Recuperan un cañón, tres monedas de oro y dos tazas de cerámica del galeón San José
La expedición científica liderada por el Gobierno colombiano ha logrado recuperar un cañón, tres monedas de oro y dos tazas de cerámica china del pecio del galeón San José, construido en los astilleros guipuzcoanos de Aginaga y hundido en 1708 con uno de los cargamentos más valiosos del mundo.
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La historia del galeón San José vuelve a emerger con la recuperación de varias piezas del enorme tesoro que llevaba en sus bodegas –11 millones de monedas de oro y plata– y que en los últimos 300 años ha permanecido en el lecho marino, a 600 metros de profundidad, frente a las costas de Cartagena.
La extracción de esta media docena de piezas, sin embargo, se encuentra muy lejos de las intenciones de las empresas cazatesoros y se enmarca en el proyecto de investigación científica ‘Hacia el corazón del galeón San José’, cuyo objetivo es profundizar en el conocimiento de este yacimiento arqueológico submarino preservando al máximo su integridad.
Así, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia subraya que el proceso de recolección de muestras arqueológicas ha sido validado por un grupo de profesionales de distintos ministerios «que se aseguró de seguir los procedimientos necesarios para garantizar la integridad del sitio arqueológico, la conservación de las piezas y el correcto funcionamiento de los equipos robóticos».
La recuperación de estas piezas constituye la segunda fase de una investigación que comenzó en verano del año pasado con la inmersión de un submarino no tripulado que grabó imágenes en alta resolución para verificar el estado del yacimiento y tratar de confirmar que se trata del galeón San José, un navío que fue construido en los astilleros Mapil de Aginaga (Usurbil) en el año 1698 y adquirido por la monarquía hispánica para ser utilizado en la denominada «Carrera de las indias».
Una vez confirmado este extremo, entre los días 16 y 18 de noviembre pasados, el buque de la Armada colombiana ARC Caribe se trasladó al lugar del hundimiento para recuperar algunas de las piezas. El propio presidente colombiano, Gustavo Petro, y su ministra de Culturas, Yannai Kadamani, visitaron el barco para conocer de primera mano las labores de extracción.
En concreto, se han recuperado un cañón de bronce de 2,5 toneladas y un trozo de cuerda asociado al mismo, tres monedas de oro de 8 escudos, dos tazas de porcelana china completas (una de boca octogonal y otra redonda), dos fragmentos de porcelana y varios fragmentos menores de metal y madera.
Los elementos recuperados están siendo sometidos a tratamiento en el laboratorio de Patrimonio Cultural Sumergido del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas (CIOH). Allí se conservan el cañón de cobre de 2,5 toneladas, las piezas de porcelana, la cuerda y otros restos metálicos y orgánico, mientras que las monedas han sido trasladadas para su estudio al Museo Nacional de Colombia en Bogotá.

Monedas acuñadas en Lima en 1707
Las primeras imágenes obtenidas el pasado año por el submarino no tripulado ya revelaron que las monedas que transportaba el barco eran principalmente las de 8 escudos de Felipe V, acuñadas en Lima en el año 1707. Estas piezas, de 32,5 milímetros de diámetro, llevan grabada en el anverso una variante de la Cruz de Jerusalén con el escudo de castillos y leones (símbolos de los reinos de Castilla y León) dentro de un borde punteado.
En el reverso, el diseño central está compuesto por las Columnas de Hércules coronadas, sobre las olas del mar (identificativo de la Casa de la Moneda de Lima). Entre las columnas, en su sección superior, se pueden observar varios símbolos: una L que hace referencia a la ceca de Lima, el número 8 que representa el valor en escudos (el más alto de la época) y una H, que era la marca de Francisco de Hurtado, el ensayador jefe en 1707. En la parte central de los pilares, las letras PV representan el lema “Plus Ultra” (más allá en latín), utilizado en las monedas como referencia a la expansión de la monarquía española en el Atlántico. Finalmente, el año de acuñación está representado por tres dígitos, 707, que significan 1707.
