Traguen veneno
Los rojiblancos suman una agónica pero merecida victoria, en el último minuto y de penalti, ante un Iraizoz que lo paró casi todo.
ATHLETIC 1
GIRONA 0
«Acepten la injusticia, traguen veneno, que todo se equilibra al final», sostenía Marcelo Bielsa. Y el fútbol hizo anoche justicia con el Ahletic, aunque para ello tuviera que sufrir como un perro. Aunque se lo jugara todo a un penalti, en el descuento, con Núñez y Muniain de espaldas a la portería rival, sin mirar, con San Mamés cruzando los dedos, con los corazones en un puño. Y en ese segundo, Aduriz, el ‘zorro’, tragó veneno, y con sutileza, con fe, a lo Panenka, engañó a Gorka Iraizoz, el antihéroe, para dar una merecida, agónica y balsámica vicoria al Athletic. Difícil sí, pero no imposible.
A entrenador nuevo, victoria segura. La manida aseveración tiene tanto fundamento como la de que en noches de luna llena los hospitales se llenan de parturientas o que el azúcar moreno es peor que el blanco. Los datos estadísticos obrantes en poder de la Asociación de investigación de la historia del fútbol español (CIHEFE), desde la disputa de la primera temporada, la 1928-29 hasta hace apenas tres campañas, revelan que esta declaración de intenciones solo se cumple en uno de cada tres casos, y un ejemplo es Javier Clemente, segundo técnico de la Liga con más ‘debuts’ en banquillos, 13, tras el ‘Sabio’ Luis Aragonés, que solo cosechó 5 triunfos. En la década de los cincuenta, en la remota liga doméstica de Uganda, resulta que el dueño de un club bien podía ser el entrenador del mismo, lo que derivaba en no pocos problemas. Así era hasta que se les ocurrió una de las reglas más inverosímiles de la historia del fútbol: Cualquier equipo que presentara un entrenador debutante en un partido oficial, se quedaría inmediatamente los dos puntos que en aquel momento recibía el ganador del encuentro. El problema surgió cuando todos los equipos comenzaron a estrenar entrenador con cada partido, lo que derivó, primero, en la obligación de que el debut fuera absoluto y, después, en un cupo máximo de técnicos nuevos por curso. Huelga decir que aquel parche no llegó a cuajar, pero sí la frase cada vez que hay mandamás nuevo en un banquillo.
Gaizka Garitano debutó con victoria en su primera experiencia con el Eibar en la máxima categoría y también con el Depor, precisamente ante los armeros. Anoche lo hacía en Liga al frente de los rojiblancos y la recurrente frase ¡se cumplió! El Athletic se jugaba mucho, gritar a los cuatro vientos que hay vida más allá de la décimoquinta jornada o continuar lamiéndose las heridas como ese perro flaco para el que todo son pulgas. Como sostenía Vince Lombardi, entrenador de fútbol americano, «ganar es un hábito. Desafortunadamente, perder también lo es». Y, afortunadamente, habrá que decir, el Athletic de Garitano está dispuesto a que esto último no lo sea. Por ahora, el equipo rompe con su nefasta racha de jornadas sin ganar, que no es poco ni badalí. El primer paso, el más difícil, está dado.
Anoche era uno de esos partidos para mayores de 18 años en los que los rituales se agotan. En el vestuario del Ahletic históricamente se rezaba, o se reza, antes de poner pie en hierba. Hay quien pisa antes con la bota derecha, o la izquierda, hay quien se santigua más que en misa, quien implora al cielo... Está esa ley no escrita de la ‘meada del miedo’ antes de salir al campo, incluso recuerdo un compañero en mis años de juvenil en el Sodupe al que siempre le urgía hacer de vientre, tanto que una vez no había papel higiénico en el vestuario y un compañerpo jugó sin una media... En fin, que anoche se agotaron todos los ceremoniales inimaginables en la caseta del equipo local. Pero hacía falta idear un conjuro mágico, un ritual de budú, un mal de ojo para el portero rival, Gorka Iraizoz. Y ese fue Aduriz.
El hijo pródigo volvía a casa y evitó hasta cuatro veces que el Athletic cobrara merecidísima ventaja en el marcador en un primer tiempo en el que el Athletic comenzó empujando aupado por San Mamés, bajó de revoluciones al tiempo que el Girona se despegó de su dominio y acabó poniendo cerco de nuevo a la meta del navarro, pero sin resultado. Y todo jugando por banda, como toda la vida de dios.
