El silbo canario como lenguaje en clave
LA GOMERA
Rumania-Estado francés- Alemania-Suecia. 2019. 97’. Tít. Orig.: ‘The Whistlers’. Dtor. y guion: Corneliu Porumboiu. Prod.: Patricia Poienaru y Marcela Ursu. Int.: Vlad Ivanov, Catrinel Marlon, Agustí Villaronga, Rodica Lazar, Matt Fowler, Antonio Buil.
La última realización de Corneliu Proumboiu fue seleccionada por Rumania para el Óscar, además de ganar el premio al Mejor Guion en el Festival de Sevilla. Asimismo lleva el sello del Festival de Cannes, por ser un habitual del certamen desde que ganase el premio Caméra D’Or con su ópera prima ‘12:08. Al este de Bucarest’ (2006), volviendo a concurrir con ‘Policía, adjetivo’ (2009) o la más reciente ‘El tesoro’ (2015), considerada como su mejor creación hasta la fecha y la más definitoria de su personal estilo de la comedia del absurdo.
A este igualmente se apunta en ‘La Gomera’ (2019), con la diferencia que le falta ese conocimiento o dominio del costumbrismo local que exhibe cuando rueda en su país. Ya se sabe que en el extranjero son muchos los cineastas a los que les gusta perderse o dejarse llevar por el ambiente y la improvisación del momento, de lo que Porumboiu no es una excepción.
Puede que en su decisión haya influido el querer hacer una película universal, un homenaje a los géneros cinematográficos clásicos, motivo por el que eligió el título en inglés de ‘The Whistlers’ que, según él, suena como ‘The Searchers’ (1956), remitiendo así a John Ford y al western.
Pero hay más de cine negro, con la modelo rumana Catrinel Menghia, conocida internacionalmente como Catrinel Marlon, ejerciendo de mujer fatal a lo Rita Hayworth. E incluso de las películas de espías, ya que el silbo canario es utilizado como lenguaje cifrado o en clave para despistar a la policía, al modo del código ‘Enigma bélico’.
En una línea parecida se mueve la presencia como actor invitado del cineasta mallorquín Agustí Villaronga, en un rol de mafioso de porte aristocrático que recuerda al Fernando Rey que aterrizó en Hollywood. La banda sonora es igual de ecléctica, y lo mismo suena Carl Orff que Iggy Pop o Uta Lemper cantando a Kurt Weill y Bertolt Brecht.