra en ‘acercarse o alejarse’, es decir, acercarse a una situación peligrosa porque tras ella hay un bien mayor, o alejarse de la misma por el peligro en sí y las consecuencias percibidas. Entonces las personas nos preguntamos si vale la pena, o si el poder y la capacidad personal que tenemos van a ser suficientes para afrontar las consecuencias. E incluso si la respuesta es afirmativa, hay que superar la sensación física inmediata de autopreservación, tan fuerte en nosotros. Y no solo eso, sino que las acciones que se tomen se pueden percibir como vinculantes a futuro, como si este movimiento de hoy fuera a cambiar quién soy (por lo que soy capaz de hacer). El valor, es este sentido, como algo meditado, probablemente es un ejercicio de voluntad y de confianza, más que un cálculo de posibilidades. Cuando somos valientes estamos hablando con esa versión de nosotros o del mundo que aún no existe pero que nos llama desde el otro lado de lo establecido.