Espacios cambiantes
Pasan los días, pero no hay manera de superar el sentimiento de irrealidad en el que se ha instalado nuestra realidad. Por mucho que haya transcurrido un año desde que la pandemia del coronavirus cambiara radicalmente nuestra vida, siguen haciéndose extrañas las dinámicas que, ahora mismo, rigen una normalidad que tiene muy poco de normal.
Porque si alguien me pregunta, le diré que esto de cubrir festivales de cine desde la distancia, aunque venga asociado con la comodidad hogareña, no casa con la concepción que siempre he tenido de una experiencia que necesariamente tiene que ser una aventura. Un enfrentamiento (pacífico, se entiende, pero igualmente estimulante) a lo desconocido, o sea, a un cine que nos invite a expandir los límites del espacio donde estamos instalados.
En este sentido, existen pocas citas como Punto de Vista, el Festival de Cine Documental de Nafarroa donde, un año más, la no-ficción y lo experimental compartirán pantallas. No necesariamente las que encontramos en Iruñea, sino también en las domésticas (pues todo cambia); en esa casa que, de repente, parece haberse transformado. La Sección Oficial de esta 17ª edición arrancó con un vibrante programa compuesto por cuatro títulos; cuatro cortometrajes a través de los cuales el cine se convirtió en testigo principalmente estático de un mundo que nunca para de moverse.
Con ‘In Ictu Oculi (begiak hesteko artean)’, el director Jorge Moneo Quintana nos ha llevado a su Gasteiz natal para observar, a partir de una serie de fotografías dedicadas al mismo bloque de edificios (y tomadas desde 1910 a 1976), cómo dicha ciudad se fue transformando. Cómo en dichos procesos de destrucción y reconstrucción había una violencia inherente que provenía de un poder supremo: el gran capital, observador y escritor impertérrito de la Historia.
En ‘Strange Object’, Miranda Pennell también ha hechado mano de un archivo fotográfico, pero para observar el pasado colonialista desde la posición deshumanizadora a la que inevitablemente invita la altura del privilegio. A vista de pájaro (metálico), repasa los ataques con los que las fuerzas aéreas británicas marcaron Somalia. La Historia se viste ahora con las ropas de una ciencia-ficción terrible, en la que las personas fueron vistas como fuerzas de invasión alienígena a la que se tenía que exterminar.
Por su parte, Riccardo Giacconi se ha dedicado a la disección de diapositivas. El zoom digital se convierte en una especie de microscopio para convertir el granulado químico en los átomos de una deriva histórica condenada a repetir los mismos horrores. La barbarie (o sea, el fascismo de antes y el no-tan-pretérito) arremete como ataque epiléptico; como ese destello cegador al que no se le puede aguantar la mirada.
Por último, ‘Cardón cardinal’, de Patricia Esquivias, hace de la narración dispersa y expansiva una herramienta ideal para reflexionar sobre los puentes -forzados- que unen a determinadas civilizaciones. Su relato enraíza en el arte, la geopolítica, la etnografía... y claro, en los espacios cambiantes que unen a unos mundos en constante cambio.