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Con tan poco «play», lo más normal es terminar en «off»

Se le podrá poner el envoltorio más bonito del mundo, pero la realidad es que la campaña de Osasuna destila fracaso. Y no solo porque las redes sociales hayan estado pidiendo cabezas a lo largo del fin de semana, sino porque la sensación entre el aficionado de a pie es que la campaña recién finalizada ha sido tiempo perdido.


Se fio el objetivo del ascenso –sin tapujos allá por el verano, con notables matices a medida que el equipo no daba el rendimiento esperado– a una fórmula por la vía rápida, que derivó en desembolsos millonarios, bajo la esperanza de que marcasen la diferencia –algo que no ha ocurrido–, aun a costa de que ello cerrase la puerta u obligase a hacer las maletas a canteranos con proyección.

Y se firmó a un técnico joven, con ganas de progresar y métodos innovadores, al que para nada se le puede achacar falta de profesionalismo, pero sí el hecho de no haber sabido exprimir a una de las mejores plantillas de la categoría a priori para exhibir un juego acorde a sus características y que conectase con la grada, ni sobrellevar la presión del cargo.

La desazón y apatía en el entorno rojillo es patente y ha ido dejando su matemática evidencia en muchos asientos vacíos de El Sadar, incluso en jornadas en las que el equipo parecía retomar la ilusión por meterse en el play-off de ascenso.

El Sadar, una pesadilla

Sin lugar a dudas, ha sido en el estadio iruindarra donde la escuadra navarra ha fulminado sus posibilidades. Pocas opciones cabe esperar para intentar el regreso a Primera si eres el decimotercero en la clasificación por puntos como local. Y, lo que es peor, si eres incapaz de llevar la batuta ante tu público o tener una idea clara de juego que incline a pensar que quieres hacerte con los tres puntos desde el minuto uno.

A ello habría que añadir la incapacidad anotadora de un cuadro de delanteros elegidos a dedo e incluso haciendo uso del talonario para ficharlos. Entre esos tres atacantes –Xisco, Quique y David Rodríguez– han anotado menos goles que el ariete del Córdoba, Sergi Guardiola, un conjunto que se salvó in extremis el sábado de bajar a Segunda B.

A decir verdad, su raquítico bagaje goleador, aparte de un bajo porcentaje de acierto, ha estado provocado por un estilo futbolístico cicatero, a verlas venir, muchas veces basado en un erróneo concepto defensivo y con contadas llegadas al área rival, lo que ha hecho que la mucha pólvora que había arriba haya quedado desaprovechada.

Y ahora toca otra renovación. Cinco jugadores finalizan contrato –los hermanos Flaño, De las Cuevas, Tano y Manu Herrera–, mientras que los cuatro cedidos volverán a sus clubes de origen –Arzura, Coris, Borja Lasso y Rober Ibáñez–. El problema es que este verano no se contará con tanto dinero.

 

Suena el valenciano Fran Escribá como reemplazo de Diego Martínez

Fran Escribá suena con fuerza como una de las prioridades de la actual junta directiva para reemplazar a Diego Martínez en el banquillo osasunista. El técnico valenciano ha dirigido a Elche –una temporada en Segunda–, Getafe y Villarreal.

Aunque los dirigentes rojillos hayan hablado de adoptar medidas con calma –están pendientes del preceptivo informe técnico de la temporada–, lo cierto es que ya parece que tienen tomada la decisión de despedir a Diego Martínez y buscan sustituto.

N.M.