No hubo manera. Ni por lo civil ni por lo criminal, ni por tierra, mar o aire. El Ahletic tiró de todos sus recursos, multiplicó los centros al área, las internadas por banda, remató entre los tres palos, fuera, todo frente a un Girona muy trabajado, juntito, con un 5-2-3 pegajoso de superar, paciente, de buen trato al balón. No había manera. Si en la primera mitad hubo reparto de iniciativa, en la segunda solo un equipo, el de casa. Sin desmelenarse por completo por aquello de que el rival tambien juega y Portu y Stuani no son, precisamente, mancos. Pero insistiendo, percutiendo por cada carril, levantando a la gente del sitio, haciendo lo que siempre han sabido hacer. Eso mismo que encendía y enciende a San Mamés. Un estadio que rugía con cada córner, que aplaudía cada acción valiente de sus leones, cada derroche, que gritó como gol suyo el anulado en la primera mitad al Girona VAR mediante.
El mismo San Mamés que se frotaba los ojos cuando mediada la segunda mitad, con los rojiblancos volcados, decididos a por los tres ansiados puntos, vió cómo Aduriz se elevaba majestuoso sobre la zaga rival y su cabezazo sorteaba por primera vez a Iraizoz pero se estrellaba conra la madera. Eso, después de que en el primer tiempo Williams tuviera la primera en un disparo cruzado que se topó con el ‘festival’ Iraizoz. Era el minuto seis; dos después, se la sacaba a Aduriz, en un testarazo del donostiarra. Apenas cinco más tarde, de nuevo evitaba el gol. Otro tanto le hacía al joven Córdoba, de lo mejorcito ayer, casi sobre la bocina. No había manera.
Preludio de una segunda mitad con el Athletic, ahora sí, volcado, Herrerín de mero espectador, la diagonal de Capa, ¡Capa de mi vida! que acabó en nada, el cabezazo de Yeray que evitó de nuevo Iraizoz, el tiro que le atajó a Raúl, ese cabezazo al palo de Aduriz, el pase de Raúl que se paseó sin rematador... El equipo de Gaizka Garitano se estaba dejando el alma, la vida, los puntos, San Mamés miraba y no se lo creía. Hasta que llegó su hora. Esa incursión de un Muniain recién salido, que caía entrado por el ‘samaritano’ Ramalho y mientras los segundos se hacían eternos el colegiado señalaba el punto fatídico para el Girona. La grada estalló. Minuto 90. Frente a frente, dos viejos conocidos, dos treinteañeros, y solo podía quedar uno. Alguien dijo que los penaltis son tan importantes que debería tirarlos siempre el presidente del club. Va a ser que no. Aduriz, con suavidad y sangre fía, levantó a San Mamés de sus asientos, nadie se marchó con prisas en el minuto 80. Bufandeo y abrazos, alegría desatada. El reto es difícil, recordando la palabras de Garitano, pero no imposible. Traguen veneno.
Aduriz: «Igual le habré tirado más de mil penaltis a Gorka»
Los dos protagonistas del partido de ayer por cuestiones completamente diferentes fueron Aritz Aduriz, autor del gol de la victoria, y Gorka Iraizoz, principal responsable de que a falta tan solo del tiempo añadido por el árbitro la portería del Girona siguiera sin ser batida. El navarro, exportero del Athletic, fue el mejor de todos los protagonistas en el campo, aunque eso no le resultó suficiente para parar el penalti que decidió el partido.
Aduriz, tras reconocer que «en Primera cuesta mucho ganar», no pudo evitar recordar que «desde agosto llevábamos sin hacerlo y eso va pesando cada vez más y te va haciendo mella». Sin embargo, valoró que el Athletic hizo «un partido muy serio, muy completo y, aunque nos ha costado muchísimo meter gol, creo que el resultado ha sido justo porque hemos merecido ganar». Preguntado por su temple a la hora de lanzar el penalti, el delantero confesó que tuvo que tirar de sangre fría. «Gorka y yo nos conocemos demasiado, igual le habré tirado más de mil penaltis. Sabemos de los defectos y virtudes de cada uno, pero había que tirarlo que alguna forma y ésa me ha parecido la mejor».
Por su parte, Gaizka Garitano, en su primer compromiso en casa como entrenador del Athletic, declaró que «hemos jugado un partido para ganar. Se ha visto que hemos salido a por él y hemos sido justos merecedores de la victoria por lo que hemos generado y por nuestra seriedad defensiva». Además, el técnico de Derio sentó las bases de lo que quiere para los siguientes encuentros: «La portería a cero, jugar muy juntos y hacer los partidos muy largos, sin bajar los brazos». GARA