En constante crecimiento y mirando siempre al largo plazo
La empresa de bebidas energéticas Red Bull, desde sus comienzos, fue expandiendo su marca a través del deporte. En 2009 fundaron la estructura futbolística de Leipzig, partiendo desde la quinta división germana tras adquirir la licencia del SSV Markranstädt. Esta tarde se enfrenta a la Real.
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En 1984, el empresario austriaco de origen croata Dietrich Mateschitz y el tailandés Chaleo Yoovidhya fundaron la compañía de bebidas energéticas Red Bull. Una firma que en pocos años se convirtió en una de las multinacionales más conocidas en todo el mundo y que, desde sus comienzos, fue expandiendo su marca a través del deporte. Ha organizado competiciones de saltos como los que se pudieron ver en Bilbo hace pocos años, pruebas de bicicleta de montaña, esquí u otras disciplinas extremas, además de patrocinar al remero suizo Xeno Müller, ganador del oro en los Juegos de Atlanta en 1996.
Posteriormente, pusieron sus ojos en el mundo del motor, esponsorizando a pilotos de la NASCAR estadounidense, aunque el gran salto global no se produjo hasta 2005. Ese año, el conglomerado deportivo de Red Bull entró en dos de los deportes con mayor impacto global: La Formula Uno y el fútbol. A los circuitos llegaron de la mano de Jaguar, con el escocés David Coulthard como referencia y con los jóvenes Christian Klein y Vitantonio Liuzzi rotando en el segundo coche. En el balompié, en campo, se introdujeron a través del Austria Salzburgo, un conjunto que ya había tenido a la empresa Casino como patrocinador incluso en su nomenclatura y que no vivía su mejor momento. Asimismo, en la Major League Soccer (MLS) estadounidense compraron la franquicia New York Metrostars pasando a llamarse New York Red Bull. El siguiente paso fue crear una estructura futbolística en Ghana tres años después, mientras que en 2009 fundaron la de Leipzig, partiendo desde la Quinta división germana tras adquirir la licencia federativa del SSV Markranstädt.
Las llegadas del galo Gerard Houllier como responsable global y de Ralf Rangnick como director deportivo supusieron un impulso imprescindible para entender el crecimiento de un conglomerado que cuenta con dos equipos en la Champions League, otro ha disputado la final de la Copa Sudamericana y a un doble campeón de MLS. Sus primeras decisiones fueron estructurales, con la intención de desarrollar un proyecto innovador en lo futbolístico, revolucionario desde lo metodológico, disruptivo en la elección de perfiles y sostenible en lo económico.
Para empezar, cambiaron por completo las características de los entrenadores que dirigirían a sus franquicias en Leipzig, Nueva York y Salzburgo. Entre 2005 y 2012, hasta llegada de la nueva gerencia, varios ilustres pasaron por el banquillo austriaco. Es el caso de una leyenda de aquel país como Kurt Jara, el mítico y veterano Giovanni Trapattoni, el que fuera técnico del Ajax u Oporto Co Adriaanse o Huub Stevens, antiguo preparador de Schalke, Hamburgo o PSV. Por su parte, en el conjunto de la Gran Manzana destacaban los nombres del exseleccionador de EEUU Bruce Arena, el colombiano Juan Carlos Osorio –ex de Chicago Fire– o el sueco Hans Back con experiencia en el Copenhague y Panathinaikos, además de haber sido adjunto de Sven-Goran Eriksson en el Manchester City y el Tri. En la inicipiente sucursal germana, todavía en Cuarta división, se habían nutrido de Tino Vogel o Peter Pascual, técnicos que habían guiado a clubes históricos de Alemania del Este en horas bajas como el Chemnitzer o el Dynamo de Dresen. Aquella política fue modificada y establecieron un modelo de trabajo que les permitiría formar tanto jugadores como entrenadores. Una cadena que iría enlazando a las franquicias y que permitiría el desarrollo de los profesionales dentro de los equipos de sus academias.
