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Pogacar, el posible octavo pasajero de una nave repleta de extraterrestres

Pogacar opta a unirse a Coppi (1949 y 1952), Anquetil (1964), Merckx (1970, 1972 y 1974), Hinault (1982 y 1985), Roche (1987), Indurain (1992 y 1993) y Pantani (1998) en la histórica lista de dobletes Giro-Tour.

Tadej Pogacar, durante la presentación de su equipo en Florencia. (Anne-Christine POUJOULAT | AFP PHOTO)

Nada menos que 26 años han transcurrido desde la última vez que un ciclista se enfundó la maglia rosa y el maillot amarillo en un mismo ejercicio. Lo hizo en 1998 Marco Pantani, en la que sería la mejor temporada de su carrera deportiva antes de caer a los infiernos.

Y Tadej Pogacar tiene ahora en su mano volver a reeditar semejante hazaña. Tras vencer con autoridad en la corsa transalpina, el esloveno parte con ventaja para repetir triunfo final en el Tour 2024. A diferencia de anteriores ediciones, en las que el favoritismo no estaba tan centrado en un único ciclista, la presente le sitúa como candidato número uno.

Se sumaría así como octavo pasajero de una exclusiva nave repleta de extraterrestres –Coppi, Anquetil, Mercks, Hinault, Roche, Indurain y el citado Pantini– en la historia del ciclismo. El hecho de que su principal adversario y ganador de los dos últimos Tours, Jonas Vingegaard, llegue a la cita en un estado de forma que es toda una incógnita y que cuente con la baja de última hora de su lugarteniente en la alta montaña, Sepp Kuss, sin duda le allana el camino al corredor de Komenda.

Porque, pese a que en el horizonte se vislumbre a todo un ramillete de jóvenes ciclistas llamados a estar –si no lo están ya– en la élite, ninguno apunta de momento a que pueda hacer sombra a corto plazo el dominio que han mostrado el balcánico y el escandinavo.

Si a ello le sumamos que el talonario de las dos grandes formaciones que les dan cobijo –UAE y Visma, respectivamente– han atraído a su regazo a muchas de esas promesas para ejercer como gregarios de lujo en las carreras de postín, pues la competencia parece claro que se queda notablemente reducida.

No parece además que ciclistas como Remco Evenepoel (Soudal), Enric Mas (Movistar), Simon Yates (Jayco), Richard Carapaz (EF), David Gaudu (Groupama), Egan Bernal (Ineos) o Primoz Roglic (Bora) puedan rendir a ese nivel excelso durante tres semanas. A lo sumo, este último, ya en la etapa última de su trayectoria, pueda inquietar y ser un adversario peligroso de cara al triunfo final por su dominio de las cronos, resistencia en la alta montaña y potente rush en las llegadas.

Exigente comienzo

Y si la mejor prueba por etapas del mundo ya garantiza de por si el espectáculo, el que este año tenga un carácter inédito por influencia de la celebración de los Juegos Olímpicos en París le añade un plus de encanto. Empezando por su salida y final. Por primera vez, será en tierras italianas donde se le dará el pistoletazo de salida a la carrera, que concluirá con una contrarreloj –se está convirtiendo en tradición– en Niza, la otra novedad. En total, 3.492 kilómetros de recorrido, con un desnivel global de 52.230 metros, casi 7.600 más que el pasado Giro.

Tampoco será un comienzo al uso, sino que estará cargado de una exigencia poco habitual. Quien no llegue con las piernas preparadas puede pagarlo desde el principio. Tres etapas mastondónticas en su kilometraje por la orografía transalpina, con un perfil aserrado en las dos primeras, serán la prueba del algodón para aquellos que aterricen con dudas, sin descartar la pérdida de opciones ya de inicio para alguno.

Por si no fuera suficiente con ese trío de pechadas, la cuarta etapa incluye la primera jornada alpina –en esta edición el macizo se surcará en dos tramos diferentes–, con el imponente Galibier –23 kilómetros al 5,1% de media– a 19 de meta. Una subida ideal para abrir diferencias entre los favoritos o recuperar el tiempo perdido en tierras italianas.

Le seguirán sendos días llanos, las primeras oportunidades para los sprinters, donde vuelve a sobresalir por segundo año consecutivo Jasper Philipsen (Alpecin), el rival a batir por los especialistas en esta faceta. Además de Mads Pedersen (Lidl), Fabio Jakobsen (DSM), Sam Bennett (Decathlon), Dylan Groenewegen (Jayco), Arnaud de Lie (Lotto) y Kristoff (Uno X), destaca la presencia del veteranísimo Mark Cavendish (Astana), quien volverá a intentar batir la marca de Merckx, caso de que alcance su 35º triunfo.

La séptima etapa será otro momento clave de la carrera. Una crono de 25,3 kilómetros en la Borgoña, con una pequeña tachuela en su parte media, testará el momento de los corredores tras la primera semana de competición. Fugados y velocistas dispondrán de   más opciones durante tres jornadas, con descanso intermedio el día 8. Una etapa larga (211 kms.) de media montaña por el Macizo Central con final en Le Lioran dará pie a otros dos trayectos llanos antes de llegar a los Pirineos.

Pau será el punto de partida el sábado 13 de julio de la primera jornada pirenaica, que atravesará el mítico Tourmalet, subido desde Luz-Saint-Sauveur, Hourquette d´Ancizan y final en Saint-Lary (10,6 kilometros a casi el 8%). La segunda, con 40 kilómetros más de recorrido, subirá cuatro puertos de Primera –Peyresourde, Menté, Aspet y Agnes– para concluir en el fuera de categoría de Plateau de Beille.

Tras una nueva jornada de descanso el día 15 y tres etapas por Occitania y la zona menos escarpada de los Alpes, llegará la traca final. El viernes 19 se subirán dos fuera de categoría (Vars y Bonette, techo de este Tour, con 2.802 metros de altitud) y se acabará en Isola 2000. Al día siguiente, tres cotas de Primera en poco más de 70 kilómetros –Turini, Colmiane y final en Couillole–. Para rematar, contrarreloj entre Monaco y Niza, con 33 kilómetros y La Turbie (2ª) al inicio.

Presencia vasca

Seis corredores conforman la presencia vasca en este Tour 2024: Pello Bilbao (Bahrain), Mikel Landa (Soudal), Oier Lazkano y Álex Aranburu (Movistar), Ion Izagirre (Cofidis) y Jonathan Castroviejo (Ineos). A excepción del primero, que puede gozar de mayor libertad y compartir la cabeza del equipo con Santiago Buitrago, el resto deberán trabajar para sus líderes, aunque también buscarán aprovechar cualquier oportunidad que se les presente para hacerse con el botín de una suculenta etapa.

Bilbao, que finalizó el año pasado en una meritoria sexta plaza, persigue ambos objetivos, una victoria parcial y repetir en un puesto elevado. «He hecho la preparación en casa, he comprobado que la altura no me beneficia. Cuando me concentraba en altura nunca hice mejores resultados. Por esa experiencia he estado en casa y ahora en el Tour espero estar bien», ha explicado el gernikarrra.

También se ha referido al «atípico» comienzo de la carrera, un tanto similar a la clásica que se vivió el curso anterior con final en Bilbo, con la diferencia de la presencia de un intenso calor. Así, las predicciones apuntan a que el mercurio subirá hasta los 35 grados en la etapa inicial que se disputará hoy por los Apeninos entre las localidades de Florencia y Rimini –lugar donde falleció Pantani–, con un trayecto de 206 kilómetros y 3.700 metros de desnivel.