Irlanda repite mientras se debate sobre si son galgos o podencos
Si algo nos ha dejado este Seis Naciones ganado por Irlanda ha sido emoción, con una apoteósica última jornada a la que tres selecciones llegaron con opciones de llevarse el trofeo y en la que se anotaron 221 puntos en tres partidos. A unos meses del Mundial, las discusiones giran en torno a la calidad y al espíritu de los combinados europeos.
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Se anotaron 221 puntos en tres partidos. Los ‘puristas’, los técnicos, los analistas cuyo ojo llega más lejos –no es ironía, sino halago–, han sido críticos con la ausencia de rigor defensivo, con las ventajas obtenidas más por errores ajenos que por aciertos propios, con correcalles que parecían amistosos benéficos.
Para el aficionado de a pie, y más para el neófito, el cebo fue de primera calidad, de los de morder el anzuelo hasta la campanilla. Equipos volcados al ataque, como en esas eliminatorias en las que uno de los contendientes se anuda a la frente una cinta de kamikaze con la desesperación de quien no tiene nada que perder. Pura adrenalina y, por ejemplo, un 31,2% de share televisivo en el Estado francés, 5,3 millones de espectadores.
Este melón se abrió varias semanas antes, cuando Steve Hansen, seleccionador de Nueva Zelanda, se plantó en el Viejo Continente, presenció en directo un par de partidos del Seis Naciones y concedió una entrevista al “WalesOnline” en la que alertaba del riesgo de que el juego se vuelva «aburrido».
Argumentaba el técnico de los All Blacks que los equipos priorizan el juego con el pie como recurso táctico y como vía de anotación, sin arriesgarse a jugar a la mano en pos del ensayo. Más vale golpe de castigo en mano que cinco o siete hipotéticos puntos volando.
Hansen criticó asimismo que en los agrupamientos el principal objetivo fuera trabar la salida del balón a cualquier precio, sobre el filo del reglamento o más allá, ralentizando la dinámica y permitiendo ordenarse a las defensas.
Desde luego, resulta mucho más abierto y alegre el juego del Super Rugby del hemisferio sur que el de las ligas europeas, e incluso entre estas hay diferencias entre la Premiership inglesa o el trabado y espeso Top 14 francés.
El caso es que ha ganado Irlanda por segunda vez consecutiva, un doblete que los de verde no lograban desde 1948-49. Comandados por Murray como medio melé y Sexton en la apertura, han solventado con éxito su primer reto post O´Driscoll y se presentan en la antesala del Mundial como un conjunto rocoso, difícil de batir y que sabe adaptarse a lo que requiere cada choque. Solo la numantina defensa de Gales les ha privado del Grand Slam.
Inglaterra se ha quedado otra vez con la miel en los labios, cuatro años seguidos sin alzar el trofeo, cuatro años en el segundo puesto, esta vez por seis míseros puntos en el average. Un directivo de la Federación no ha dudado en calificar de insatisfactorio el balance.
Pero parece que Stuart Lancaster ha encontrado las piezas con las que ajustar su línea de tres cuartos para acompañar a su temible y engrasada delantera. Youngs y Ford en la bisagra se han hecho con los puestos de Care y el discutido Farrell, el centro Jonathan Joseph ha sido uno de los nombres propios del torneo y las prestaciones de Nowell en el ala han sido notablemente superiores a las de May.
También ha cumplido Gales, con un fondo de armario mucho más limitado. Los Faletau, Warburton, Biggar, North o Halfpenny han estado en la pelea hasta el último minuto, aunque el trofeo se les escapó en la primera jornada en casa ante Inglaterra. Ambos vecinos, junto a Australia, compartirán «grupo de la muerte» en el Mundial. Uno no pasará la primera ronda.
Cuarta ha sido una decepcionante Francia. La imagen que queda de este torneo es la de uno de sus jugadores festejando que habían perdido ‘solo por 20’ ante Inglaterra, impidiendo su victoria final. Francia trata de entrar en el bosque chocando contra los árboles, no esquivándolos, parafraseando al exjugador internacional Pierre Villepreux.
Philliphe Saint-André, al que además la fortuna ha dado la espalda en forma de lesiones, tiene asumido que dirá adiós tras la cita mundialista. De entre los vascos, tanto el ala Teddy Thomas como Camille López –no ha convencido en el puesto de apertura– han acabado en la enfermería. Sí parece haberse consolidado como zaguero el jugador del Aviron Scott Spedding.
Italia ha esquivado la cuchara de madera merced a su victoria en Glasgow. Su problema es que su objetivo año tras año es el mismo y no se vislumbra un futuro que le permita, aunque sea de vez en cuando, aspirar a algo más. Una de sus dos franquicias en el Pro12, Zebre, atraviesa por problemas económicos y es colista, justo detrás de Benetton Treviso.
En Escocia, a pesar de haber cosechado el pleno de derrotas, el futuro pinta menos oscuro. Los Glasgow Warriors lideran el Pro12 con un juego alegre que Vern Cotter ha trasladado al combinado del cardo.
Errores puntuales han costado derrotas, pero tienen margen de mejora. En el capítulo individual ha destacado el zaguero Hogg, elegido por publicaciones como ‘Planet Rugby’ y ‘Rugby World’ como el mejor en ese puesto, pese a la última plaza.
Las prestaciones de Italia han puesto sobre la mesa el otro gran debate en prestigiosos medios especializados. ¿Se merece seguir, hay que volver al Cinco Naciones, implantar un sistema de ascensos y descensos?
Esto último parece descartado. En esta edición, por ejemplo, habría perdido la categoría Escocia, y es inimaginable este torneo sin uno de sus fundadores y sin Calcuta Cup. Una opción podría ser mantener a los cinco clásicos y que el sexto fuera cambiando en función del Seis Naciones B del año anterior, que acaba de ganar Georgia.