Rangnick confío en muchos de sus antiguos colaboradores en el Stuttgart y el Hoffenheim para conformar la estructura, dando paso a una importante labor de análisis, identificación, detección y captación de talento. Necesitaban encontrar entrenadores, técnicos específicos para los porteros, preparadores físicos, fisioterapeutas, readaptadores, médicos, psicólogos, especialistas tácticos, analistas de vídeo o expertos en Big Data. Y los fueron a buscar a cualquier parte del mundo, no les importaba la edad e incluso pusieron sus ojos en universitarios. Querían hacer algo completamente nuevo y diferente. Así, entre otros, llegaron Jochen Sauer, director de la academia en Salzburgo durante 5 años y ahora máximo responsable de la cantera del Bayern o un joven de 21 años llamado Danny Roh que empezó como analista de los equipos de las inferiores en Leipzig y que con 32 es el ayudante de Hansi Flick en la selección alemana. Los profesionales de la casa podrían empezar en Ghana, pasar a Nueva York, saltar a Salzburgo y acabar en Leipzig. Ese era uno de los ideales. El otro, captar antes que nadie a los técnicos con más futuro de Europa. Una vía por la que incorporaron a su estructura a entrenadores como Marco Rose, Adi Hütter u Oliver Glasner.
Avanzados centros de entrenamiento en los que se han fijado Bayern o Liverpool
El proyecto no era viable sin disponer de unas instalaciones de primer nivel, por lo que el siguiente paso fue construir dos modernísimas ciudades deportivas en Leipzig y Salzburgo. En el caso alemán, en 2011 llegaron a un acuerdo para la construcción de unas nuevas instalaciones en la ciudad. Con una extensión de 13.500 metros cuadrados, el complejo se encuentra a orillas del río Elster Blanco, justo al otro lado del Zentralstadion, ahora rebautizado como Red Bull Arena. En 2015, un años antes de ascender a la Bundesliga, el primer equipo y los conjuntos de la academia se trasladaron a una ciudad deportiva que cuenta cuatro campos de hierba natural, dos de césped artificial, una tribuna para 1.000 espectadores y varios complejos cubiertos para múltiples usos. Asimismo, tienen gimnasios, una pista de atletismo de 50 metros, espacios de recuperación y terapia, tres saunas, piscina, jacuzzi, baños de hielo, salas de reuniones y áreas de descanso individuales para los futbolistas. No obstante, la gran atracción es la máquina Soccerbot360. Una herramienta tecnológica de forma circular que permite a jugadores y técnicos reproducir situaciones de un partido real y ayuda a los futbolistas a tomar la mejor decisión en el menor tiempo posible. En lo que respecta a los equipos de las categorías inferiores, cerca de 250 chicos y chicas, cuentan con 6 profesores a sus disposición, además de clases y salas de estudios para desarrollar sus habilidades académicas, sociales y deportivas. Algunos de ellos residen en las 50 habitaciones del complejo.

En Salzburgo, a la entrada de la ciudad deportiva un mensaje deja bien clara las intenciones del conglomerado: «Enter the next level». O, lo que es lo mismo, «entra al siguiente nivel». 12000 metros cuadrados, situados entre los ríos Saalach y Salzach, conforman el espacio de trabajo para el primer equipo, los 200 jugadores procedentes de 7 países que integran las 11 escuadras de la cantera y los 120 profesionales técnicos de la franquicia. Cuentan con un enorme recinto cubierto para poder trabajar los días con mal tiempo, de máquinas ingrávidas para correr, del citado SoccerBot360 o del sistema LPM. Un medido de información, cien veces más preciso que un GPS, que permite captar y monitorizar desde ocho estaciones todos los movimientos tanto de los futbolistas como del balón. En un partido de 90 minutos con 22 jugadores sobre el césped, se pueden llegar a registrar tres millones de elementos. Unos datos que, posteriormente, son procesados, refinados y coherentizados por el equipo de análisis y Big Data. Y es que tal y como señala Alexander Schmalhofer, un treintañero que ejerce como máximo responsable de proyectos de innovación, en la web del equipo, «podríamos tener todos los datos del mundo, pero sin ponerlos en su contexto no nos ayudarían en nada». El complejo austriaca es la joya de la corona y sus instalaciones han servido como referencia para gigantes como Bayern o Liverpool.
