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La conservadora Takaichi se convierte en la primera mujer que liderará Japón

La exministra de Seguridad Económica, Sanae Takaichi, obtuvo 185 votos frente a los 156 del liberal-moderado Shinjiro Koizumi en la segunda vuelta por lo que se convertirá en la primera mujer al frente del gobierno en el país del sol naciente,  como su admirada Margaret Thatcher en Gran Bretaña.

La nueva líder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), Sanae Takaichi, abandona sonriente la sede del partido en Tokio. (KOJI ITO | AFP)

Sanae Takaichi, referente del ala más conservadora del Partido Liberal Democrático (PLD) y exministra de Seguridad Económica, hizo historia el sábado pasado al imponerse en la segunda vuelta de las elecciones internas frente al candidato más moderado, Shinjiro Koizumi, por 185 votos a 156.

Su victoria no solo la convierte en la primera mujer que liderará el gobierno japonés, sino que también abre el camino para un mandato marcado por sus posiciones ultraconservadoras en materia social, diplomática y de seguridad. «En vez de sentirme feliz, tengo la sensación de que ahora empieza el trabajo duro», afirmó tras su elección ante sus correligionarios.

A diferencia de la contienda del año pasado, en la que resultó elegido el actual primer ministro Shigeru Ishiba, en esta ocasión las propuestas de los cinco aspirantes apenas mostraron diferencias significativas.

Evitaron debates de fondo para no arriesgar apoyos dentro del grupo parlamentario del PLD, decisivo en la segunda vuelta, y dejaron espacio para las posibles negociaciones con partidos de oposición de cara a una eventual ampliación de la coalición gubernamental.

El resultado fue una campaña descafeinada en lo programático, en la que la victoria de Takaichi ha acabado sobresaliendo más por su perfil ideológico y por el hecho histórico de ser mujer que por el contenido de sus propuestas.

La victoria de Takaichi en una contienda tradicionalmente dominada por hombres y su proyección como heredera de figuras como Margaret Thatcher, marca un nuevo escenario en Japón.

Algunos analistas advierten de que su perfil de «paloma fiscal» –partidaria de más gasto público y recortes impositivos– podría generar incertidumbre en una de las economías más endeudadas del planeta, mientras que sus posiciones ultraconservadoras y pan-niponas amenazan con intensificar las fricciones con China, Corea del Sur y otros vecinos asiáticos.

Está previsto que a mediados de octubre se convoque una sesión extraordinaria de la Dieta, el Parlamento japonés, para elegir formalmente al nuevo primer ministro.

Aunque la coalición de centro-derecha entre el PLD y el partido budista Komeito no cuenta con mayoría en ambas Cámaras, la candidata oficialista tiene garantizada la elección, ya que la oposición sigue fragmentada y sin capacidad de consensuar un candidato alternativo con opciones reales.

Ultraconservadora y fan del heavy metal

Protegida del ex primer ministro Shinzo Abe, batería y aficionada al heavy metal, Takaichi ha cultivado la imagen de verso libre dentro del PLD, al tiempo que ha ido sumando discípulos en el ala más dura del partido.

Es visitante habitual del santuario Yasukuni, que honra a los caídos en la guerra –incluidos criminales de guerra condenados a muerte–, un gesto que los países vecinos leen como una provocación y un recordatorio del pasado militarista japonés.

También aboga por revisar la constitución pacifista de la posguerra para reconocer el papel creciente de las Fuerzas de Autodefensa y este mismo año ha planteado incluso la posibilidad de una «casi-alianza de seguridad» con Taiwán.

En el ámbito social, Takaichi mantiene un discurso tajante contra la inmigración: exige controles más estrictos sobre la entrada y permanencia de extranjeros, insiste en que el empleo y los servicios deben priorizar a la población local (el famoso nihonjin faasuto –japoneses primero–) y ha mostrado su rechazo al impacto del turismo masivo en la vida cotidiana.

Sus críticas a la presencia de residentes no japoneses en determinados barrios y sectores urbanos refuerzan esa visión excluyente, alineada con las posiciones más xenófobas y de extrema derecha del espectro político nipón.

En el terreno de los derechos civiles, Takaichi se ha manifestado en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y defiende un modelo de familia anclado en valores tradicionales.

Su postura la sitúa firmemente en el ala más conservadora del PLD y ha generado críticas tanto de organizaciones de derechos humanos como de empresas multinacionales, que alertan de que si se llevan a cabo estas políticas podrían dañar la imagen internacional de Japón y complicar la atracción de talento en un país marcado por el rápido envejecimiento de su población.

En el plano económico, la nueva líder apuesta por un aumento del gasto público y recortes fiscales para mitigar el alza del coste de la vida, al tiempo que ha cuestionado la decisión del Banco de Japón de subir los tipos de interés.

Con este planteamiento, Takaichi se perfila como defensora de una estrategia fiscal más expansiva y de una política monetaria menos restrictiva.

Sin embargo, los analistas advierten que tales medidas chocan con una deuda pública ya descomunal –la más alta entre el G7 y las economías desarrolladas– y podrían sembrar dudas entre los inversores si no se acompañan de un plan creíble de sostenibilidad presupuestaria.