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Verona, 40 años de un ‘scudetto’ inesperado

El 12 de mayo de 1985 este equipo ganó el primer y único título de su historia, contra todo pronóstico, gracias a una plantilla y a un entrenador convertidos de inmediato en mitos. Repasamos una temporada que dejó rastros inolvidables.

Bagnoli, artífice de aquel éxito como antes Ormaetxea o Clemente y después Ranieri. (Public Domain | Wikimedia)

Hazañas en el deporte, una discusión siempre bastante controvertida. Las jóvenes generaciones recordarán sin duda lo que hizo el Leicester en Inglaterra en 2016, ganando la Premier League. Antes del inicio del campeonato el equipo tenía menos probabilidades de llevarse el título que las de Bono (líder de los U2) para nuevo Papa. Pero al final el Leicester ganó la partida a superpotencias como el Manchester City o el United, el entrenador Claudio Ranieri se convirtió en mito eterno y los jugadores también.

Cambiando de época hay otros equipos que han realizado milagros deportivos, con todos los pronósticos en contra. En el calcio italiano, sin duda uno de los más llamativos fue el de hace ahora 40 años, cuando el pequeño Verona ganó la Serie A, por delante de todos los grandes clubes por aquel entonces. Ni Juventus ni Milán, ni Inter ni Roma, en una temporada mágica, la 1984-85, que acabó el 12 de mayo con el increíble, impensable logro del primer y único título del Hellas.



Una liga de fenómenos

En la más que centenaria historia del calcio, solamente cuatro equipos representativos de una ciudad que no era capital de región han conseguido ganar la Serie A. La Pro Vercelli, el Casale y la Novese, cuando este deporte lo practicaban cuatro gatos jugando un puñado de partidos, allá por la era de la Primera Guerra Mundial, y ya en la época moderna el Hellas Verona, o más simplemente Verona. Y es que la ciudad de Romeo y Julieta no es la capital de la región del Véneto, sino Venecia.

Corría la década de los 80, la de los gastos exagerados de los equipos italianos cuando además todavía no había aparecido Silvio Berlusconi en escena. Era aún la liga de los campeones del mundo de España 82 (Paolo Rossi, Conti, Tardelli, Scirea, Bergomi y demás).

El dinero corría a raudales: el Nápoles fichó a un tal Maradona, el Inter a Rummenigge, la Fiorentina a Socrates...

 

En verano de 1984, por decir uno de aquellos, llegó a Nápoles un tal Diego Armando Maradona. Casi a la vez la Fiorentina fichó a Socrates, el Inter a Rummenigge, el Milán a Hateley y Wilkins, el Torino a Leo Junior... Otros equipos, menos necesitados, tenían ya en las plantillas gente como Platini y Boniek (Juventus), Falcao y Cerezo (Roma), Passarella (Fiorentina), Zico (Udinese), Ramón Diaz (Avellino) o un joven Michael Laudrup (Lazio).

Solamente se podía contar con dos extranjeros en las plantillas, pero el dinero chorreaba para todos. Un ejemplo fue Stromberg, al que el Atalanta de Bérgamo, recién ascendido, fichó del Benfica, ni más ni menos, dándole un sueldo doble con respecto a lo que el sueco ganaba en Lisboa.

Descartes de los grandes y nombres iconicos

Y el Verona ¿qué? Para empezar, ¿de dónde venía? Un club modesto y discreto, con apenas 13 participaciones en la máxima categoría, el típico «equipo yo-yo», arriba y abajo entre la primera y la segunda división, desde donde había subido en 1982. Hoy día también es así, no ha cambiado mucho; esta temporada la va a acabar salvándose del descenso pero en torno a la decimoquinta posición.

Un grupo consolidado empezando por el entrenador, todo un personaje en la historia del calcio: Osvaldo Bagnoli. Milanés del barrio obrero de la Bovisa (hoy día centro neurálgico de la Semana del Diseño), él mismo exobrero, un hombre que hablaba casi solo en el dialecto de la metrópolis lombarda, y que era apodado ‘Schopenhauer’ por su tendencia al pesimismo, igual que el gran filósofo alemán del siglo XIX.

La plantilla era una mezcla de descartes de grandes equipos y gente habituada a luchar en canchas secundarias, con dos extranjeros no de primera plana: Briegel y Elkjaer-Larsen

 

La plantilla, una mezcla de descartes de grandes equipos y gente habituada a luchar en canchas secundarias. Entre los más icónicos, el portero Claudio Garella, un poco torpe con las manos pero extremadamente eficaz con los pies; el defensa Domenico Volpati, estudiante en medicina (y luego dentista); o el líbero Roberto Tricella que, siendo del cinturón en torno a Milán, era el único capaz de traducir y luego comunicar a sus compañeros los conceptos que Bagnoli intentaba explicar.

