26 JUIN 2015 San Andrés El terremoto más inverosímil de la historia del cine M.I. El cine ya ha destruido ciudades como San Francisco o Los Ángeles a causa de los temblores de tierra. Primero fue el clásico de W.S. Van Dyke “San Francisco” (1936), donde Clarke Gable y Jeanette MacDonald protagonizaban una historia de amor que acababa sacudida por el histórico seismo de principios de siglo pasado. Y ya en plena era del cine de catástrofes Mark Robson realizaba “Terremoto” (1974), con un reparto multiestelar y la sensación del “sound surround”, un sistema de sonido que hacía vibrar las butacas. El terremoto angelino en cuestión alcanzaba una graduación de 9’9 en la escala de Richter. Semejante barbaridad se repite ahora en “San Andrés”, pero a mayor escala. Las réplicas llegan a afectar en esta ficción a toda California, y no solo a la Costa Oeste, porque un movimiento de tal naturaleza se notaría hasta en la Costa Este. Los sismólogos se han apresurado a aclarar que semejante posibilidad es del todo inverosímil, con lo que el mito de la falla de San Andrés ha sido sacado de su contexto geológico real. Por eso, y con razón, al sismólogo interpretado en la película por Paul Giamatti nadie le hace caso cuando hace la correspondiente predicción. Ya se sabe que esto es cine fantástico, pero la promoción juega la baza del miedo colectivo al aludir a que ha pasado el plazo de un siglo para otro nuevo terremoto, mientras que se escuda en la fantasía del guion para justificar todo lo demás. Da igual lo que se diga, puesto que la inversión de más de 120 millones de dólares está consagrada a un despliegue de efectos digitales, hasta el punto de que el CGI, con maremoto incluido, ahoga cualquier posible desarrollo dramático de la historia, que no es más que otro canto conservador y patriótico a la familia como núcleo de la sociedad estadounidense.