Nickolay Mladenov, candidato a liderar el plan de Gaza
Tras la retirada de Tony Blair por razones obvias como posible comendador en el plan de Trump para Gaza, el nombre de un diplomático de origen búlgaro ha cogido peso para guiar las siguientes fases del proceso negociador. Se trata de Nickolay Mladenov y su valedor son los Emiratos Árabes Unidos.
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Fuentes conocedoras de las negociaciones en torno al plan de Donald Trump para Gaza -cuya primera fase se da por finiquitada sin que haya servido para que Israel deje de perpetrar crímenes de guerra-, habían advertido desde un principio que la figura de Tony Blair resultaba insostenible para los países árabes. No hay que ser un alto diplomático para conocer la razón de esa incompatibilidad: el papel de Blair en la invasión de Irak y en la llamada «guerra contra el terror». No solo su papel, sino la impunidad de sus crímenes. El proceso negociador ha ido posicionando al diplomático búlgaro Nickolay Mladenov como la alternativa más viable para liderar un «comité ejecutivo» o la junta internacional del plan.
Desconocido para las personas ajenas a la diplomacia global, Mladenov tiene una peculiar biografía y un prestigio creciente, no exento de críticas. Ha sido descrito como pragmático y orientado a preservar una posibilidad realista de negociación en un contexto muy complicado y voluble. Se le ha criticado una visión contemporizadora, destinada a mantener «la calma» en la región, sin tener en cuenta el desequilibrio de poder entre palestinos e israelíes. No hay calma que valga si se homologan la ocupación, el apartheid y, ahora, el genocidio.
De Sofía a Abu Dhabi
Diplomático y político búlgaro con una larga trayectoria en la diplomacia mundial, Nickolay Mladenov nació en Sofía en 1972. Su familia fue parte de la nomenklatura búlgara. Su padre, Evtim Mladenov, trabajó para el Comité de Seguridad del Estado (estructura equivalente al KGB) y su tío Mladen llegó a ser embajador.
Según la biografía que consta en la página de la Fundación Berghof, Mladenov «es director general de la Academia Diplomática Anwar Gargash (AGDA) en Emiratos Árabes Unidos. Anteriormente, ocupó cargos clave como subsecretario general de la ONU y coordinador especial para el proceso de paz en Oriente Medio, así como representante especial de la ONU para Irak. (…) Fundó el Instituto Europeo en Sofía y ha participado activamente en la sociedad civil de Bulgaria. Reconocido por sus esfuerzos por la paz, recibió la Gran Estrella de la Orden de Jerusalén en febrero de 2021». También trabajó para el Banco Mundial.
En su país, Mladenov fue parlamentario, ministro de Asuntos Exteriores (2010-2013) y de Defensa (2009-2010), y miembro del Parlamento Europeo (2007-2009). Tuvo diversos cargos en la Unión de Fuerzas Democráticas (UDF), una de las principales fuerzas de la oposición en Bulgaria tras la caída del bloque soviético. A las elecciones europeas concurrió con Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria. Ambas formaciones compartían una ideología «de centro-derecha, favorable al libre mercado y a la integración europea».
En el plano académico, es licenciado en Estudios de Guerra por el King's College de Londres y en Relaciones Internacionales por la Universidad de Economía Nacional y Mundial de Sofía. Además, ha ejercido como profesor visitante del Washington Institute for Near East Policy y ocupa cargos en diversas juntas académicas e institucionales.
Su implicación en la realidad del Oriente Medio se refuerza cuando es nombrado coordinador especial de la ONU para el Proceso de Paz (2015-2020), donde actúa como enlace entre Israel, líderes palestinos y la comunidad internacional. Su trabajo como representante especial de la ONU en Irak le convierte en una buena alternativa a Blair. Si Blair es el problema, Mladenov se presenta como parte de las soluciones.
Como director general de la Anwar Gargash Diplomatic Academy, representa a Emiratos Árabes Unidos, un actor fundamental a la hora de buscar una salida negociada al genocidio. Negociar una salida a la ocupación y al conflicto es harina de otro costal.
