La suerte no está echada
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Quien más quien menos tendrá decidido ya qué hacer y a quién votar este domingo en tres de las siete provincias del país. Habrá todavía puñados de votos que puedan bailar en esos últimos compases, pero a grandes rasgos… alea jacta est.
Ha existido, además, un impulso por instaurar como inalterable una realidad predeterminada, independientemente de toda circunstancia, como si fuera un guion ya escrito en el que a la ciudadanía solo le correspondiese interpretar un papel. Los titulares sobre la última encuesta de Focus fueron toda una revelación en ese sentido: un pacto a la izquierda del PNV no daría la mayoría para formar gobierno ni en su mejor horquilla y, para que el mundo jeltzale tuviera aliciente para acudir a las urnas, el anunciado como probable escaño de Vox estaría en disputa precisamente con el partido de Urkullu, quien da por descontado que haya votantes que no acudan a las urnas por miedo al virus tras el rebrote en Ordizia. Tampoco son necesarios para cumplir lo preestablecido y, si lo fueran para alterar alguna cosa o dar alguna sorpresa, mejor que se queden en casa.
La instauración de ese marco que coloca al PNV en una ascensión imparable en escaños va acompañada por no pocas muestras de falta de diálogo, transparencia, autocrítica y empatía por parte de la dirigencia jelkide y, muy especialmente, por parte de su candidato a la reelección. Recuerda un tanto a la actitud del Aznar más arrollador en las urnas, aquel que, según se contaba entonces en los mentideros políticos y periodísticos, se vanagloriaba de haber ganado las elecciones por mayoría absoluta negándose incluso a conceder entrevistas a importantes medios de comunicación. Eso también lo ha hecho Urkullu en esta campaña.
Pese a todo ello, tampoco conviene perder la perspectiva. La celebración de los comicios del domingo cerrará un prolongadísimo ciclo electoral y, salvo sorpresa en forma de crisis de algún gobierno, no se esperan elecciones en dos o tres años, un periodo crucial para encarar los importantes debates a los que enfrenta el país. Y ahí, aún, la suerte no está echada. Para quienes quieran provocar cambios y mejoras estructurales durante ese periodo resulta también necesario llenar este domingo el zurrón de un buen número de votos.