30 NOV. 2025 Resulta que gustaba a todo el mundo De izquierda a derecha, Elle Fanning, Renate Reinsve, Joachim Trier, Inga Ibsdotter Lilleaas y Stellan Skarsgard, el 5 de noviembre, en el estreno en Los Ángeles de «Valor sentimental». (Steve Granitz-FilmMagic Getty Images) Mariona Borrull {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Será porque la prensa la vimos durante los últimos días del pasado Festival de Cannes, cuando ya todo parece relevante y superfluo a la vez. O porque proponía algo más complejo -más maduro, una receta emocional menos delimitable en causas y efectos- que la película que la precedió, éxito cantado al unísono. O quizás seguimos, mis colegas periodistas y yo, la lógica de la escalada fallida, que presupone que cualquier director que abandone las fronteras idiosincráticas que le son propias está destinado a fallar. Wong Kar-wai se volvió cutre de la mano de Norah Jones en “My Blueberry Nights”, Hirokazu Kore-eda patinó dirigiendo el teatrillo afrancesado de “La verdad”; la lista sigue. El caso es que “Valor sentimental”, de Joachim Trier (“Thelma”), daba la sensación de haber nacido floja. La crítica primeriza la aceptó moderadamente bien, pero nadie mostró demasiado entusiasmo hacia o contra la fórmula que proponía el cineasta danés con su película hinchada, en presupuesto y en gallardía narrativa. La trama: una joven imperfecta pero sensible (Renate Reinsve, obvio) se enfrenta a su padre negligente (Stellan Skarsgård) que pretende abordar (¿capitalizar?, ¿sanar?) la muerte reciente de su esposa a través del cine, con una estrella de Hollywood (Elle Fanning) interpretando el papel de la hija. En fin, un relato más cercano al tercer acto de “La peor persona del mundo” que a la simple comedia meta. Obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes, pero el debate se fraguaba lejos de este templado drama europeo, tan ocupado andaba el periodismo medio decidiendo si “Father Mother Sister Brother” era lo suficientemente política para merecer la Palma “arrebatada” a ‘La voz de Hind’, el exploit francotunecino del dolor en Palestina. ¿A quién le importaba descifrar si la película de Trier era más o menos decepcionante? En su paso por Zinemaldia, las críticas dilucidaron las dos orillas de opinión que hasta hoy ha planteado “Valor sentimental”: una señala la falta del componente emotivo que le da nombre y otra promete que aún no estamos preparados para descifrar su cerebralidad. Para ambas, la sorpresa caerá igual: la cinta noruega ha sido la más nominada en la 38ª edición de los Premios del Cine Europeo, seguida de cerca de “Sirât”... Un evento sobre el que sí se ha discutido, y mucho. La membresía de la European Film Academy se extiende a todo, 5.400 profesionales del cine (de productores a periodistas) que ejercen en Europa y pagan la cuota. Representan la sensibilidad del cine europeo, un punto medio que -en una línea de filosofía absolutamente “europea”- a menudo premia las equidistancias cómodas. Y las medias tintas son resultado, en definitiva, de aquello que no apasiona: aquello que no irrumpe en nuestro mundo con la fuerza necesaria para romper burbuja alguna.