07 DéC. 2025 PANORAMIKA Bestiario propio Una de las piezas que conforman la muestra «El despertar del retorno oculto», que se puede visitar en Aranburu Jauregia de Tolosa hasta mediados de este mes. (Cortesía de la autora, Jurema Martín Lemiña) Iker Fidalgo {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Una de las potencias de la creación artística es la capacidad de conectar. En ocasiones, puede llegar a funcionar como una cadena de transmisión que relaciona realidades diferentes: el interior y el exterior, el plano onírico con el real, lo íntimo y lo compartido, etc. De esta manera, se difuminan aquellas fronteras que a priori parecían tan marcadas y nos lleva a otros lugares donde nuestra percepción comienza a esforzarse por encontrar una nueva perspectiva. El arte consigue forzar nuestro eje, nos empuja hacia abismos desconocidos y nos lleva de la mano hacia otros mundos en donde quizás no habíamos estado o que ni siquiera sabíamos que existían. Es por eso que, cuando visitamos una exposición, asistimos a un proyecto o somos partícipes de un evento cultural, conviene olvidarse de las convenciones propias. En nuestra mano está forzar nuestra postura y asumir la incomodidad de lo desconocido. Aunque no tengamos garantías, solo así podremos estar abiertas a experiencias a las que el arte puede llevarnos. En definitiva, a un nuevo estado en el que entendemos que el mundo está plagado de múltiples formas de ser mirado, vivido y habitado. La exposición que reseñamos hoy entra esta semana en su recta final. Inaugurada a mediados del mes pasado y tras una primera etapa de su viaje en Biteri Kultur Etxea de Hernani, “El despertar del retorno oculto” está aún disponible para su visita en Aranburu Jauregia de Tolosa hasta mediados de diciembre. Detrás de este título está Pelofuego, el nombre artístico de la creadora tolosarra Jurema Martín Lemiña. La exposición da cuenta de una etapa creativa iniciada en el año 2019 y que encuentra en este 2025 un alto en el camino y un momento en el que mirar atrás. De alguna manera, la muestra funciona como una retrospectiva de un trabajo marcado por diferentes disciplinas y un imaginario propio. Un espacio en el que volcar el cúmulo de diferentes fases creativas hasta construir una identidad que a día de hoy se despliega en la sala de manera rotunda. Ya en la sala, la artista nos ofrece un bestiario personal, una colección de seres fantásticos antropomórficos que hacen la labor de tótems. Pelofuego presenta varias pinturas, siendo una de gran tamaño la más destacada, llevadas a cabo con una destreza técnica que da lugar a resultados de corte realista. Cerámica, modelado, máscaras realizadas en papel y una amplia colección fotográfica, completan las diferentes técnicas de las que se vale para las piezas que habitan el espacio expositivo. La visita está pensada para bucear en la biografía de la propia artista a través de un anexo dedicado a sus intereses y motivaciones, cerrando así el círculo en el que accedemos a la vez a las dos partes de una misma cosa, obra y artista. “El despertar del retorno oculto” nos invita a un viaje personal lleno de miradas y detalles en los que perderse y dejarse llevar.