INFO

Peio Alcantarilla reproduce las torturas y el intento de suicidio tragándose un aparato dental

El testimonio de las torturas sufridas, redactado dos meses después de la detención de Peio Alcantarilla y que fue entregado al juez en diciembre de 2004 para ser archivado es la base de la petición de apertura de la causa tras la identificación de Pérez de los Cobos como responsable del operativo.

Peio Alcantarilla recibe el apoyo de Metxe González, de la Red de Personas Toturadas. (Andoni CANELLADA | FOKU)

La denuncia de Peio Alcantarilla contra el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos y otros agentes del instituto armado por las torturas que sufrió en el cuartel de Tres Cantos cuando fue detenido en 2004 se basan en el testimonio que escribió dos meses después en la cárcel de Soto del Real.

Según ha explicado su abogado, Aiert Larrarte, este testimonio se puso en manos del Juzgado de Instrucción número 44 de Madrid en diciembre de 2004 y fue archivado apenas dos meses después sin haber practicado ninguna diligencia ni haber llamado a declarar a Alcantarilla.

Ambos han comparecido hoy junto a Mariló Gorostiaga y Metxe González, de la Red de Personas Torturadas, y Agus Hernan, de GEBehatokia, que le han mostrado su apoyo.

Indentificación de Pérez de los Cobos como «el jefe»

Ahora, tras haber reconocido a Pérez de los Cobos por televisión con motivo de su participación en el juicio del procès, han solicitado ante el mismo juzgado que se reabra la causa. El primer motivo es la identificación de Pérez de los Cobos como mando del operativo en el que se practicaron las torturas denunciadas.

Junto a ello, Larrarte ha destacado que hay, además, otros argumentos jurídicos. El primero de ellos son las sucesivas sentencias del Tribunal de Estrasburgo contra el Estado español por no investigar las torturas. Son once desde 2004, de las que diez afectan a ciudadanos vascos. Junto a ello, el Comité contra la Tortura de la ONU ha mostrado su preocupación por la tortura y ha interpelado al Estado español que aplique las resoluciones sobre torturas y que se investiguen las denuncias. En el caso de Raúl Fuentes, además, se subraya la necesidad de declarar imprescritibles los delitos de tortura. En tercer lugar, el Comité de Derechos Humanos de la ONU ha instado al Estado español a revisar su legislación incorporando una definición de tortura que se ajuste a las normativas internacionales.

Testimonio de Alcantarilla

El testimonio de Alcantarilla relata que el 3 de octubre de 2004, fue detenido por la agentes vestidos de paisano de la Guardia Civil cuando conducía por Burgos. Le esposan y le dicen que le detienen «por terrorista y por pertenencia a banda armada» y que tienen a su mujer e hija.

Relata que le meten en un coche con la música a alto volumen, esposado y con la cabeza entre las piernas durante una hora y media. «En el coche el temor y la angustia se apoderaban de mí. Aunque intentaba evitarlo, no podía evitar que me temblasen las piernas», cuenta Alcantarilla.

Tras sacarle del coche, le ponen una capucha y se lo llevan a Madrid. Un guardia al que los demás llaman «jefe», al que ahora ha identificado como Pérez de los Cobos, le dice que está en manos de la Guardia Civil, «del enemigo», y que le conviene «cantar» antes de llegar a Madrid. «Me empezaron a explicar cómo son las torturas y lo que se siente con la bolsa, la bañera y los electrodos, y me preguntaban si tenía los testículos depilados».

Tras llegar a Tres Cantos, Alcantarilla relata que le meten en una pequeña habitación con el suelo marrón en la que había seis o siete agentes. A ese habitáculo llega al que llaman «jefe», que le dice «ya te lo advertí, tú lo has querido y te lo pregunto por última vez». A continuación, señala a sus subordinados «es todo vuestro».

«De repente me empiezan a caer golpes muy violentos y fuertes con una gran porra negra que tenía dos franjas de precinto plateado. Me golpeaban sobre todo en la cabeza, en el cuello y en los brazos. Cuando me caía hacia atrás los que estaban detrás de mí, me empujaban entre golpes hacia delante. Todo ello en una atmósfera de gritos e insultos, que no podía creer que fuese cierto. Pensaba que era una pesadilla. Cuando, a consecuencia de los golpes, me encogía, me agarraba por los testículos y me levantaba a la vez que me gritaba ‘firmes, hijo de la gran puta’», cuenta.

Junto a ello, le decían que «estaba poniendo en riesgo a mi mujer y a mi hija» y se disponen a aplicarle la bolsa. En ese momento, «viendo que no la resistiría, les dije que ya valía, que iba a hablar». En ese momento, le trasladaron de vuelta al calabozo con la promesa de que nadie le «iba a tocar un pelo ya».

Intento de suicidio

Sin embargo, lo manifestado por Alcantarilla no fue del gusto de los agentes, que apenas una hora después le amenazan con volver a las sesiones de tortura. En ese momento, se planteó el suicidio tragándose un aparato dental. Y de hecho, se lo traga, comienza a sangrar abuntamente y es atendido por un médico para posteriormente ser trasladado a un hospital.

Es devuelto al cuartel de Tres Cantos, donde «el jefe» le dice que «le ha salido mal la jugada de quedarse en el hospital» y que «mi mujer iba a sufrir como una perra». Había sido detenida por la Policía francesa en Hendaia. Relata que le someten a nuevos interrogatorios, de pie contra la pared, y que le propinan golpes cuando tarda en contestar.

En el interrogatorio al que le someten al día siguiente, de catorce horas de duración, ya no hay golpes. «A partir de ese día el trato fue totalmente diferente» y «me hacían la pelota para que no denunciara las torturas que había padecido ante el juez», señala. Junto a ello, «el jefe» le dice que «la situación de Lourdes [su mujer] va a depender de lo que yo le cuente al juez» y le amenaza con que la Guardia Civil entrara a los calabazos de la Audiencia Nacional tras su declaración ante el juez.

Sin embargo, Alcantarilla relata lo sufrido ante el juez Fernando Andreu. Como prueba presenta el jersey que vestía completamente manchado de sangre. Explica que en los cinco días que permaneció en dependencia de la Guardia Civil perdió siete kilos y que en esos momentos, dos meses después, tiene un pitido constante en los oídos, fuertes dolores de cabeza y mareos, dolores de espalda y dolor en los testículos.

Red de Personas Torturadas: «Grieta en el muro de la impunidad»

Gorostiaga ha mostrado su apoyo a Alcantarilla, subrayando que «somos conscientes de lo difícil que es hacerle frente a todas las consecuencias de la tortura», ya que al sufrimiento personal hay que añadir «el muro de la impunidad del Estado español y también del francés».

«Somos también muy conscientes del valor que tiene cada una de las grietas que conseguimos abrir contra ese muro de impunidad y de que cada una de ellas nos refuerza en la lucha colectiva por sacar a la luz la dimensión real de la tortura en nuestro pueblo», ha añadido la integrante de la Red de Personas Torturadas.

GEBehatokia: «Plena credibilidad»

Hernan, por su parte, ha subrayado que el testimonio de Alcantarilla tiene «plena credibilidad». En este sentido, ha añadido que es «coherente» la presencia de Pérez de los Cobos en los interrogatorios de Tres Cantos por el cargo que ocupaba en esa época en el instituto armado y que existía una colaboración de las policías español y francesa.

Además, ha recordado que la «operación Santuario» en el marco de la que fue detenido Alcantarilla fue presentada como «estratégica en la lucha contra ETA».