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DESDE LAS GAteras del callejón

20 años sin Matthew Peter Tassio, símbolo de esta época


Ayer se cumplían 20 años de la cornada mortal en la Plaza del Ayuntamiento a Matthew Peter Tassio. Sorprende pensar que todavía hoy sería una persona bastante joven, 42 años. Probablemente habría acabado la carrera de ingeniería eléctrica y quizás siguiera viviendo en su suburbio de Chicago recordando que un día, casi de casualidad, aterrizó en Iruñea en una gira vacacional tras pasar por Barcelona, que pasó la noche de juerga, que derrochó adrenalina corriendo delante de unos toros, que luego a las 10.00 se reencontró con su amigo en una vetusta estación de autobuses de la que acababan de salir unos gigantes y cabezudos, y que siguió sus vacaciones en otro punto. Sin embargo, aquel Torrestrella le seccionó la aorta en una violenta enganchada y Tassio se desangró a la vista de todos. El 90% de su sangre regó el mismo lugar en que la fiesta explota con el chupinazo. Murió en minutos. Quedaron el espanto y las preguntas.

Desde entonces ha habido otros dos fallecidos en el encierro, pero han sido dos muertes invisibles, de las que no dejan tanta huella en la memoria colectiva como la de aquel estudiante de Illinois con su atuendo guiri, a quien todavía Iruñea recuerda bien. En 2003, a Fermin Etxebe, 62 años y cientos de encierros a sus espaldas, le quitó la vida una mala caída desapercibida, tras dos meses y medio de agonía en el hospital. Y en 2009 a Daniel Jimeno, de 27, casi tan joven como Tassio, le empitonó en el cuello un toro junto al vallado, a muy escasa altura, apenas 40 centímetros del suelo, por lo que apenas fue captado por un videoaficionado.

Aparte de ello, Tassio es sobre todo el icono de esta era moderna del encierro, porque responde al prototipo más habitual de corredor, o mejor de participante. Según un estudio de 2014, dos de cada tres personas que está cada mañana entre Santo Domingo y Estafeta acude por vez primera (y posiblemente también última). El 86% no son navarros, y entre el resto de nacionalidades es la estadounidense la que predomina (24%, casi uno de cada cuatro).

Tassio murió víctima de un fatal error de principiante, comprensible porque eso es precisamente lo que era, un novato; levantarse al paso de la manada tras haber caído al suelo. Sería absurdo y ventajista apuntar que no debió saltar a la calle, y más cuando otras decenas de miles de jóvenes como él lo han hecho desde entonces sin consecuencias. Pero sigue estremeciendo recordar que hoy tendría todavía 42 años, y media vida por delante.