En la estructura de Red Bull casi nunca han perdido la paciencia. El verano de 2012, por ejemplo, el RB Salzburgo se quedó fuera de las competiciones europeas tras perder ante el modesto Dudelange luxemburgués en las rondas previas de la Champions. Siguieron creyendo en su modelo y en 2017 se proclamaron campeones de la UEFA Youth League con sus juveniles. Un año después, alcanzaron las semifinales de la Europa League (UEL) con el primer equipo tras eliminar, entre otros, a la Real, el Borussia Dortmund o la Lazio. Cayeron ante el Olympique de Marsella, pero desde el conjunto austriaco quisieron recalcar que habían logrado un resultado excepcional empleando a «seis jugadores de nuestra academia». Cabe resaltar que en su eliminatoria contra los txuri-urdin, la Real utilizó ochos jugadores formados en Zubieta en el partido de ida y siete en la vuelta. En semis, los austriacos se acercaron a los siete canteranos que desplegó el Ajax en la final de la UEL de 2017 ante el Manchester United, los ocho del Barcelona para conquistar la Champions de 2011 en Londres o a los nueve que alineó el Athletic en la cita de Bucarest en 2012 contra el Atlético.
En Nueva York, por su parte, también cuentan con una moderna ciudad deportiva que dispone de cuatro campos, uno de ellos con un innovador sistema de calefacción subterráneo que les permite entrenar cuando nieva. La franquicia de Ghana fue cerrada en 2014, al tiempo que se publicaron diversas informaciones que indicaban que el conglomerado quería hacerse con el control de clubes históricos como el Leeds, el Mallorca o Valencia. Finalmente, en abril de 2019, compraron el Clube Atlético Bragantino de la Segunda brasileña. Tras renombrarlo como Red Bull Bragantino, subieron a la máxima categoría y hace escasos meses disputaron la final de la Copa Sudamericana.
Un saldo favorable de más de 120 millones de euros
Otro de los grandes objetivos del modelo es el de la sostenibilidad económica a través de la venta de jugadores. Entre 2012 y 2021, la franquicia de Salzburgo gastó 121 millones en futbolistas e ingresó 445 en traspasos. De cualquier forma, la cifra debe de ser matizada, ya que parte del dinero que entró en la caja austriaca –cerca de 120 millones– procedía de la venta de activos a la sucursal de Leipzig. Pese a ello, las plusvalías son evidentes, puesto que contrataron a Erling Haaland, Sadio Mané y Patson Daka por menos de 20 millones para luego traspasarlos por más de 70. Entre los que se fueron al conjunto alemán estaban Bernardo, Keita y Upamecano, lo hicieron por cerca de 55 millones y después el RB Leipzig los vendió por más de 120. Si descontamos el importe derivado del trasvase entre las dos franquicias europeas y del fichaje de Tyler Adams (procedente del RB New York), el saldo de ganancias supera los 120 millones de euros. Una cifra a la que que hay que sumar los 12 millones obtenidos por el Red Bull Bragantino con el traspaso de Claudinho al Zenit.
En definitiva, una cadena que les permite seguir invirtiendo en la formación de jóvenes talentos por parte de algunos de los mejores técnicos del mundo en unas modernísimas instalaciones. Este es el legado principal del conglomerado futbolístico de Red Bull. Un estilo de trabajo admirado por muchos, pero que también genera el rechazo de muchos hinchas de los principales clubes de la Bundesliga alemana al verlo como principal exponente del «fútbol negocio».