Entre los descartes, dos exgrandes promesas de la Juventus, que la ‘Vecchia Signora’ había despedido quizás demasiado pronto. Uno, Pierino Fanna, era un tipo calladito de una zona montañosa del Friuli, en la frontera con Slovenia: número 7, típico extremo regateador, producto de la cantera de la Atalanta. El otro, Giuseppe ‘Nanu’ Galderisi, un delantero minúsculo que parecía poder convertirse en el nuevo Paolo Rossi y que la Juventus, de nuevo, había decidido vender todavía muy joven.

La plantilla del Verona: arriba, segundo a la izquierda, Elkjaer-Larsen, y tercero a la derecha, Briegel. (Public Domain | Wikimedia)

En cuanto a los refuerzos extranjeros, dos nombres no de primera plana. Hans-Peter Briegel había sido un pilar de la selección de Alemania Occidental, pero con sus casi 30 años parecía más cerca de la jubilación que de otra cosa: un físico fuera de serie, inagotable, podía ocupar cualquier posición en banda izquierda. El segundo, Preben Elkjaer-Larsen, delantero de la selección danesa que el Verona había pescado en la liga belga, en el Lokeren, también con una experiencia en Alemania Occidental, con el Colonia, que lo había descartado por sus excesos entre fiestas y alcohol.

«Sé que hay una noticia sobre mí, que me pillaron en la cama con una chica y una botella de whisky. Pues lo desmiento todo: las chicas eran dos y la botella era de vodka», sería una de las frases más conocidas de ‘Caballo Loco’ Elkjaer, tercero en la clasificación del Balón de Oro en 1984.

Maradona K.O. y aquel gol sin zapato...

El Verona era un equipo sólido, que había mantenido la estructura de la segunda división. Ya había sido sexto en la temporada anterior, así necesitaba solamente unos retoques... y un poco de suerte.

Su disposición en el campo era la más italiana posible, con marcas al hombre, el 7 haciendo de 7 (Fanna), un volante de calidad (Antonio Di Gennaro), el libero Tricella y dos delanteros que se complementaban perfectamente.

El aperitivo de una temporada interesante llegaría enseguida, en la primera jornada, cuando en el estadio Bentegodi cayó ni más ni menos que el Nápoles de Diego Armando Maradona. Un 3-1 que dio al Verona un gran impulso para seguir a su ritmo, mientras los otros equipos tropezaban o simplemente no se mostraban a la altura.

La primera derrota la sufrió el Hellas solamente en la jornada 15, después de haber derrotado también a la Juventus, 2-0, con un gol que Elkjaer anotó sin una de los dos botas, perdida durante la carrera hacia la portería. 

Partidos clave fueron la victoria 5-3 en casa del Udinese en una época donde el resultado ideal era el 1-0, y los dos empates contra el Inter, hasta la primavera principal rival directo del Verona. Luego subiría en la clasificación el también sorprendente Torino, único equipo capaz de ganar en el Bentegodi en toda la temporada.

El último paso para completar la obra maestra fue en la penúltima jornada, a falta de un solo punto para la certeza matemática: en empate bajo la lluvia en Bérgamo el 12 de mayo de 1985 contra el Atalanta y con 41 puntos, que serían finalmente 43 después del último partido. El primer y de momento único título en la historia del Verona se hizo realidad.

Fue un triunfo sin inventar nada nuevo, como decía el técnico Bagnoli en su dialecto milanés: «El tersín fa el tersín’...»

 

Como suele ser normal, después del scudetto hubo una diáspora de casi todos los protagonistas, que, sin embargo, una vez retirados, se quedarían a vivir en Verona o en sus maravillosos alrededores, incluidos Briegel y Elkjaer.

La celebración del 40 aniversario de aquella hazaña ha sido el hilo conductor de la temporada del Hellas: una camiseta conmemorativa, un libro y finalmente una gran fiesta el pasado fin de semana antes del partido contra el Lecce.

Y es que fue algo realmente extraordinario, fuera de lo común, en una era en que el calcio y el fútbol en general sabían regalar sorpresas. Sin inventar nada nuevo, porque como decía Bagnoli en su dialecto milanés: ‘El tersín fa el tersín, el medián fa el medián’, ‘El lateral hace de lateral, el volante de volante’.

Veronaren miraritik 40 urte

Bergamon berdinketa eskuratuta inoiz lortutako scudetto bakarra eraman zuen Hellas Veronak orain dela 40 urte. Talde apala, bigarren mailatik zetorrena, entrenatzaile ‘arrunta’, goi mailakoak ez ziren bi atzerritar (Elkjaer-Larsen eta Briegel)... eta gainera, klub handiek fitxaketetan dirutza gastatzen ari ziren aroan (Maradona, Rummenigge, Socrates...) Zeintzuk izan ziren arrakasta haren osagaiak? Alessandro Rutak bildu ditu erreportaje honetan.