Los estudios hechos tras la primera prospección marina, antes de la extracción, han permitido también constatar que la colección de tazas de porcelana china presentes en el naufragio del galeón es la más completa y mejor conservada del periodo Kangxi (1662-1722) de la que se tiene noticia hasta el momento en el Caribe.
Además de monedas y porcelanas, el barco transportaba un cargamento de lingotes de oro, esmeraldas y joyas, cuyo valor total se estima actualmente en unos 18.500 millones de euros (20.000 millones de dólares), lo que lo convierte en uno de los pecios más valiosos del mundo.
Aunque varias empresas cazatesoros llevan años detrás del mismo, el Gobierno colombiano quiere dejar claro que no se trata de un tesoro, sino de un yacimiento arqueológico que hay que preservar, motivo por el que lo ha declarado «bien de interés cultural sumergido» y solo se van a extraer los objetos que se consideren necesarios para continuar con la investigación científica.
De hecho, con el estudio de las piezas recuperadas ahora, el Gobierno colombiano pretende ahondar en aspectos de la investigación como la composición metalográfica y metalúrgica de los elementos, origen específico de su fabricación, cronología, tecnologías de producción de la época, circuitos de comercio transoceánico, formación del sitio en el que se encuentra el naufragio y profundizar en la hipótesis de las causas de hundimiento del galeón San José, entre otros.

Hundimiento
Según los expertos, los buques vascos «constituían los mejores buques oceánicos de Europa» y es por ello que la Monarquía hispana fue uno de sus principales clientes. En concreto, el galeón San José comandaba la Flota de Tierra Firme, que tenía el monopolio exclusivo del transporte de tesoros reales entre Sudamérica y la Península Ibérica, tal y como explica Daniela Vargas Ariza, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia de Colombia.
El galeón San José (que tenía un gemelo construido en el mismo astillero, el San Joaquín), zarpó en 1706 junto con otros barcos desde Cádiz hacia el mar Caribe y llegó a Cartagena de Indias (Colombia) después de un mes de navegación. Dos años más tarde, en 1708, junto con el San Joaquín y otros navíos de la flota española, zarpó de Cartagena de Indias hacia Portobelo (Panamá), donde se hacían intercambios de mercancías que venían del Virreinato de Perú y donde fue cargado con 11 millones de monedas de oro y plata.
La escuadra naval estaba compuesta por once mercantes y siete unidades de combate. Cuando inició su travesía atlántica para regresar a Europa, el 8 de junio de 1708, la flota sufrió una emboscada por parte de buques británicos en el contexto de la guerra de Sucesión Española (1701-1713) y tanto el San José como el centenar de marineros que iba a bordo, así como todo el cargamento que llevaba en sus bodegas, terminaron hundiéndose bajo las aguas de la península de Barú, actual mar de Colombia.
Disputa legal
El hallazgo del pecio del San José, en el año 2015, ha originado una disputa legal entre las autoridades colombianas y españolas por la propiedad del codiciado tesoro que guarda en sus bodegas. Así, el Estado español asegura que se trata de un «barco de Estado, de guerra, y no privado», por lo que le amparan las normas internacionales para reclamar su titularidad. Colombia, mientras tanto, defiende que el buque se encuentra hundido en aguas de su jurisdicción, por lo que tiene derecho a iniciar una investigación científica.
Y en medio de este litigio, también los indígenas del cerro de Potosí reivindican el oro y la plata expoliados de sus minas. Se trata de la nación boliviana Qhara Qhara, cuyos miembros aseguran que sus ancestros fueron esclavizados en las minas de Potosí por parte de la Corona española. Pero no solo eso, también afirman que muchos objetos sagrados de sus ancestros fueron saqueados y transformados en monedas y lingotes antes de trasladarlos a los galeones con destino a Europa. Incluso aseguran disponer de documentos que acreditan la procedencia del tesoro, como un escrito de 1708 donde se les informaba del naufragio con parte de sus bienes a bordo.
Otra de las partes en litigio que también reclama su titularidad es la empresa cazatesoros estadounidense Sea Search Armada, que asegura que encontró el pecio en el año 1981, motivo por el que reclama a Colombia 10.000 millones de dólares, la mitad del valor estimado del tesoro.
