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El tributo del anime al gran cine japonés

La vida de la actriz Chiyoko Fujiwara a través de sus personajes. (NAIZ)

MILLENNIUM ACTRESS
Japón. 2001. 87’ Dtor.: Satoshi Kon. Guion: Satoshi Kon y Sadayuki Murai. Prod.: Tarô Maki/ Studio Madhouse. Voz V.O.: Mami Koyama, Fumiko Orikasa, Miyoko Shôji, Hirotaka Suzuoki, Hisako Kyôda, Shôzô Izuka, Shouko Tsuda, Kan Tokumaru, Tomie Kataoka, Takkô Ishimori, Masamichi Satô. Fot.: Hisao Shirai. Mús.: Susumu Hirasawa. Mont.: Satoshi Terauchi. Dir. Art.: Nobutaka Ike.

El prestigio internacional del anime japonés no se puede basar únicamente en un solo maestro, aunque Hayao Miyzaki sea un genio que trasciende las barreras entre Oriente y Occidente, porque ha habido otros reconocibles talentos que han contribuido a su expansión. En un lugar destacado se encuentra Satoshi Kon, que podía haber llegado tan lejos como su predecesor, de no ser por culpa de una carrera tan corta. Antes de su fallecimiento en el 2010 nos dejó apenas una serie de televisión y cuatro largometrajes, más un quinto inacabado.

‘Millennium Actres’ (2001) fue su segunda realización, un encargo del productor Tarô Maki y del estudio Madhouse, para repetir el éxito artístico de su ópera prima ‘Parfect Blue’ (1997), en la que ya exhibía su característica mezcla de realidad y fantasía, a propósito del tema de la fama y del fenómeno fan. A tal fin volvió a colaborar con su guionista Sadayuki Murai, y se les ocurrió combinar la biografía de una vieja actriz con las vivencias ficcionales de sus personajes en la pantalla.

Asi nació Chiyoko Fujiwara, inspirada en la figura real de la actriz Setsuko Hara, si bien en el fondo se trata de un pretexto para repasar a través de su longeva carrera la historia del siglo pasado en Japón. Por eso la película empieza en blanco y negro, para luego adoptar al color, yendo desde la época al cine mudo, pasando por la guerra y la posguerra, hasta los años 70.

No en vano se constituye como un sentido y reverencial al cine japonés de la etapa dorada, con referencias puntuales a obras claves de Kurosawa como ‘Los siete samurais’ (1954), ‘Trono de sangre’ (1957) o ‘Yojimbo’ (1961), sin olvidarse del clásico fantástico de Ishirô Honda ‘Godzilla’ (1954), o de la joya costumbrista de Yasujiro Ôzu ‘Cuentos de Tokio’ (1973). Salen todos los géneros, el ‘jidai-geki’, el ‘chambara’, el ‘kaiju-eiga’, el ‘gendai-geki’ y demás.