Críticas y suspicacias
Como no podía ser de otra manera, su balance previo en Oriente Medio tiene serios claroscuros. Cuando deja el encargo de la ONU en 2021, en un artículo en la revista “+972 Magazine” la diplomática y activista propalestina Inès Abdel Razek hace un exhaustivo balance de sus logros y sus costes a medio plazo. Denuncia que Mladenov minimizó las asimetrías de poder y normalizó las constantes violaciones por parte de Israel de las leyes internacionales.
Precisamente, los acuerdos forjados en aquel tiempo entre Israel y las satrapías, entre ellas los Emiratos Unidos Árabes que ahora representa Mladenov, son un elemento central para entender la decisión de Hamas de atacar Israel el 7 de octubre de 2023. En perspectiva, se puede afirmar que, como mínimo, la comunidad internacional no evaluó la transcendencia de aquellos pactos. Mladenov llegó a ser considerado «el bombero de Gaza» por medios como el francés “Libération”, pero controlar el fuego sin apagarlo solo sirve un tiempo. De aquellos rescoldos, estas llamas.
Es cierto que Mladenov logró entonces una interlocución fluida con ambas partes, lo que incluye a Hamas. Eso le forjó críticas del entorno de Al-Fatah. Miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y de la Autoridad Palestina (ANP) afirmaron que Mladenov se extralimitó en su mandato al intentar mediar directamente entre Israel y Hamas, en lugar de centrarse únicamente en el proceso entre la ANP y Tel Aviv. La Unión Europea tuvo que intervenir, después de que la OLP se negara a reunirse con el coordinador de la ONU.
Eso sucedió en 2018. Hamas también tuvo su polémica con Mladenov en aquel momento, cuando este denunció su actividad como «terrorista». Hamas le recordó que «Mladenov sabe muy bien que, de acuerdo con el derecho internacional, el terrorismo real es la ocupación (israelí), la cual ha matado a niños, ha violado lugares sagrados y ha perpetrado masacres. (…) La resistencia de nuestro pueblo es una reacción a la ocupación; tiene por objetivo recuperar los derechos que nos fueron robados».
Las desconfianzas por la parte israelí son genéricas, pero de peso. Por un lado, Mladenov representa los intereses árabes. Sin olvidar su carácter teocrático y autoritario, los Emiratos Unidos Árabes son la cara “amable” y transaccional del mundo árabe, pero que no dejan de tener intereses contrapuestos a los del sionismo. Por otro, está su conexión con la ONU, a la que los sionistas tachan de «antisemita». Esas disciplinas son fuente de sospecha para los poderes del Estado de Israel.
Misión imposible
El escenario de Oriente Medio que gestionó Mladenov entre 2018 y 2021 nada tiene que ver con el de ahora. En medio ha pasado un genocidio, se han violado las normas internacionales de la guerra y de la paz, y todas las fronteras de la crueldad se han traspasado por parte del Gobierno de Benjamin Netanyahu. Gaza está devastada, con un número de muertos imposible de identificar, mientras Cisjordania vive un estado de sitio criminal.
Los líderes sionistas son prófugos de la justicia internacional con el apoyo de EEUU y la mayoría de los líderes palestinos con los que Mladenov negociaba están muertos.
La Administración Trump ha ahondado en su guerra contra la ONU y las estructuras de gobernanza mundial.
Si finalmente Mladenov preside la junta internacional que supervise la transición en Gaza, deberá coordinar los esfuerzos humanitarios, la seguridad y los avances políticos en un momento en que el plan de Trump tiene por delante los debates clave sobre la reconstrucción, la soberanía palestina y el fin de la guerra. Todo ello cuando la ocupación se expande y los crímenes contra los palestinos no cesan, y mientras avanza en la Corte Internacional de Justicia la “Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en la Franja de Gaza (Sudáfrica contra Israel)”.
Su sola elección para llevar a cabo ese proceso ya parece una hazaña, porque depende de ser aceptado por EEUU, Israel, los Estados árabes de la región y la resistencia palestina. La postura de esta última debería ser determinante para valorar la situación y para enfocar en 2026 las campañas internacionales en favor de la causa palestina.