Siemens Gamesa: cómo una multinacional de éxito muestra su «compromiso con Navarra»
Si hacemos una búsqueda en Google con el término «Siemens Gamesa», la dirección de su web viene encabezada por este mensaje: «La empresa líder en energías renovables». No es una exageración: en 2019 ocupó el segundo puesto en el ránking mundial de fabricantes de aerogeneradores, con un 15,7% del mercado. Entonces, ¿por qué ha decidido cerrar la planta de Agoitz, destruyendo 239 puestos de trabajo, que el pasado año duplicó su producción de palas?
Vous n'avez plus de clics
No se trata de un cierre motivado por una crisis del sector a nivel internacional ni por una baja productividad de esta factoría navarra. Ni siquiera tiene que ver con el parón económico derivado de la crisis del covid-19. «Siemens Gamesa cierra la planta de Agoitz para mejorar su competitividad a largo plazo». Así, sin tapujos, lo justificaba la dirección de la multinacional en la nota de prensa del martes en la que hizo pública su decisión.
Al mismo tiempo que confirmaba que «pondrá en marcha un expediente de regulación de empleo para un máximo de 239 empleados», la compañía añadía que «Navarra continúa siendo uno de los principales centros de ingeniería para el desarrollo y validación de aerogeneradores terrestres de Siemens Gamesa».
Actualmente, la empresa tiene cerca de 1.600 empleados en el herrialde, ya que, además de la factoría de Agoitz, cuenta con dos centros de logística (Aratzuri e Iruñea) y uno de formación en Noain. Y en Sarriguren (Eguesibar) tiene uno de sus principales centros de I+D, además de las oficinas corporativas.
El entramado productivo en suelo navarro va más allá, puesto que cuenta con más de 300 proveedores, a los que en 2017 adquirió productos y servicios por más de 190 millones de euros.
Tras duplicar su producción
Pero es difícil entender en qué consiste el «compromiso con Navarra» del que hace gala la dirección de Siemens Gamesa en su nota si ha decidido poner fin a su actividad en Agoitz cuando apenas hace dos años puso en marcha un plan para duplicar su producción, pasando de las 170 palas de 2018 a 350 en 2019.
Por esas fechas había incrementado la plantilla en un 65%, generando 150 nuevos empleos en dos años, hasta alcanzar 380 (320 directos y 60 indirectos), según datos corporativos.
Aquí se han estado fabricando palas de los modelos más nuevos de la compañía: el SG 3.4-132 y el SG 2.6-126, con palas que miden 65 y 63 metros, respectivamente.
El SG 3.4-132 era entonces el mayor aerogenerador terrestre de Siemens Gamesa en producción, para cuya fabricación la compañía había invertido desde 2015 más de 10 millones de euros.
Un mercado consolidado
Volvamos a la perspectiva global: en 2019, la multinacional vasco-alemana –su sede oficial se encuentra en el Parque Tecnológico de Bizkaia, en Zamudio– ocupó el segundo puesto entre los mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo, con un 15,7% del mercado, solo superada por la danesa Vestas (18%); el tercero en cuanto a aerogeneradores terrestres (12,97%) y el primero en marinos (39,77%).
Ni el mercado de las energías renovables ni el sector eólico en concreto han sufrido un colapso en el último año. Las compañías europeas han cedido algo de terreno ante el desarrollo de algunas empresas de China y Estados Unidos pero, como señala el Ente Vasco de la Energía (EVE), «la candea de valor del sector eólico se encuentra consolidada, estructurada internacionalmente tras varias décadas de desarrollo».
Para los próximos años, augura el EVE, «se espera un notable incremento de la capacidad acumulada de energía eólica mundial», destacando «el elevado peso de la energía eólica terrestre».
Justificación
En este contexto, choca la justificación que esgrime ahora la dirección de Siemens Gamesa al indicar que para «adaptarse a las condiciones del mercado» apuesta por una «nueva generación de turbinas terrestres (onshore), con rotores de hasta 170 metros», mientras que la planta de Agoitz está especializada en el citado SG 3.4-132, con un rotor de 132 metros.
Y lo que no parece de recibo es que se resalte su localización geográfica, «a más de 200 kilómetros del puerto más cercano», como uno de los factores, junto a «sus altos costes», que «hacen inviable su competitividad para la exportación», señalando que hasta ahora su producción se destinaba al «mercado doméstico».
Es de suponer que la ubicación de Agoitz no fue elegida al azar por la dirección de Gamesa –entonces no se había fusionado con la división eólica de la alemana Siemens– para ponerla en marcha hace ahora once años.
Y choca más cuando, en la misma nota difundida el martes, para resaltar su «compromiso con Navarra», se indica que la empresa «instalará y probará en la sierra de Alaiz el prototipo de su última generación de turbinas, Siemens Gamesa 5.X».
Pero también anuncia que la nacelle (el elemento que se sitúa en la parte superior de la torre y sobre el que giran las palas) de este modelo se ensamblará fuera de Nafarroa, aunque muy cerca: en la planta soriana de Ágreda.
Hace ahora diez años, en plena crisis económica, Gamesa clausuró la planta que tenía en Altsasu, donde trabajaban 150 personas; a cerca de 90 se les ofrecieron contratos de recolocación en otras plantas de la empresa, sobre todo en la de Agoitz.
Relevo y cambio de estrategia
Como es habitual en estos casos, la dirección de Siemens Gamesa indica que se ha visto obligada a tomar «una decisión muy difícil» y que sus directivos son «conscientes de su impacto en nuestros trabajadores y su comunidad local».
Palabras puestas en boca de Alfonso Faubel, CEO de la división Onshore (terrestre), al que se colocó en ese importante cargo hace apenas un año. Un nombramiento que fue recibido con preocupación en el comité de empresa ya que venía precedido de su gestión en Delphi, que se saldó en 2007 con 2.000 despidos y el cierre de varias plantas en el Estado español, afectando a las oficinas que tenía en Iruñea el primer fabricante de componentes para automóviles de EEUU.
«Tras analizar durante los últimos meses todas las opciones posibles, hemos llegado a la conclusión de que no hay otra alternativa posible. En las circunstancias actuales, tenemos la obligación de tomar las medidas necesarias para garantizar la viabilidad a largo plazo de esta compañía, así como el empleo de las más de 24.000 personas que trabajan con nosotros en todo el mundo, incluidas cerca de 5.000 en España», añadió Faubel.
El CEO Onshore también señaló que están «reforzando las actividades vinculadas a la I+D, menos expuestas a los vaivenes del mercado», y subrayó que «en los últimos dos años hemos incorporado a 450 personas en Navarra y el País Vasco».
En resumen, todo apunta a que el cierre de la factoría de Agoitz se viene gestando desde hace tiempo y que está relacionada con el giro que quiere dar a la estrategia empresarial Andreas Nauen, que sustituyó como consejero delegado de Siemens Gamesa a Markus Tacke –«cesado de mutuo acuerdo»– hace justo dos semanas.
Y conviene recordar que a principios de este año, Iberdrola, que en su día fue el principal accionista de Gamesa, harta de la gestión que se está llevando a cabo desde Alemania tras la fusión hace tres años, decidió desprenderse de sus activos en la compañía eólica, vendiéndoselos a Siemens por cerca de 1.100 millones de euros.